–ven conmigo. –insistió mi padre ahora ya un poco molesto, intenta disimularlo con una sonrisa algo pasivo agresiva, pero lo conozco demasiado bien para saber que en éste momento está muy molesto.
–pero papá solo fue algo sin importancia. –me defendí tanto como pude, sé que él sabe que no fue tan importante, pero tienen a exagerarlo todo.
–dije que vengas conmigo, por favor. insiste
tendiendo su mano en dirección a su oficina, es claro que de aquí no me voy a zafar hasta que me dé su algo aburrida charla de mínimo dos horas,además de su tecito y decirme lo hermosa que es la vida, lo buena que debo ser y que las personas no deben irse a golpes o, agredir a otros solamente porque están enojados.
–Está bien papá, voy... –me encogí de hombros y continúe caminando, él no camina sino hasta cuando ya he adelantado por muchos sus pasos, volteando solamente para asegurarme de que no era la única loca que estaba caminando en dirección a su oficina, y lo veo por un segundo haciéndole unos ademanes a mi madre aunque no estoy segura de qué significa, seguro no es nada importante, siempre cuando se trata de mí lo hace, supongo que después de todo debe ser algún tipo de dinámica de... tu la regañas yo la consuelo, siempre es igual.
–No sé qué es lo que estabas pensando. –entró mi padre disimulando su molestia, sentándose frente a mí, es gracioso cuando lo hace porque de alguna manera siento que tengo el poder sentarme en su silla, me da un cierto aire de poder que me hace creer que todo es posible, aún si no me dejan ni siquiera salir de casa sola, o en el instituto. –¡sal de mi silla! –ordenó ya sabía que lo haría.
Ana caminó hasta el otro lado del escritorio, pero no se sentó frente a su padre, sino en un sillón que tenía en una esquina de la oficina.
–Papá lo lamento, ok. Sé lo que vas a decir, sé que dirás que no debía hacerlo, que estuvo mal, que una dama no se comporta de esa manera, que la agresión es el último recurso o el primero, la verdad no recuerdo, del infeliz o algo así, y la verdad papá es que él fue un bruto y tienes que entender...
–Entiendo que cada una de las palabras y sabios consejos que te hemos dado tu madre y yo cada día desde que tiene su uso de razón propio, no han servido para nada. –se cruza de brazos con mucha decepción, es claro que quiere hacerme sentir culpable, pero creo que este momento ya ha crecido demasiado como para darme cuenta que realmente lo que hace es un chantaje.
–Papá... solo lo empujé, seguro debió tropezar o resbalar, por qué es imposible que yo lo haya tirado de tal manera, o imagino que simplemente como es un bruto lo exageró todo para que se vea peor de lo que es, ¿no crees que yo? –se mira a sí misma. –como soy sería capaz de tirar al suelo alguien como él, ¡por favor papá!, duplica mi tamaño, y no hablo solamente de estatura, en todas direcciones a decir verdad. –refunfuñó
–Ana, no puedes sin importar las condiciones del problema, o el inconveniente que tengas con cualquier otra persona, agredir a nadie. Eres mi hijo, además de ser mi alumna y la paciente de tu madre, ¿entiendes todo lo que eso implica?, eso quiere decir que debería s ser perfecta y el ejemplo de rectitud, paciencia, bondad y esmero es decir poco. –añadió.
Estoy empezando a aburrirme nuevo, cada día es exactamente igual, bueno, cada día divertido, porque en días aburridas en los que literalmente no hago nada más que respirar y comer, y caminar por los pasillos como si fuera un zombie, todo está bien, pero si hay un segundo en mi día en el que yo discuto con alguien, o me enojé con alguien o le reclamo algo a alguien, inmediatamente estoy en problemas, esto en serio es un fastidio.
–Papá, estás haciendo esto mucho más grande de lo que realmente es y lo sabes. –señalé, por supuesto tengo que dar la mejor actuación, mi papá empieza a hacer un fastidio y a menos de que yo admita que me equivoqué, que él tiene razón y que mi madre es una santa, esto va para largo.
–Admito que no debí enojarme, pero soy una dama y mi amiga también es una dama, entiendo que hice mal con aquel muchacho y prometo no volverlo a hacer, y creo que eso es todo, voy a estar bien, lo lamento. –me levanté suplicando que no dijeron una sola palabra, que ni siquiera respire, incluso llegué a contar cada pasito que di a toda prisa hasta la puerta, pero mi madre apareció en ella
–¿A dónde crees que vas?, ésto apenas empieza. –dijo llegando con su clásica tacita de té.
–¡mamá!, ya hablé con papá y la verdad es que...
