Sandra.
23 de julio del 2022.
Le doy un extenso, pero reconfortante trago a mi taza de café n***o humeante que no tarda en despertarme por completo de mi medio letargo. Apoyo mi espalda en la cómoda silla de mi consultorio rememorando cómo es que de verdad puedo seguir sintiendo esta rara sensación en mi pecho.
Cubro mi rostro con mis manos, rememorando en que momento Dorian descubrió cada mínimo detalle de mi vida, quitando el hecho de que mi peor secreto ya fue revelado ante el solo por causalidad, pero… ¿y si todo fuera mucho más que una casualidad? La frustración me gana, llevándome a cuestionarle a mi mente más cosas de las necesarias.
Me termino el café con una irremediable sensación agasajada en el pecho, sintiendo de un momento a otro la vibración de mi teléfono móvil con u
