Vicenzo Bajo a la ciudad. Si bien a mi papá le encanta quedarse dentro de su “fortaleza” de ladrillo y cerámica, yo siento que me volveré loco si me encierro. Voy al centro de la ciudad, aunque mi papá quedara detestando ese lugar después de que le robaran el celular sin siquiera darse cuenta en qué momento se lo sacaron del bolsillo. Es 31 de diciembre, así que las calles están atestadas de gente que está haciendo las compras a última hora para la cena con la cual despedirán el año. La gente me mira, a pesar de que estoy con una gorra, lentes oscuros y ropa deportiva para no llamar la atención; con todo y eso, al parecer mi sola presencia ya le dice a la gente que soy europeo, sin necesidad de tener cabello rubio. Hasta la misma Daniela, que es oriunda de esta pequeña ciudad,