Rebeldía.

1285 Words
–¿Qué es lo más frecuente?, ¿lo que más se repite?, ¿lo que más te dicen?, ¿o... cómo te tratan tus compañeros?. –preguntó Luisa, la psicóloga de la escuela, una mujer por demás bonita y elegante podría decir, y algo vanidoso en cuanto a su cabello se refiere, es eso podría pensar que está enamorada de mí, porque no ha dejado de tocarlo desde que entré, aunque también puedas tener que por el olor que emana de su cuerpo sus manos temblorosas su mirada dispersa tiene miedo, pero incluso siendo quien soy puedo decir que si estuviera enamorada de mí sería más que enfermo, solo tengo 16 años. De mí dicen muchas cosas, sonreí acomodando en el sillón más cómodo que me he sentado en años, al verlo en lo único que puedo pensar es en mi perro, Dante. Era un gran perro, ojalá mi padre no subiera eso deshecho de él. –Ana, dime... ¿en qué piensas? –insiste en preguntar, creyendo por solo un segundo que le diré siquiera algo, o que le dedicaré algo más que una simple sonrisa y la verdad es que empieza a aburrirme. Sería tan fácil para mí acabar con ella, tan solo bastaría chasquear mis dedos para que todo esté de oficio colapsara. Empiezo a aburrirme y que me aburra no es bueno. –Tus compañeros han dicho que Leyla fue grosera contigo, aunque Christopher dice que solo fue un accidente, que resbalaste y caíste por el suelo mojado, ¿me quieres explicar qué pasó?, ¿me quieres contar, algo? –insiste y yo solamente puedo pensar en cuál frágil será su cabeza si tan solo con ligera fuerza presionara sus mejillas, podría destrozar su rostro, Pero qué obtendría yo de eso, no habría satisfacción ni ganancia, entonces, no tendría sentido solo, habría invertido mi tiempo en algo que ni siquiera habría valido la pena. –Según dice tu expediente... –hurga en la carpeta frente a ella cómo sigue eso le dio algún tipo de tranquilidad. –tus padres no están contigo mucho. –insiste en preguntar, pero tiendo a creer que sí doy tan siquiera la misma señal de querer compartir algo con ella y no va a dejar de hablarme. –Señorita Fletcher. –abre la puerta del director. –dame un par de segundos. –y voltea su mirada a mí, me ve como si él tuviera un cactus metido por el culo, es gracioso. El solo imaginar o creer que podría ser posible y podría tener por eso exactamente la misma cara, me hace sonreír. –¿puede ser en otro momento?, justo ahora estoy con la señorita Denali, y no sé si... –murmuró sin querer voltear a verme, ella está aterrada con mi sola presencia y eso me gusta. –La señorita Ana Denali no está en problemas, ya que todo al parecer se trata de un malentendido. –dijo al mirarme y asintió. No me reí en su cara simplemente porque disfrutaba ver la decepción de confusión en el rostro de la psicóloga del instituto, seguro debe estarse preguntando ¿qué fue lo que pasó? ¿o qué fué lo que yo hice, o lo que no?, para que sea el mismo director del instituto quien venga aquí, por mí. –¿estás bien?, ¿te sientes cómoda? –se acerca el director con una sonrisa falsa, pero el sudor en su sien, su rostro pálido y su falsa sonrisa lo delatan, es claro que sabe quién soy o por lo menos lo intuye, lo cual haría de este momento muy aburrido y predecible. –Señor. –se levanta ella al ver que yo lo hal. –disculpe, reportaron que la señorita Denali golpeó a dos de sus compañeras las cuales fueron sacadas en ambulancia del lugar, ¿cómo puede decir que fue un malentendido?. –preguntó indignada. –Exactamente así. –dice con sus dientes apretados, abriendo sus ojos aleatoriamente como si fueran las luces intermitentes de un auto. –la señorita Denali no tiene problemas, ni está en problemas. Ella es la víctima. –dice mientras la aburrida de la psicóloga aún no lo entiede. –¿Eso es todo? –insiste indignada. –Es todo por hoy. –insiste el director abriendo la puerta para mí. Ella se pregunta muchas cosas en su cabeza, es gracioso poder escuchar el caos de sus pensamientos sobre todo, porque gran parte de eso es, ¿qué fue lo que hizo?, ¿quién es ella?, pero lo que más resuena en su cabeza es, ¿cómo hizo para romperle el brazo a las dos chicas al mismo tiempo, y azotar contra el suelo sus cabezas, sin que absolutamente nadie la viera?. Admito que es sublime ver los rostros de esos dos, ver esa extraña mutación entre decepción, curiosidad y malicia al verme a mí, siempre que me salgo con la mía es realmente satisfactorio para mí. Caminé hacia su escritorio y puedo ver cómo disimuladamente retrocede, lo hace tan despacio que asume que no lo voy a notar, pero lo hago. Se retrae y trata de mostrarme valentía al desafiarme con la mirada, pero en cuanto yo apoyé mis manos en el escritorio todas sus defensas cayeron. –No vivo con mis padres porque ellos murieron, ellos intentaron asesinarme hace un par de meses, lo habían intentado otras veces, pero ninguna vez pudieron hacerlo, así que... aquí estoy, y como psicóloga no debería usar la pérdida de alguien, que para personas comunes es muy doloroso y desgarrador como una puerta a la terapia, eso es muy bajo, sobre todo para los mortales que tienden a tomárselo todo personal, cree que sería más sensitiva. –dije retrocedí. La confusión en su rostro es bastante, pero el director disimula con una sonrisa falsa, pero el sudor corriendo por su rostro, además de por su obesidad, por su miedo, los hacía presa facil. –Su abuelo está esperándola. –dice tomando mi bolso, al entregármelo con suma delicadeza hasta yo empiezo a creer que es muy valioso, pero al ver las manos de él temblando es encantador, caminé a la salida por un largo pasillo lleno de fans, espectadores o admiradores, cualquiera funciona para mí. Aunque no estoy muy clara si me miran por la sangre que llevo en mi ropa, porque pese a ser golpeada contra la pared no tengo ninguna marca en mi rostro, o por el simple hecho de ser la nieta del dueño de este estúpido, antiguo y encantador pueblo extraño. –¿Creí que no querías mostrar tus poderes? –murmuró el anciano en el asiento trasero, en cuanto el chofer abrió la puerta para mí. –No lo hice. –mentí. Después de todo no importa, volteé a ver todo el instituto ese enorme e imponente y vagamente moderno castillo, no hay una sola persona que esté a la vista y no tenga puesta su atención en mí. –Entonces... ¿quieres decir que tanta atención es únicamente porque eres una Denali? –murmuró volteando su mirada hacia mí, o eso es lo que puedo intuir, ya que tiene lentes oscuros como su alma, además de ese traje muy costoso. –Dijiste que no debería permitir que nadie pusiera a prueba mi paciencia, ¿no es así? –pregunté entrando en el auto. –pues tú empiezas a hacer molesto. –miré mis manos por unos segundos y un par de pestañeos después ya tenías flamas en mis manos, cuando miré hacia él ya no estaba, había desaparecido. Están absurdo, pero me encanta como mi vida es ahora, para ser honesta conmigo misma odiaría volver a cómo fue mi vida antes.
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