–la verdad es que tu madre tiene razón. –me interrumpió mi padre con su ardua educación tradicional. –usted y yo no hemos terminado señorita, o tal vez sí, pero ahora es turno de tu madre. –se levantó en su silla aún molesto. –Yo iré a ver cómo está el muchacho que acabas de agredir y asegurarnos de que no nos demanden sus padres, ni a la escuela, ni represente una sanción para ti, y espero de verdad que estés muy arrepentida, porque lo que hiciste definitivamente no está bien y tú lo sabes corazón. –dice como si eso calmara un poquito de mi enojo, lo cual cada vez es más y más inmenso por ese muchacho.
–Mamá, por favor... siempre hacemos esto, me equivoco, me das un té, me das tu charla, me disculpo y...
–y tus disculpas solo duran minutos, con suerte dura un día. Ni siquiera creo hasta el momento que te estés disculpando sinceramente. –se sienta señalando o una vez más la silla frente al escritorio de mi padre, esto es absurdo.
–No es eso madre, te prometo ni siquiera tenía intención de hacerlo caer, puedo asegurar y podemos ir a revisar el piso, seguro el suelo estaba húmedo, o el tropezó o sus agujetas se soltaron. No lo sé mamá m, apenas si lo toqué, ni siquiera lo empujé y ni siquiera estoy segura si lo lastimé, seguro se resbaló y no fue culpa mía. –insistí por enésima vez esperando a que mi madre me creyera, ya que al parecer mi padre definitivamente no cree nada de lo que digo.
–Bebe un poco... –señaló la taza de té, ya lo sabía, esto va para largo. Me acomodé en la silla.
–Mamá... ¿podemos no hacer esto de nuevo? –insistí, pero bastó la mirada fulminante de mi madre para saber que va a empezar por el té y terminamos por mí.
–Ana tú eres realmente una niña muy inteligente, admirable, con un corazón noble lo sé y entiendo perfectamente que quieras proteger a tu amiga. A mí también me agrada y es una niña increíble que merece todo el cariño y apoyo de nuestra parte, pero mi amor... no puedes agredir a otras personas...
–Ya se lo he explicado a papá, mamá por favor... no quise agredirlo, me enojé y apenas lo toqué, antes de darme cuenta él ya estaba en el suelo y juraría que, o se tropezó, o resbaló o, simplemente decidió hacer mucho más dramática su escena, es todo. Mamá lo prometo, no fue fuerte, no lo empujé tan fuerte, mucho menos como para que cayera de esa manera. –insiste. ¿cómo es que ya no me cree?
–Y yo te creo... –suspiró, pero sé que miente, no sé cómo lo sé, pero lo sé, ella miente ella. No cree nada de lo que estoy diciendo, o de lo contrario yo no ir estaría tomando este horrible té y mucho menos acabando ya casi por terminar confinada en casa.
–Esperemos que el joven esté bien, ya que cómo sabes es nuevo, y espero de verdad que no haya pasado a mayores, eso nos evitaría varios problemas con sus padres y con la junta escolar, pero por ahora creo que es suficiente por hoy, te llevaremos a casa y seguramente tu papá te dará una suspensión de dos o tres días. Lo cual es bastante leve considerando la agresión del chico, y espero puedas entender sabes que todo lo que hacemos lo hacemos por amor. ¿verdad? –insiste, y yo simplemente ya no quiero pelear.
–Lo sé mamá, lo lamento. Prometo no volver a hacerlo, en verdad lo lamento. –balbuceó un poco adormilada.
A veces pienso que mi mamá es una especie de gurú o algo místico, siempre que hablo con ella puede calmarme muy contrario a mi papá, ella me calma y me hace sentir mejor, me siento tan en paz con ella que incluso podría dormir con solo escucharla.
–Deberías quedarte aquí un rato, en lo que solucionamos lo del muchacho. –dice y apenas puedo asentir. –volveré en cuanto despiertes, ¿está bien? –insiste en hablarme y besar mi frente, yo volví asentir.
Más que calma, empiezo a creer que él te tiene algo, tal vez Kelly tiene razón y ponen alguna especie de calmante en mi té.
El té de mamá tiene el mismo efecto que las pastillas rosadas, o tal vez solo soy yo un poco estúpida por creer que mis papás son capaz de lastimarme, o peor aún de drogarme, qué tontería, mis padres no han hecho más que protegerme incluso a mi propia sombra, de mis propios errores.
Ana, vio con los párpados cansados como su madre sale de la oficina cerrando la puerta tras ella, parpadeó un par de veces, y pudo distinguir como ella le ponía el cerrojo a la puerta, y luego al escuchar cada uno de sus pasos fuera de su oficina, fue como escuchar el tic toc de un reloj llegando hipnotizante, hasta el punto de desvanecerse en el tiempo y el espacio, quedarse dormida.