–No puedo creer que ella lo hiciera. –dijo la madre un poco sorprendida y preocupada al cerrar la puerta de la oficina del padre de Ana.
–y ha dicho varias veces que no fue ella, y quiero creerle, pero... ¿viste la expresión en el rostro de Kelly?, ahora la van a ver como un monstruo, y me preocupa que todos la van a ver tal y como es... –dijo molesto.
–No es tanto como la vean, sino como es que se está saliendo de control, ya no es una niña, ya no es una bebé. Puede empezar a hacer preguntas sobre las vitaminas que toma, o los té que le he dado, ¿o acaso crees que no se ha dado cuenta, que cada vez que hablamos me doy un té, y le exijo que se lo beba todo, y antes de darse cuenta está dormida?, ¿crees que no lo ha notado todavía? –camino de un lado del otro cual le hubiera hablado realmente le preocupa. –lo que realmente me sorprende es que no le haya comentado a alguien más que Kelly sobre su rutina diaria. —musitó
–¿y qué crees que debemos hacer? –se cruza de brazos molesto frente a ella, ya que he intentado con todas sus fuerzas mantenerla con vida y bajo control.
–no lo sé, pero definitivamente debemos pensar en algo, si ella se sale el control mi padre lo sabrá, y si él lo sabe vendrá por ella, tú y yo sabemos eso. –espetó, ahora sí asustada realmente le preocupa que su padre encuentra a su hija.
–por ahora le diremos a Ana que los padres del muchacho han solicitado una reprimenda y lo mínimo que podemos hacer es suspenderla tres días, ya me pensaremos en algo, duplicar su dosis de calmantes o qué sé yo, pero sea lo que sea que hagamos no podemos dejar que Ana se salga de control, viste lo que hizo y lo peor es que ni siquiera es consciente de la fuerza que tiene. –se indignó.
–Y eso es bueno, es bueno que ella no sepa la fuerza que tiene y es mejor que crea que el muchacho lo exageró o que resbaló, me preocupa lo que hará el día que se entere todo lo que puede hacer solo con chequear sus dedos. –masculló su
–¡¿Sus dedos?!, con solo pensarlo puede acabar con el mundo definitivamente, es algo que ella jamás debería saber. –espeta preocupado,pues ha visto lo mucho de lo que es capaz está tan corta edad además de saber lo intenso que puede ser cuando crece.
–Por supuesto que no. –dice su madre, y ese mismo instante tocan la puerta
–¿Quién es? –preguntó al padre mirando a la defensiva la puerta.
–Soy Christopher Blade, y quería hablar con usted. –dice con una voz suave y delicada, casi como la de un niño, todo lo opuesto como él se ve.
–Pase, por favor. –dice y el muchacho abre la puerta. –dile que está suspendida por tres días y que hablaremos de un castigo ejemplar cuando sea su regreso a la inspección. –le dice a su esposa y está asiente.
–Director, si se trata de la chica con la que tropecé quiero disculparme, de hecho es mi culpa. –dice y la madre de ella no puede notar que el muchacho no trae la misma camisa que traía antes, pero el padre de Ana si.
–no entiendo. –niega con la cabeza, intentando no verse confundido.
–Yo fui un grosero con la señorita y ella simplemente intentaba darme mi merecido, pero no me gusta el contacto físico así que intenté evitarla y caí. Es todo, ella ni siquiera pudo tocarme. –dijo, y tanto la madre como el padre de Ana se miraron por un par de segundos.
–Entonces... ¿ella no lo empujó? –pregunta la madre de Ana más sorprendida ahora, pues realmente creía que su hija mentía.
–Así es, todo se trata de un malentendido. Yo el tropezado con la chica y fui un grosero, y lejos de tender mi mano y ayudarla a levantarse la culpé por haber obstruido mi camino, y la otra chica intentó empujarme. –dice y puede ver como los padres de Ana están expectantes a su declaración. –Pero retrocedí y tropecé con mis pies, y caí al suelo antes de que ella siquiera pueda tocarme, me sentía avergonzado y lo último que quería era que en mi primer día se me vea como el torpe que tropieza con sus propios pies. –murmura algo cohibido.
–Gracias por su sinceridad, y ahora que lo sabemos también quiero aclarar que ahora soy yo que se siente culpable, pues he culpado a mi hija de lo sucedido sin importar cuántas veces me ha dicho que no lo hizo. –murmuró avergonzado. –creo que tengo que disculparme con ella. –dice y la mamá de Ana suspiró tranquila.
–¿eso es todo? –preguntó al ver el silencio incómodo que se formó en la oficina tras la declaración del muchacho.
