67.Parece una promesa
Amelia
Estoy llegando a casa, cansadísima del paseo. Anoche la fiesta terminó en la madrugada, pero me dio vergüenza decirle a mi jefa que no podía acompañarlos al recorrido. La mamá de Franco me cayó de maravilla, se nota que es muy buena persona. Y pues, que puedo decir de Franco. A pesar de que siempre es muy serio y sarcástico, fue una agradable compañía. Voy a dejar mi bolsa en mi sofá, cuando mi teléfono comienza a sonar. Me fijo para ver quien me llama y es Giusseppe. Me da un poco de pena contestarle. Camino por la sala tratando de retrasarlo. La llamada se cuelga, pero vuelve a insistir. Sé que no tengo más opción, así que le respondo.
—¿Hola? –trato de sonar normal. El silencio del otro lado, me dice que está enfadado.
—Hola. ¿No querías c
