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Anielle

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Fantasy Romance Ⅱ Writing Contest
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intro-logo
Blurb

Anielle es una joven universitaria que intenta armar su vida, se postula a una pasantía esperando poder empezar a valerse por sí misma pero no sabe que tal acto hará que su vida cambie para siempre pues el dueño de la empresa en la que quiere ingresar como pasante es alguien que ha conocido en su niñez, alguien que la sigue a todos lados, alguien que tiene una historia con ella que va más allá de la terrenal; alguien que es nada más y nada menos que el mismísimo Diablo, quién traerá a su vida no solo recuerdos sino que también, peligro, aventura y... ¿Amor?

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Introducción
Abro los ojos, me desperezo en mi lugar y clavo la vista en el manto celeste, si debo ser sincero se ha convertido en uno de mis pasatiempos ver seguido el cielo puesto que es verdaderamente diferente a ese “Cielo” que tantos desean ver; no ha pasado mucho desde que caí, desde que deje todas esas leyes y normas atrás, desde que tomé mi rumbo y mi libertad se transformó en uno de mis más queridos tesoros; no había nada mejor, no existía algo que me hiciera cambiar de opinión o que me provocara el mismo sentir, no, yo era el rey de la malicia, la ambición, ese era el título que los humanos me habían dado y pronto encontré la manera de sacarle provecho, de tenerlos a mi merced e incluso, aprendí uno que otro truco. Hasta que… ella apareció. Recuerdo perfectamente el día en que, aquel a quien alguna vez llamé Padre, trajo a este extraño y complicado mundo a la última y más pequeña de sus hijas e hijos alados, nunca vi cosa igual, pensaba que no había nada que me pudiera volver a sorprender o a causar la curiosidad que ella me provocó siendo apenas una recién nacida.... El día en que decidió crear a ese ser tan puro, tan bondadoso, sonriente y lleno de amor, aquel ser que seguiría sus pasos mientras duraba su crecimiento y sus enseñanzas, aquel ser que según los rumores que rondaron la Tierra tenía una de las misiones más peligrosas y era la esperanza del Creador... Esa "niña" que sin miramientos envió a la Tierra a una "misión" que no reveló a nadie, que no dio ayuda a su hija para concretarla y que dejó el libre albedrío crecer en ella al convertirla en humana... Aquella hermosa criatura que me hizo perder la razón en el primer instante en que la ví… Me encontraba vagando por el Reino Oscuro, supervisando que la pestilente especie que me seguía hiciera lo que les ordenaba, esos seres que me habían dado o mejor dicho a los que me habían condenado a supervisar por mis supuestos “malos actos” y conductas “inapropiadas” –a lo cual a mí me parecía una estupidez, ¿Por qué no podía decidir yo lo que quería hacer de mí mismo? Ridículo-, había escuchado a muchos decir que era el castigo mejor impartido, que me enseñaría a extrañar los Cielos y que mi conducta cambiaría, gracioso porque para mí fue la mayor de las liberaciones, lo mejor que pudo pasarme en siglos y me encantaba; recuerdo haber subido a la Tierra, solía hacerlo seguido porque el mundo de los humanos tenía tantas maravillas, tantas emociones, tantos libertinajes que a un ser como yo, maravillaban y atraían; estando en lo más alto de un edificio observaba su andar efímero cuando sentí la presencia de ángeles cerca, más precisamente sobrevolando la vida humana –y no como suelen hacerlo sino en grandes cantidades, muchos de mis ex hermanos estaban alborotados y sus presencias me molestaban, su luz me provocaba irritabilidad y las malditas campanas que se oían con sus batir de alas me enfurecían. Volé rápidamente dispuesto a cobrarme una que otra víctima, esperando poder hincarles el diente como quien diría para sentirme mejor, me oculté de ellos gracias a mis habilidades –aquellas que se habían incrementado con la pérdida de luz celestial, aquellas que les arrebaté a varios demonios cuando les indiqué quien mandaba ahora en el averno- y que me habían dado la capacidad de poder camuflarme al bajar mi energía negativa. Todos los ángeles del Cielo acudieron al nacimiento de este nuevo ser, ninguno se perdería semejante acto de “amor” de mi Padre, era algo característico de ellos, esa empalagosa necesidad de ser una unidad todo el tiempo; cuando el Creador -al que yo había desafiado un sinfín de veces y al que me rebelé desde el momento en que abrí los ojos, al parecer estaba en mi naturaleza, estaba escrito que yo le daría dolores de cabeza, que yo sería su oponente eternamente, yo… su hijo pródigo- traía un nuevo servidor del bien a este mundo todos asistían a recibirlo con regocijo y amor, alegría y cánticos que me parecían la tortura más grande del universo, simplemente no se me daba bien, presencié varios nacimientos y nunca pude evitar verlos como un rival, un oponente, alguien que podría hacerme frente algún día. Los Querubines y Serafines –los ángeles de más alto rango, que poseían poderes ilimitados y la confianza plena del Padre- cantaban una melodiosa y –por lo general- molesta canción de alabanza para él cada