Capítulo 5: Un encuentro en París.

1576 Words
Pero un día, en un viaje a Francia, Assia paró para disfrutar de una buena lectura y sus delicias, en un café de París, «Café Procope», que fue fundado en 1686, en cuál es un lugar muy antiguo con olor a café recién molido y unos croissant rellenos deliciosos. Se para un muchacho y le pregunta qué desea probar. Assia arruga su nariz mirando al mozo con cara de pocos amigos por su atrevida pregunta. —¿Cómo te atreves a hablarme así? —pregunta con firmeza. Al levantar la vista, ve a un hombre de unos 22 años con cabello n***o ondulado, ojos azules como el mar y un cuerpo de infarto. Se muerde el labio y se reprende mentalmente, diciéndose «deja de mirar y ponlo en su lugar». —¿Cómo fue que me dijiste tal desparpajo? —le pregunta con una ceja alzada. El mozo la mira, preguntándose qué le dijo a esa niña malcriada, y vuelve a preguntar qué desea probar. —Sólo quiero hacer un pedido para leer tranquila y ustedes, atrevidos, se me insinúan —responde Assia, levantándose y poniendo los brazos en jarras. El mozo comienza a reírse, sin poder contenerse, atrayendo las miradas de todos. Assia desea desaparecer bajo tierra. El gerente se acerca para ver qué pasa y le pregunta qué sucedió. Assia reclama la falta de respeto del mozo. —Lo siento mucho, señorita. ¿Qué podemos hacer para remediarlo? —pregunta el gerente, notando la elegancia de Assia. El gerente, al verla, se da cuenta de que es una cliente importante y se disculpa, ofreciendo cubrir los gastos. Luego le pregunta qué le gustaría probar. Assia comienza a reír al darse cuenta del malentendido. —Oh, entendí mal. Solo quiero un café con ron y un pastel de mora, por favor. El joven lleva el pedido a la mesa y ve a Assia concentrada en sus libros. Carraspea para llamar su atención y le entrega el pedido. —Aquí tiene su pedido, señorita. Disfrútelo —dice con una sonrisa. Assia se disculpa y él se retira. Ella lo llama y le pregunta su nombre a lo que él le responde que se llama Ángel. Le sonríe y se disculpa nuevamente. —Lo siento por el malentendido. Gracias, Ángel. Paga su pedido y deja una generosa propina antes de irse. Ángel encuentra el dinero y decide guardarlo, prometiendo se devolvérselo si la vuelve a ver. Estudia geología del petróleo y trabaja en el café para ayudar a su familia y pagar sus estudios. Assia regresa al lugar tres días después y se sienta en la misma mesa. Ángel se acerca y le pregunta qué desea probar. Ella responde lo mismo que unos días atrás, como si Ángel debiera recordar su pedido anterior. —Lo de siempre, por favor —responde Assia con una sonrisa. La sorpresa llega cuando Ángel le trae su pedido junto a un sobre y le dice: —Señorita, esto se lo olvidó el otro día —explica antes de retirarse. Assia mira el sobre y descubre que son los 100 dólares que dejó de propina. Sorprendida, con una sonrisa pícara, pone otros 100 más en el sobre, paga su cuenta y se va, dejando el sobre nuevamente en la mesa. Ángel vuelve a limpiar la mesa y encuentra el sobre con más dinero. Lo abre y descubre que ahora son 200 dólares. Decide esperar a que ella regrese para devolverle la cantidad. Pasados tres días, Assia regresa y le pide a Ángel su pedido. Él vuelve con su pedido y el sobre, pero esta vez se toma el atrevimiento de sentarse frente a ella y le dice: —Señorita, no debería ser tan distraída y dejar dinero que pueda necesitar en el futuro. Assia se sorprende y no sabe qué responder. Entonces, se le ocurre una idea y le propone a Ángel que con esa propina que le pertenece, la invite a tomar un helado al salir de su trabajo. Ángel acepta gustoso. —¡Me encantaría! —responde Ángel, emocionado por la propuesta. Assia pregunta a qué hora sale para que la lleve a tomar el helado. Ángel le dice que sale a las 20:30 hs, y así acuerdan encontrarse en la puerta de la cafetería para disfrutar del helado juntos. Antes de retirarse, Assia hace una llamada para investigar quién es Ángel. — Si señorita, en 2 horas le mando todo sobre él. — Gracias, Manolo, y deja las formalidades. Llegando la hora indicada, Assia espera a Ángel en el auto. Ángel sale con una camisa blanca de tela ligera, con dos botones desabrochados que dejan entrever su físico atlético. Sus jeans azules, ceñidos pero cómodos, resaltan su figura, y unas zapatillas blancas completan su atuendo casual pero elegante. Se detiene en la acera para buscar a la chica, pero