Planes

1191 Words
─¿Ya empezaron las clases? ─sale Lexi del baño a toda prisa, mientras mira a todos lados ventilando un poco nerviosa. Se ve alterada y ansiosa, además de sonrojada. ─No lo sé, yo acabo de salir del auditorio, no podía salir de allí porque había demasiada gente. ─murmura mirando de manera incesante hacia atrás. ─¿a quien buscamos?, ¿eh? ─pregunta ella mirando también hacia atrás, intentando matar su curiosidad. ─Nada importante. ─dice tomándola del brazo algo brusca llevándola con ella al salón. Lexi está tan drogada que sin importar la efusividad de Isabel en tomarla del brazo, ella solo se deja guiar sin decir nada más. Ambas toman tantas clases como es posible hasta que el teléfono de Isabella empieza a vibrar. "Es hora, nos vemos donde acordamos" ─dice y sin pensarlo tanto sale del salón. ─¿a dónde vas? ─pregunta Lexi saliendo tras ella. ─Olvidé que tengo un par de cosas que hacer, ¿podrias tomar los apuntes por mi, por favor. ─dice a modo de súplica, por lo que Lexi asiente y regresa al salón algo tambaleante sin más preguntas. Otra de sus compañeras de clases está por entrar, e Isabella aprovecha para chocar con ella con sutileza. ─Lo siento. ─se apresura a decir sumisa. ─bien. ─dice cortante la otra chica. ─Si ves a Lexi, dile que estaré en la biblioteca, ¿sí? ─pregunta y ella asiente amable. Isabella sabía que ella no lo haría, de hecho ni siquiera le agrada Lexi o Isabella, pero si algo salía mal tenia la coartada de una de las compañeras de universidad. No era mucho, pero ya era algo. ─¡mierda!, mierda... ─busca en su bolso el maquillaje y una de sus pelucas, ni loca se atrevería a hacer el trabajo que propuso tara sin antes cubrir su rastro, pero no tiene pelucas más que la castaña que suele usar, ya la habían visto con ella, así que no tuvo más que usarla. Asegura su peluca lo mejor que puede con un par de vinchas para aferrarse a su cabello, se maquilla como suele hacerlo, y cambia totalmente su atuendo, lo que la hace invisible para los demás. Ya no es una hermosa rubia y elegante, ahora solo es una castaña común como cualquiera de clase media. No puedo creer lo que voy hacer, debo estar loca, pero si no lo hago mi madre no tendrá como salir esta vez de ese maldito cáncer, es eso o la vida de mi madre, y, ¡joder!, ¡maldición! Ella aprovechó el cambio de materias para camuflarse entre la gente y poder salir sin ser relevante para nadie, ya que los de su clase, todos estaban aún en el salón. Camina de prisa hasta el estacionamiento para salir por la puerta pequeña, cruza la calle y está por llegar al otro lado cuando es abordada por un auto viejo y sucio, que emana un olor nauseabundo desde el interior. ─¡Tarado! ─reniega levantando la mirada al conductor, solo para descubrir que es el novio de Tara. ─Vamos muñeca, ¡sube! ─patea la puerta trasera, lo que hace que se abra. ─se acaba el tiempo. ─murmura sobando sus fosas nasales y relamiendo sus labios mirando a todos lados como un desquiciado. ─cierra la boca. ─lo regaña subiendo de prisa, no sin antes hacer un barrido visual, esperando no ser vista por nadie de la universidad, o nadie que se interese en ella, o estaría en problemas. Pero al entrar descubre a otro tipo en el auto, el tipo se ve como el clásico delincuente de barrios bajos, tatuado, mal encarado, con anillos enormes y cadenas gruesas plateadas, más estereotipado, imposible. ─¿qué sucede aquí? ─pregtuna la ver al tipo, Tara se ve demasiado nerviosa y ansiosa, mientras el tipo no la suelta. ─Un amigo. ─sonríe señalando al mal encarado con la mirada. ─¿Esta es la muñequita que hará el trabajo por nosotros? ─preguntó tocando un delgado mechón de su cabello, por lo que ella retrocede con fastidio. ─Debes ponerte esto para entrar. ─le lanza una bolsa plástica a la cara. ─trata de no ensuciarlo, debo entregarlo esta misma noche, así no será sospechoso. ─Dice Tara ya un poco más cuerdo que cuando lo ha planteado. ─¿Qué tal la universidad? ─pregunta con tono burlón el novio de Tara mientras toca la entrepierna de ella con fuerza, lo que le hace soltar un gemido de dolor, pero lo disimula al sonreír. ─Dejame lejos del lugar, o lo notarán. ─dice Isabella sin poder soportar más el nauseabundo olor a marihuana y basura que hay dentro de ese auto, además de lo vsualmente repugnante que se ve. ─Él irá contigo, y está cerca todo el tiempo, si en algún momento te pierde de vista, tú tendrás problemas. ─advierte el novio de Tara. ─Se supone que nada más seríamos los tres, ¿por qué el cambio ahora? ─pregunta fingiendo enojo, cuando lo que está es siendo presa de los nervios. ─Entra, busca un baño y cambiate, mézclate entre los invitados, y consigue todo lo que tenga valor, diamantes, oro, efectivo, todo, y nosotros estaremos aquí esperándote, no lo olvides. ─advierte Tara, esta vez con un gesto de preocupación. ─Ustedes se llevan todo y yo me quedo aquí expuesta, buen trabajo. Que justo suena todo eso. ─reniega negando con su cabeza. ─Ella tiene razón. ─dice Tara intentando zafarse del novio. ─debería ir con ella y ayudarla un poco. ─insiste en abrir la puerta, pero él la fulminó con la mirada sin soltar su entrepierna. ─Escucha perra. ─Tomo a Isabella por la muñeca con fuerza. ─vas con él. ─mira al tipo mal encarado. ─tráeme dinero, joyas, todo. Sobre todo dinero, y regresa aquí o te encontraré, y ya tú verás lo que te haré. ─gruñe con furia presionando su muñeca con más fuerza. ─Ya dije que lo haré. ─tira de su mano con fuerza hasta que el tipo la soltó. ─no tienes que ser más idiota de lo habitual. ─masculló molesta, pese a que por dentro está aterrada, intenta no demostrarselo a él. ─Así me gusta... ─intenta tocar el mentón de Isabella, pero ella retrocede de manera ágil. Isabella ve como Tara hace mohines discretos cuando el tipo no la ve porque está sacando algo de su bolsillo, pero no logra descifrar de qué se trata. ─Si hay algún cambio de planes te avisaré, si llamo, tu contestas. ─enfatiza en el "yo", y el "tu" lo que lo hace aún más desconcertante. ─¿Estás bien? ─le pregunta a Tara, lo que hace que el tipo la fulmine con la mirada enseguida. ─Sí. ─asiente con una risa demasiado falsa. ─me emociona el dinero. ─dice evitando ver al hombre de frente. ─Metete en tus asuntos, ahora ve por mi dinero, y no tardes. ─dice prácticamente corriendo con un ademán. ─No la pierdas de vista. ─advierte el tipo al mal encarado, mientras apenas Isabella se voltea. ─¿qué diablos tratabas de hacer? ─confronta a Tara. ─Nada. ─balbucea aterrada. ─solo intentaba ayudar. ─solloza temblorosa, pero antes de que pudiera responder o decir algo le lanza un golpe a la cara de Tara.
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