vez que se hacía presente ante ellos, una forma de demostrarle su gratitud, una muestra de amor y cariño incondicional, según ellos... El verano había llegado a la vida de los humanos, como lo hacía cada estación durante el año, Él observó el cielo con tranquilidad, las espumosas nubes propiciaban a una tormenta de esas que son comunes y traen aire fresco y algo de alivio a las altas temperaturas que los humanos sufren, el aire fresco era realmente embriagador o por lo menos lo era para mí y es que realmente me sorprendió que la llegada de su nuevo hijo fuera en un límite ente el Cielo y la Tierra, como si deseara que todas las criaturas existentes pudieran presenciarlo aunque también yo lo tomaba como una burla, pues parecía no temer que pudiera arruinarle el evento; esperó a que la última gota de lluvia que caía esa mañana se posara en sus manos y sonrió con su típica mirada amorosa y llena de ideas, esas ideas que siempre aborrecí y que nunca pude tomar como mis demás hermanos. La gota se fundió en sus manos, como por arte de magia se transformó tras un halo de luz intensa y dorada y al dejar libre aquel resplandor dos pequeñas y transparentes alas emergieron primero para dar paso luego a un sencillo vestido blanco y por último la cabeza de esa criatura se irguió con confianza, su cabello calló por sus hombros, largo y llamativo, se volteó hacia todos los presentes, sus azules ojos observaron todo con detalle y atención y sus rosados y finos labios se curvaron en una amable sonrisa que sus hermanos correspondieron inmediatamente, no cabía duda que había imaginado la apariencia de su última hija durante tiempo, que había pensado en todo, que Él había estado esperando este momento durante varios siglos, pero, la pregunta era, ¿Por qué? Nuestro Padre le ofreció la mano y la niña la tomó gustosa, no había temor en sus ojos, no había incertidumbre en su rostro y eso era lo que Él provocaba siempre, esa enorme sensación de que todo está bien, de que debe ser así… Maldición, como odiaba esa sensación estúpida, una ilusión solo para que no pudieras ir en contra de sus órdenes y sugerencias… Caminaron juntos un tiempo hasta que Él volteó hacia los presentes con una dicha inmensa, contagiándoselas a sus demás hijos alados. ― Ella es su nueva hermana, cuídenla, ámenla, protéjanla, como lo hacen entre ustedes y como yo lo he hecho con el mundo desde antaño ― dijo con tranquilidad, sereno ― Su nombre será Anielle. La pequeña volteó en mi dirección, me sorprendí enormemente, me había pillado, me había descubierto cuando el resto de los ángeles no lo había hecho… podría jurar que si fuera humana tendría cinco o seis años de edad, me contempló unos segundos en los que mi tensión se hizo totalmente evidente ya que podría delatarme y eso sería algo problemático para mí –imagínense, más de quince mil perros alados y su amo contra mí, auch…–  pero en cambio me sonrió de la manera más inocente y dulce que jamás había visto y dentro de mí algo comenzó a latir y no sabía si era hermandad, amor, curiosidad o qué carajos pero estaba allí, empezaba a entibiar mi cuerpo desde mi pecho y a dejarme en claro que iba a necesitar de su sonrisa seguido, que probablemente ese era un don otorgado por Dios y yo necesitaba arrebatárselo a como dé lugar. ― ¿Se quedará aquí? ¿En nuestro Reino Celestial? ― preguntó Gabrielle, acariciando la cabeza de la niña y esta le sonrió. ― Muero por verla volar. ― No, ella irá a la Tierra. Hay una familia que la necesita ― respondió Él con calma, no parecía afectado en dejarla ir siendo tan pequeña, siendo tan inexperta en ese mundo cruel y rudo, me molestó. ― ¿Será humana? ― Miguel abrió los ojos, estaba sorprendido como yo, no era común que siendo tan joven la enviaran a una misión. ― Sí, y ustedes van a cuidarla mientras su vida terrenal dure ― responde llevándose a la recién llegada, probablemente, para preparar su pronta partida y dejando a un grupo de soldados confundidos y a mí con la ansiedad y la curiosidad a flor de piel. ― Padre, ¿Acaso tienes una misión particular para ella? La Tierra puede ser muy peligrosa para un joven ángel que acaba de nacer, sin mencionar las tentaciones de los demonios y los propios humanos, ni mencionemos a Lucifer y su locura, podría arremeter contra ella en un acto de venganza contra ti. ― dijo Rafael ganándose la mirada de todos los presentes, la mía también, cabe destacar, ¿Soy tan predecible? ― Lo sé, para ello ustedes estarán cerca ― se despide con un movimiento de cabeza ― Serán su escolta, desde lejos, ella debe vivir lo más humanamente posible,  olvidará todo lo que ha visto aquí hoy y no los recordará, esto es lo que hará su vida más terrenal, más simple. El Padre Celestial desaparece entre la blanca bruma con la niña tomada ligeramente de su mano derecha, bajo la mirada de todos, no se atreven a cuestionar o a seguir indagando en las decisiones tomadas pero yo, yo soy diferente, yo sí quiero saber de qué va todo este plan misterioso y con la curiosidad a flor de piel me dispongo a marcharme y a esperar la oportunidad de verla nuevamente ya que estoy seguro que puedo sacar provecho de la situación.

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