MARION Nunca pensé que al regresar a la ciudad tuviera tantas peleas como nunca había tenido en mi vida. Lo digo, claro está, por todas aquellas veces que en las que tuve que darle un escarmiento a Bruno. Seguía siendo un dolor de cabeza, no solo él, sino que también las mujeres locas que estaban a su alrededor. No pude ver bien a la mujer que me había acorralado en la pared. El pasillo se encontraba un tanto oscuro, pero mi paciencia para lidiar con esas mujeres había llegado a su límite. — ¿Quién eres? —pregunté empujándola con fuerza para liberarme. — Quién más voy a ser, soy la mujer de Bruno. ¿Cómo te atreves a meterte con mi hombre? —me dijo encabritada. Sonreí con descaro. — Mi reina no sé quién seas, pero no estoy interesada en Bruno —dije acomodándome el cabello. — ¡Aho