–De hecho... –se detiene camino a la puerta y voltea a ellos. –si no es mucho pedir que quisiera poder tener la oportunidad de disculparme con ella personalmente, y con su amiga. –hiciste el muchacho.
–Ana no es de muchos amigos, así que tal vez sea un poco complicado la comunicación con ella. –dice el padre de Ana sin quitarle la mirada de encima.
–pero le aseguro que se lo haremos saber. –dijo a su madre.
–Claro que sí, muchas gracias. –dijo y salió cerrando la puerta tras él, pero aprovechando que no había nadie cerca de la oficina ya que todos estaban en clases, se quedó escuchando tras la puerta por un par de minutos
–Ahora me siento mal por Ana. –dijo su madre sentándose frente a su esposo. –incluso le di el té pensando que estaba alterada y molesta, claro, hemos estado evitando que se moleste con otras personas haciendo que nos detesta a nosotros por no creer en ella, qué... ¿escuchaste lo que dijo ese muchacho? Ella decía la verdad...
–Escuché lo que dijo el muchacho, pero... tú no has visto lo que yo... –dijo y ella lo volteó a ver enojada y confundida. ¿cómo es que no podía estar feliz por su hija?
–no entiendo. ¿De qué hablas? –preguntó ofendida.
–el muchacho ha venido aquí a hablar con nosotros, sólo para explicar que Ana no lo agredió. Bien, supongamos que eso es cierto, de ser así... qué clase de persona a su edad se cambia de ropa en el instituto. –pregunto y voltea a ver a la puerta solo por reflejo.
·–No lo entiendo, ahora no sé de qué hablas...
–Cuando tropezó con Ana, el muchacho que acaba de salir llevaba una playera negra y en este momento acaba entra con una gris oscuro, no sé porqué pero tiene una mancha en el final.
–No lo había notado, pero no tiene sentido, porque el muchacho querría mentir sobre algo como eso, después de todo, él lo ha dicho no lo acepto en ese momento porque estaba avergonzado, pero ahora vino y dio una explicación.
–Explicación, o no... Dame un minuto. –dijo mientras este saca el expediente del muchacho del primer cajón del escritorio, ya que al ser nuevo lo tenía la mano. –según su expediente... fue removido de la gran ciudad a este pueblo... vive con su abuelo, quien casualmente también ha vivido aquí por años, no tiene padres ni hermanos, todos murieron...
_¿Cómo es que a su edad es el único vivo? –preguntó la madre de Ana acercándose a su esposo para echarle también una ojeada al expediente.
–Según su expediente... su padre murió en accidente automovilístico y su madre lo abandonó con el padre de ella y los padres de su padre murieron en un incendio...
–ahora entiendo menos que antes, ¿qué es lo que quieres demostrar con todo esto?. –preguntó mirando a su esposo.
–No lo sé, simplemente hay algo en ese muchacho que no puede explicarlo. –dijo mirando la fotografía en el expediente del muchacho.
–Pero es nuevo, debiste haberlo recibido tú o ¿quién lo trajo?, ¿quién se hace responsable de él ?. –intentó ver en su expediente, pero su esposo se adelantó con la explicación.
–lo trajo una trabajadora social de la ciudad. Dijo que el único adulto responsable sería su abuelo, pero al tener casi la mayoría de edad no necesita un tutor en sí, ya que en un mes cumplirá la mayoría de edad y prácticamente estará por su cuenta, y contrario a lo que parece, el cuidará a su abuelo, no al revés. –comentó.
–Pero... te preocupa Ana porque tiene dieciséis años, o... ¿por qué?.
–No sé cuál es el interés de ese muchacho en Ana, o en Kelly, cualquiera de las dos me preocupan exactamente igual, sobre todo Ana pero es meramente por su caso especial, hemos pasado años de nuestras vidas protegiéndola de cualquier tipo de decepción, de enojo y de dolor, y ahora que está creciendo, no lo sé, me preocupa que cualquier persona se acerque a ella, que sepa su historia, o lo que provoque que haya un sentimiento negativo que ni tú ni yo podamos controlar..
–Y lo entiendo, pero en este momento lo único que me importa es que Ana dijo la verdad, ella no lo empujó, el chico cayó y debo ir a disculparme con mi hija. –dijo saliendo de la oficina, haciendo que Cristofer saliera corriendo por los pasillos y se escondiera para evitar ser visto por la madre de Ana, pero él podía verla, y ahora sabe dónde está su oficina y a dónde acostumbran a llevar a Ana para que no explote iracunda.