BRUNO En mi vida amorosa nunca tuve interés por ninguna mujer que no fuera que estuviera en la cama conmigo. Nunca fui cuestionado por ello, ni mucho menos por mi hermana preguntándome sobre mis sentimientos por Marion, ¡Por Dios! ¡Por Marion!. Siempre tuve gustos refinados para las mujeres. Ella no había sido para nada refinada durante toda su vida. Verla vestida de la manera en que se viste ahora, con ese caminar altanero y esa mirada retadora me daba dolor de cabeza. No podía encontrarla atractiva, simplemente no podía, pero lo era. Lo que más me llamaba la atención más allá del físico era esa forma tan “fiera” de ser, si ella hubiera mostrado su verdadero carácter en el pasado, tal vez las cosas hubieran sido diferentes. Vi a Lorna con enfado poniendo mis ojos en blanco. — ¿Q