CAPÍTULO XI-1

2004 Words

CAPÍTULO XI EL lacayo cruzó la calle para abrir la puerta del jardín priva- do. Melinda le dio las gracias y extendió la mano para tomar la llave. —La esperaré, milady— dijo el sirviente, y ella le sonrió y entró en el jardín. El sol de la tarde, que se hundía ya tras los tejados, jugueteaba con el agua de una pequeña fuente de piedra. No había nadie más en el jardín, aunque éste pertenecía a todas las casas de Grosvenor Square. Melinda caminó lentamente por los prados. Las flores y la paz que allí se respiraba hicieron que deseara regresar a Chard. Tal vez, cuando el Marqués se sintiera mejor, volverían al campo. Entonces, su corazón dio un vuelco al pensarlo, volverían a estar solos. Estuvo constantemente a su lado desde que tuvo lugar el duelo, pero ahora, por órdenes del doctor, ha

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