Capítulo #6: Ella no escapó

1665 Words
Por la madrugada, Sean Hyland despertó de pronto, sintió que ya no podía dormir más, caminó por su habitación y abrió el balcón, hacia calor, pronto llegaría el verano, y cuando miró a través de su balcón, vio que él contiguo estaba abierto, se sintió enfurecido, pero luego tuvo una idea «¡Ella escapó!» pensó, la sola idea de saber que Merybeth hubiese escapado le desagradó, fue como si una espina fuera enterrada en su piel y se sintió tan furioso, cerró su balcón y corrió a comprobarlo con sus propios ojos, ella no podía irse, no sin la inspección del abogado de los Hyland. Cuando Sean tocó a su puerta y ella no abrió, pensó lo peor, abrió la puerta, y entró en la alcoba que estaba a oscura, pero lo siguiente que vio ante su mirada le pareció inconcebible, ¡Ella no había escapado! En cambio, Merybeth estaba ahí, ante sus ojos, recostada sobre el suelo inerte, incluso aun vestía de novia, excepto por el velo tirado sobre el suelo, con el balcón abierto de par en par, parecía dormida, Sean la miró irresoluto, pero caminó hacia el balcón, lo cerró bien, asegurándose de que nadie del exterior pudiera entrar, luego la miró bien, comprobó por la forma en que respiraba que estaba durmiendo, Sean tomó su móvil del suelo, estaba sin batería y lo llevó a una mesa, dejándolo ahí, luego se acercó a la mujer, sintió un poco de lástima de verla así, creyó que debía sentirse incómoda, entonces, Sean la tomó entre sus brazos, para recostarla en la suave cama, apenas la depositó, Merybeth abrió los ojos, lo miró, sus largas pestañas y sus ojos brillantes parecían tener un hechizo sobre él, que le impidieron moverse, fue como si Sean no fuera consciente de ello, y solo estaba a merced de su mirada Merybeth aún seguía algo ebria, y parecía alucinar, lo miró, de pronto algo en su gesto le recordó a Joe, pero al menos no mencionó su nombre, solo acarició con su mano su rostro, de una forma tan delicada, que incluso Sean sintió que su cuerpo se estremecía ante semejante caricia, tragó saliva, como si pudiese aferrarse a algo de realidad, Sean Hyland se sentía incapaz de volver a amar a ninguna mujer, luego de que hace años fuera víctima de un cruel engaño, pero ante esa chica, sintió que ahora era débil —Señor Antártida, ¿Es usted? Él quiso alejarse, pero ella sostuvo su mano y de pronto sus manos se aferraron a su cuello, estaba tan cerca de su rostro, podía sentirlo tan ardiente sobre su piel, de pronto ella solo cerró los ojos y besó sus labios, era como un ligero roce, y Sean Hyland no era un hombre de piedra, cuando pudo prever lo que hacía, la besaba con apremio, sujetándola de la cintura, había perdido toda la cordura, y el valor que antes lo mantenía alejado de cualquier mujer, y la besaba como si no hubiese otra oportunidad, como si fuera la última, sentía la energía de ese beso, que recorría con sensaciones placenteras todo su cuerpo, era un beso tan pasional y ardiente, y también había un toque dulce, cuando ella se quedó sin aliento, él se alejó, la vio recostarse sobre la almohada y solo cerrar los ojos, para volver a dormirse Sean admiró su belleza, sí, era la mujer más hermosa que había visto, y también la más loca, Sean tocó sus labios y deseó nunca volver a perder el control como esa noche lo había hecho, él no estaba dispuesto a amar a nadie, nunca más. A la mañana siguiente, cuando Sophie despertó, corrió a tomar su móvil y mirar todos los mensajes que tenía, de pronto, de la noche a la mañana, ahora ella era muy importante en la red social, sin embargo, notó que su hermana seguía teniendo más seguidores que ella, pero vio que su canal de viajes fue cerrado, una sonrisa se formó en su rostro «¡Me alegro mucho! Seguro de que te está doliendo, tonta» pensó Ella siguió leyendo algunos comentarios, hasta que percibió aquel mensaje que la frustró demasiado «Merybeth puede ser lo que quiera, pero sin duda, ella es más hermosa que la hermana, para mí, Merybeth es la cenicienta y Sophie la hermanastra» decía aquel mensaje con emojis de burla, aunque para cualquier persona aquel mensaje podía pasar desapercibido, tal parecía que a Sophie la afectaba mucho, se miró al espejo y de pronto, lanzó un gritó de furia, tan fuerte que su madre corrió a ella, abrazándola —¿Qué pasa, mi niña? ¿Por qué te has puesto así? Sophie no dudó en mostrárselo a su madre —¡Ellos mienten! Tú eres más hermosa que Merybeth, eres la más hermosa del mundo. —¡No me mientas, madre! Sé