66.¡Adiós Francia! ¡Adiós Amelia! Franco Estoy encerrado en mi oficina, cuando escucho risas afuera. Me levanto para ver de qué se trata y veo a mi madre y a mi madrina, hablando de manera muy fuerte con mi asistente, quien trae en sus manos una caja de galletas de las que tanto le gusta comprar a mamá. Me paso la mano por la cara, porque el que ambas mujeres anden juntas, solo significa una cosa: problemas. Mi madrina voltea a mirar hacia la puerta y me ve. Le hace una seña a mi madre, quien también se gira hacia mí. —¡Hijo! Ya nos dijeron que no estás ocupado, así que tienes que atendernos. –Miro a mi secretaria con ganas de asesinarla. Ella pudo detenerlas un momento, pero ahora será imposible que se vayan. —Franquito, que bueno que estás aquí. Tenemos algo urgente que habla