Alexander ayudó a Amber a ponerse de pie, ambos se quedaron en silencio, las mejillas de Amber estaban enrojecidas y su vestido completamente desarreglado. Se incorporó tan rápido como pudo y haciendo a un lado el temblor en sus piernas, colocó sus pies sobre el suelo, Alexander la observó detenidamente mientras ella luchaba con los botones de su vestido queriendo acomodarlos, fue entonces que él se acercó y colocó su saco sobre sus hombros. Alexander probó sus labios una vez más, como si quisiera conservar en los suyos el sabor y la textura de su boca y después de aquel intercambio que volvió a dejar a los dos sin aliento, la tomó de la mano para salir de la oficina y llevarla a su casa. Alexander abrió la puerta de su auto y Amber subió, rodeó de prisa y subió también. Amber agachó s