Terminar para comenzar

1159 Words
- Lía miraba el atardecer en aquel enorme ventanal, recordaba todo lo que había vivido unos años atrás, el dolor seguía de manera fresca y presente dentro de su corazón. Un recuerdo se apoderó de su mente, aquel día en el que su corazón termino por romperse, el mismo día que pidió el divorcio, ese divorcio que marco un antes y un después en aquel matrimonio. Ahora ella se encontraba en ese lugar donde tuvo que presenciar su mayor decepción; en esa oficina de aquel hombre que se aferraba a seguir siendo su esposo, ella no comprendía que pasaba por la cabeza de Leandro, unos años atrás él la quería lejos de su vida pero ahora se aferraba a ese papel que era lo único que los unía. - Leandro miraba a Lía, ella estaba perdida en su pensamientos y él solo quería sentir su calidez. Observaba su peculiar cabello rojizo caer por sus hombros; miraba su delicada figura y su suave piel. - Ella volteo y se dirigió a él a pasos lentos, se acercó a su oído y con el sutil susurro que era el máximo volumen al que podía llegar su voz, le pregunto. _ Por fin me darás el divorcio? - Él se alejo un poco para poder contemplar su rostro y admirar su belleza. _ No, aún tengo una condición. _ Cuál es esa condición?. - Ella pregunto en lenguaje de señas y con el rostro lleno de molestia. Él comprendía bien lo que ella decía, había pasado los últimos meses aprendiendo en lenguaje de señas para poder comunicarse con ella. _ Dame un mes; un mes conviviendo, platicando y tratandonos cómo el matrimonio que aún somos. - Lía nego con la cabeza, ya se sentía cansada del tema, Leandro tomó su mano y por primera vez se mostró completamente vulnerable... Capitulo 1. El día que todo cambio. Años atrás. - Era invierno y la nieve cubría el pavimento, Leandro Fontana iba en su coche rumbo a casa de su novia y futura esposa Franchesca, ella era la mujer a la que le pediría matrimonio y formaría una familia. Su vida no podría pintar mejor, tenía unos increíbles padres, un primo y un amigo que consideraba sus hermanos y una hermosa novia que pronto se convertiría en su esposa. Él era un hombre atractivo, alto, piel blanca, cabello castaño, hermosos ojos grises, atlético y muy joven para tener tanto éxito en la Naviera de su padre. Con tan solo 30 años ya había logrado todo lo que quería pero esa noche cambiaría su vida. Leandro se encontraba inmerso en sus pensamientos cuando de repente su auto comenzó a patinar sobre aquella colina, él intento frenar pero los frenos no respondieron, el pánico lo invadió mientras el auto perdía el control hasta salir del camino... - Era de noche y Piero, el padre de Leandro, bailaba junto a su esposa Stella, disfrutaban de una velada romántica. En ese momento una llamada los interrumpió, Piero decidió contestar ante la insistencia quedando pálido por lo que le comunicaba su interlocutor; su hijo Leandro había tenido un accidente automovilístico y se encontraba sumamente grave en el hospital. Piero comunico a su esposa lo sucedido, salieron corriendo rumbo al hospital con la esperanza de encontrar bien a su hijo Ya había pasado toda la noche; en la sala de espera se encontraba Fabrizio el mejor amigo de Leandro, trataba de brindarles apoyo a los padres de quién consideraba un hermano. El doctor y gran amigo de la familia por fin salió, tenía que comunicarles la terrible noticia. Leandro tenía un pulmón perforado, varios órganos lesionados, fracturas en pierna, hombro y costillas de lado derecho, y una inflamación severa en su cerebro que presionaba en su cráneo que no le permitiría funcionar por si mismo. Leandro había quedado en coma y las posibilidades de vivir eran mínimas pues también necesitaba un trasplante de pulmón. Piero y su esposa se encontraban destrozados, no querían perder a su único hijo y se aferraron a qué debía seguir conectado a una máquina. Ya habían pasado un par de meses y la madre de Leandro no sabía nada de Franchesca, se suponía ella era la novia de su hijo pero no había acudido una sola vez al hospital. Stella decide ir a buscar a Franchesca pues creía que la cercanía de ella lo podría ayudar, aunque a ella no le agradaba para su hijo, al final él la había elegido y ella respetaría esa decisión. - Stella tocó la puerta de la casa de su nuera, la puerta se abrió y decidió pasar, fue ahí que se dió cuenta entre ruidos y gemidos que envolvían aquella habitación que Franchesca se revolcaba con un hombre mientras su supuesto amor se encontraba en coma. _ Ahora comprendo porque no has ido a ver a mi hijo, al parecer tienes cosas más importantes que hacer. - Franchesca dió un salto he intento cubrirse pero ya era demasiado tarde, mientras que el hombre que hace un momento estaba debajo de ella intentaba cubrir su rostro, pero le sirvió de poco pues Stella también conocía a aquel hombre, era su sobrino Flavio, el mismo que ella cuido y educó después de quedar huérfano. _ No tiene caso que trates de ocultarte Flavio, te podría reconocer a kilómetros de distancia!. _ Tía, yo te lo puedo explicar. _ NO TIENES NADA QUE EXPLICAR!. Todo es bastante claro, ambos le estaban viendo la cara de idiota a mi hijo. _ Stella por... _ No se te ocurra pronunciar mi nombre maldita descarada, me ensucias con solo mirarme. Les dejaré claro algo, no pienso permitir que nadie se burle de mi hijo así que a ti maldita bruja no te quiero volver a ver cerca de mi hijo y a ti Flavio, más te vale que cuando regrese a mi casa hoy por la noche no encuentre un solo rastro de tu existencia. _ Aún creé que él despertará?. Ja... yo lo dudo y con gusto no me vuelvo a acercar a ese muerto viviente. _ Ya sabía que no eras buena para mi hijo y para nadie, pero aunque lo dudes él volverá a despertar y tendrás que tragarte cada palabra. _ Ya lo veremos señora Stella. - Stella salió de aquella casa con mucho coraje, decepción y un sin fin de sentimientos que estaban a punto de desbordarse. No quería que su esposo la viera de esa manera, él ya estaba sufriendo demasiado así que decidió ir a casa de su gran amiga Lorenza. Lorenza era aquella amiga que nunca la dejaba sola, tenía dos hermosas hijas y una de ellas tenía un extraño padecimiento de mutismo. Lorenza le hacía compañía en el hospital desde que su hijo había caído en coma, ella le llevaba comida preparada por su hija para que no enfermara, en definitiva ella era la única persona aparte de su esposo en quien podría confiar.
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