al no verla, suspira resignado y continúa su camino hacia casa. Siente el peso del cansancio acumulado durante el día y la urgencia de estudiar para el examen que le espera el día de mañana. Mientras avanza por las calles iluminadas por las luces de la ciudad, se pregunta cómo una niña mimada podría interesarse en alguien como él. Aunque le atrae la idea, sabe que pertenecen a mundos distintos y que tal vez nunca podrían encajar juntos. Un auto se aproxima lentamente y le toca la bocina. Ángel frunce el ceño, pero al ver que el vehículo continúa su camino cerca de él, decide ignorarlo y seguir caminando, convencido de que la bocina era para llamar la atención de la joven que caminaba delante de él. — Manolo, detén el auto y espérame. Voy a bajar yo para que él sepa que soy yo —pronuncia Assia, decidida. — No señorita, yo bajo y le aviso al muchacho —responde Manolo. — No, pensará que soy una estirada que no puede más que mandar a alguien para acercarse. Para el auto. ¡Ángel! —grita Assia mientras baja del auto. Ángel se detiene sorprendido al escuchar su nombre y levanta la mirada para encontrarse con Assia, que se le acerca con una sonrisa amable. Assia se acerca a él e invita a subir al auto, pero Ángel, cortésmente, prefiere caminar hacia la heladería cercana. Assia asiente comprensiva, aunque en su mente se regaña por no haber considerado la posibilidad de que Ángel prefiriera caminar. Ángel y Assia caminan juntos hacia la heladería, compartiendo algunas anécdotas y risas en el camino. Mientras tanto, el auto de Assia los sigue a una distancia prudente. — ¿Siempre sales en auto o vives lejos? —pregunta Ángel, intentando mantener la conversación. — No vivo lejos —responde Assia, con una mezcla de sinceridad y reserva. Mintió, Assia ya que solo vive a 4 cuadras en un departamento con todo lo necesario para ser todo lo que su padre desea que sea. — Entonces, vayamos rápido para que tus padres no se preocupen —sugiere Ángel, notando la preocupación en las palabras de Assia. — Solo vivo con mi niñera y su marido, quienes me cuidan mientras estudio, ya que mi padre está en otro país por negocios —explica Assia, con un eco de tristeza en su voz. Finalmente llegan a la heladería, donde Ángel y Assia eligen sus sabores favoritos y encuentran una mesa donde sentarse. Mientras disfrutan de sus helados, la conversación fluye con naturalidad, y Ángel aprovecha para conocer más sobre los estudios y la vida de Assia. — ¿Qué estudias, señorita? —pregunta Ángel, interesado en conocer más sobre ella. — Administración de empresas y algunos idiomas —responde Assia, con orgullo en su voz. Ángel asiente, impresionado por la determinación y el compromiso de Assia con sus estudios. — ¿Y tú, qué estudias? —pregunta Assia, deseando conocer más sobre la vida de Ángel. — Geólogo Petrolero —responde Ángel, con humildad. La conversación continúa, y ambos comparten detalles sobre sus vidas, sueños y aspiraciones. A medida que se conocen mejor, descubren que tienen más en común de lo que pensaban y que podrían ayudarse mutuamente en el camino hacia sus metas. Así se conocieron los bisabuelos de Shomara. Ángel comenzó como pasante en la empresa del padre de Assia y, durante ese año y medio, desarrollaron una bonita amistad. El día que Ángel se recibió, no solo lo nombraron director de la empresa, sino que también le pidió a Assia que fuera su esposa. Assia reveló su verdadera identidad durante la cena de compromiso, y aunque Ángel se sorprendió, ya estaba enamorado de ella. Rafael Daye padre de Assia había logrando que su princesa Assia fuera esa mujer que su amada esposa Anastasia deseaba. Assia junto a Ángel , se convirtió en la mujer más poderosa de la ciudad de SAID. Rafael se retiró junto a su suegro a disfrutar de una vida apacible . Aunque unos meses después Rafael juntó a su suegro viajando en un jet perdieron la vida . Hasta el día de hoy, el misterio sobre lo que ocurrió en ese accidente sigue sin resolverse. ★¡Saludos! Quiero expresar mi profundo agradecimiento por dedicar un momento a leer mi novela. Sus comentarios son invaluable e importantes para mí, así que no duden en compartir sus pensamientos y opiniones. Además, les invito a seguirme para estar al tanto de futuras publicaciones y novedades. Que tengan un día maravilloso y lleno de inspiración. ¡Gracias de nuevo por su apoyo!... ,
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