Malard.

1495 Words
Me niego a saber quién o cómo son los Jerome, no me interesa. Sé que son una familia de cinco personajes, dos infelices y tres bastardos que son de la infeliz traidora ex mejor amiga de mi madre, y del infeliz que fue mi padre, pero no me interesa verles las caras a esos tres bastardos, deben ser horribles como la caca, es imposible que los bastardos puedan tener buena cara, no después de toda la mierda que han dejado a su paso. ─Hola... ¿cómo estás?, no puedo creer que nos hayan cambiado de universidad a mitad de la carrera. ─se acerca Alisa. ─Sí lo sé. ─musitó mirando en su bolso esperando no haber olvidado nada. ─hoy a sido una mala mañana. ─reniega moviendo el brazo, asegurándose de que aún puede moverlo ya que el chocar con el muchacho desconocido le ha dejado una molestia en el hombro. ─Nos citaron en el auditorio para una oratoria, esto de aspirar a ser administrador de empresas al parecer requiere de un o dos oratoria por mes, ojala fuesen por semestre, son muy aburridas... ─reniega mientras caminan. ─¿Y si esperamos a que falte solo media hora para terminar y entremos? ─reniega con fastidio Isabella. ─De hecho se me ocurre algo mejor. ─dice tirando de su brazo para llevarla al baño. ─¿qué? ─pregunta volteando a verla, solo para descubrir cómo enrollar hojas de marihuana triturada en un papel de manera prolija. ─no gracias, no quiero nada de esto. ─niega con la cabeza retrocediendo. ─No te hagas las santurrona, solo es un poco de alegría para tranquilizarme. ─se encoge de hombros mientras lo enciende. ─No soy santurrona, solo no me gusta eso, es todo. ─abre la puerta para salir, pero Alisa la cierra con fuerza. ─¿Estás loca? ─la fulmina con la mirada. ─¿quieres que me quiten la beca? ─pregunta manteniendo su mano en la puerta. ─Lo siento. ─se encoge de hombros. ─Si quieres hablar conmigo, está bien. ─quita la mano de Alisa de la puerta. ─pero no me incluyas en tus tonterias de marihuana, no me interesa. Drogas, armas, o lo que sea, no me interesa. ─la regaña apartando. ─Nos vemos después. ─Bien. ─lo apaga rapidamente despues de una larga inhalación y la sigue. ─en serio eres aburrida a veces amiga. ─No soy aburrida, tu eres muy tonta. ─la empujó con sutileza. ─enfócate con lo que es importante. Estudio, carrera, dinero y estas por encima de todos los demás. Lo quieres todo. Todo. ─sí, que eres ambiciosa. ─murmuró para ellas mientras caminan por el pasillo camino a la oratoria. ─Es tu culpa que vaya tan temprano al oratorio, no quería esto. ─reniega abriendo la puerta con discreción. ─como sea. ─reniega mientras entra tras Isabella, mira a su alrededor por unos segundos y por el poco interés que tiene en estar allí, baja su mirada clavándose en su teléfono. ─Eres horrible. ─musitó negando con la cabeza al sentarse en una de las últimas filas, mientras el orador continúa con lo suyo. El tema es de mucho interés para Isabella, pero sobre todo tras un par de segundos de escuchar del tema fija su mirada en el orador. es el mismo desconocido que ha chocado con ella, sonrie por unos segundo al recordar el momento y lo gracioso de la situación, al ver al alrededor del orador nota a la hermosa chica junto a él, y a un apuesto chico con rizos castaños, ojos claros y muy buen físico, se enamoró de inmediato al verlo. Su sonrisa, es su sonrisa lo mejor que puede haber conocido, pero al ver como éste veía a la mujer a su lado, e instantáneamente recordó lo que ella le había dicho a él cuando la chocaron. El estruendoso sonido de los aplausos y fastidioso dolor en la sien que sintió en cuanto encendieron las luces la sacó de sus pensamientos. ─Bien, ya terminó. ─se levantó Alisa. ─nos vemos en el salon, iré a ver algo. ─dijo saliendo de prisa del lugar, dejando a Isabella atorada en el asiento, ya que todos se han amontonado para salir. ─Joder... ─musitó para sí misma al sentir que lo único que quiere es salir del lugar. Mueve su brazo una vez más al sostenerse del hombro, aún la molesta su brazo, pero lo que no puede notar es que aquel desconocido la está observando, a ella, a ella entre la multitud. ─¿Qué es lo que miras? ─pregunta la mujer