que ella es más bonita que yo, todo el mundo siempre la ha preferido sobre de mí. —¡Claro que no! Yo te amo a ti, y te prefiero sobre de ella y sobre de todo el mundo. —Sí, ¡Porque eres mi madre! Sé que no eres madre de Merybeth. De pronto, Arabella dio un paso atrás, tan impactada de las palabras que Sophie decía —¿Cómo lo supiste? —El día de mis dulces dieciséis escuché cuando se lo decías a papá, sé que, la madre de Merybeth fue enviada a un sanatorio por culpa de ustedes dos, sé que eran amantes, y planearon arrebatarle a esa mujer su dinero, para finalmente lanzarla a la calle, ¡Lo sé todo, madre! Por eso nunca has querido a Merybeth, pero la fortuna aún sigue a nombre de ella, ¿Cómo podremos tenerla? —Tranquila —dijo Arabella abrazando a su hija—. Esa fortuna será nuestra, tarde o temprano, y tú te casarás ahora con Joe Carson, el hombre más rico de la ciudad. —No madre, ahora Joe Carson ya no es el hombre más rico de la ciudad, dicen que ha llegado un gran CEO billonario, incluso tres veces más rico que el propio Carson, se llama Sean Hyland. —No importa, tú serás una Carson, y Merybeth será solo una repudiada por siempre —dijo tan feliz y sonriente —No me sirve que sea una repudiada —dijo Sophie—. También quiero que sea fea, yo quiero ser mejor que ella, incluso más bella que ella. —Hija… —Yo me encargaré, madre —sentenció mirándose ante el espejo Cuando Merybeth abrió los ojos se levantó abrupta, miró la hora y vio que era tarde, su marido debía trabajar, y su obligación era preparar el desayuno, bajó aprisa, pero topó con él por el pasillo —¿Qué haces? ¿A dónde vas? —Yo… —exclamó con la mirada triste—. Me he quedado dormida, debo preparar el desayuno. Él la detuvo —No te preocupes, de todos modos, hoy tengo un desayuno de negocios, así que, déjalo, desayuna tú, pero, dime, ¿Hasta cuándo usarás ese vestido de novia? Ella ahogó una risa, era cierto, no se había cambiado desde ayer —Te veo después. —Adiós, esposo. Él caminaba por las escaleras, pero al escucharla la volteó a ver tan confuso —Adiós, señor Antártida, digo, Hyland. Sean no volvió a verla y se fue de prisa. Merybeth aún se sostuvo del barandal de la escalera, pero de pronto un recuerdo de anoche vino a su mente, tocó sus labios pensándolo —¡Imposible! Entonces, fue solo un sueño, ¿Soñé que besaba al señor Antártida? —ella hizo un gesto de repudio—. ¡Imposible! Porque él no me gusta para nada —sentenció, pero en su interior, supo que, aunque lo negara, Sean Hyland era un hombre muy atractivo. Luego de darse un baño, Merybeth lavó su vestido de novia, lo secó y lo puso en su armario, no quería tirarlo, lo amaba, era como el recuerdo del vestido que jamás pudo tener en su boda con Joe Carson, era especial en su corazón, se sentó sobre la alfombra viéndolo —Nunca seré una novia a la que esperen en el altar, solo una de contrato, que pronto será una divorciada, bueno, pero tendré dinero, pero no me servirá de nada —pensó con dolor, luego escuchó su teléfono resonar, se acercó a él, ya le había recargado la batería, cuando vio la pantalla, observo que era Sophie, respiró despacio y respondió —¿Qué quieres? —Debo verte, hermana, por favor, quiero que arreglemos esto, hay algo muy importante sobre Joe que debo decirte. —¿Acaso no es suficiente con todo el daño que ya me has hecho? —exclamó molesta —¡Por favor! Somos hermanas, no puedes olvidarlo, déjame hablar contigo, solo una última vez. Merybeth lanzó un respiró profundo, sintió que no quería, pero debía hacerlo, después de todo ella era su única hermana —Está bien, ¿Dónde te veré? —Te enviaré la dirección en unos minutos por mensaje, gracias, hermanita. Merybeth colgó la llamada, y sintió una zozobra, pero no hizo caso a su instinto. Sophie tocó la puerta de aquella casa, en uno de los barrios más pobres y peligrosos de Genesee El hombre que abrió la puerta no tenía la mejor pinta de caballero, pero la dejó pasar, de pronto ella se arrojó a sus brazos y la besó —¿Me extrañaste, nena? Ella dijo que sí y él la llevó hasta una habitación —Espera, espera, antes tienes que hacer algo por mí, quiero que me ayudes con Merybeth. —¿Tu hermanita? ¿Ahora que quieres hacerle? —Quiero destruirla, y tú me vas a ayudar, vamos a destruir su gran belleza. Clint la miró aturdido sin entender, pero ella lo besó y fueron hasta la cama, Sophie necesitaba seducir lo suficiente a ese hombre para que fuera capaz de cumplir con sus caprichos.
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