bonita junto a él, tratando de mirar en su dirección, quiere saber antes de que lo diga. ─Ah... ─sonríe golpeando el hombro de él. ─ya veo... ─asiente. ─parece que realmente fuiste un tonto al chocar con ella, la dejaste herida. lo regaña. ─Ve y ofrece tu ayuda, debes llevarla al médico, no se ve bien. ─prácticamente lo empuja hacia ella. ─Bien, ya voy... ─baja de las escaleras para seguirla. Mientras Isabella sale del auditorio y busca con la mirada a Alisa o Lexi para no estar sola, pero no las encuentra y deja el asunto de lado para ir a su salon. ─Lamento que le moleste. ─dice el hasta ahora para ella desconocido al detenerla en su paso. ─¿Qué? ─se voltea. ─Por favor, deje que la lleve al doctor. ─dice apenado, y algo risueño a la vez. Isabella algo avergonzada camina por el pasillo, cuando ve a una de las chicas que le hicieron la vida imposible en la otra universidad por saber que es becada, no puede evitar sentir odio por solo verla. ─¿Se conocen? ─pregunta al ver su mirada fija en Maddie Mills. Aquella hermosa chica rubia a despertado su interés, es hermosa, con una voz suave y tan sublime que parece una muñeca de porcelana, y que de todas las personas del mundo, ella conozca a una de las gemelas Mills, hijas de la super modelo y el escritor Dorian Mills, quien es considerado en su familia como su tío, era una oportunidad, una en un millón, era algo de suerte del destino. ─Claro. ─musitó con una sonrisa hipócrita. ─Eso es... ─pensaba decirle lo increíblemente afortunado que era, ya que ella era como su prima, pero luego Isabella continuó. ─Es una estúpida niña rica y mimada que se cree dueña del mundo. ─Dijo y él no supo qué decir. ─¿Puedo saber qué fue lo que hizo?, ¿o... solo odias a las modelos? ─preguntó. ─Mills, Ferrer, Miller, Hotchner, sobre todos los Jerome, todos son unos vanidoso, mimados y traidores... ─habló para sí misma en voz alta. Era absurdo para él, ¿cómo puede odiar tanto a todas esas familias, sin saber nada de ellas?, pero lo más curioso para él era, ¿quien es ella?, ¿y, por que los odia tanto? ─Si que son vanidoso... ─musitó con ironía, pero Isabella estaba tan ensimismada que no lo notó. ─Exacto. ─volteó la mirada a él. ─Soy... ─estuvo a punto de decirle su nombre, pero eso significaba que ella sabría que él era un Jerome, o por lo menos es lo que decía su padre Alejandro, ya que ese también era su nombre. ─Ale... ¡Alex! ─tendió su mano. ─Mía. ─mintió, jamás decía su verdadero nombre a nadie, solo cuando tenía que presentar su documento de identidades. ─Lamento haber chocado usted... ─se quitó su anillo y reloj que lo identificaban como un Jerome, ya que tenía el sello de la familia. ─Soy nuevo en esto de conducir un auto, y apenas sé cómo se estaciona uno... ─¿Eres estudiante?, ¿o... ─él titubeó para contestar, pero justo cuando estaba por darse por vencido y decir la verdad, ella continuó. ─No puedes ser estudiante, te vi en el oratorio... ─¿Estuvo ahí? ─preguntó con duda. Se sintió perdido, sus mentiras había caído muy rápido. Su padre le había aconsejado por ella, y le había dicho que mentir era lo peor que podía hacer y que eso no duraría mucho, pero él no pudo evitar hacerlo. ─No al inicio, pero llegué para escuchar lo mucho que le ha costado construir su propia fundación a la par don su propia marca, y... ─Soy... Alex Malard, y... pedí mucho hacer esto de hablar en una oratorio, mi mentor me ayudó, y se lo agradezco, he perdido un poco el miedo a hablar en público. ─mintió. ─mi mentor me dijo que tenía que proyectar, y escribir cuál sería mi historia si yo ya hubiese conseguido todo lo que quiero, y ... ─Entonces..., ¿no tiene una marca, o fundación? ─preguntó. Involuntariamente toca su hombro y lo mueve por la molestia, lo que no pasó desapercibido para él. ─Por favor, déjeme llevarla a que el médico la revise, me siento culpable por chocar con usted... ─insiste. ─No. ─lo detiene al sentir que ha sido demasiado amable con él, y no debería, no es así como ella suele actuar con los demás, y menos con desconocidos. ─Tengo cosas que hacer. Adios. ─dice y se va sin decir más.
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