I. Desastroso día para que todo acabara

1273 Words
Capítulo 1: Desastroso día para que todo acabara.   KIARA CRAFT   No podía creer lo que mis ojos veían, retrocedí casi tropezando con mis propias muletas, pero logré sostenerme y pararme firme observando a la mujer alejarse con una sonrisa en sus labios rojos y a Ángelo también con una deslumbrante sonrisa de complicidad. Sentía como si me hubieran arrancado el corazón y lo hubieran lanzado a un precipicio. Mis ojos empañados en lágrimas sintiendo que mi cabeza zumbaba de todo lo que estaba asimilando, todo vino a mi mente como un remolino desde el primer instante en el que nos conocimos cuando desperté en su casa, cada momento, cada beso, cada sonrisa, cada pelea, cada instante de felicidad, de tensión, de tristeza, cada puto momento que compartimos y superamos siendo destrozado en mis ojos en miles de pedazos. No podía respirar, sentía que se me nublaba la visión, ¿por eso no quería estar conmigo? ¿Tenia a otra? ¿ya no me amaba? Desde aquella vez que salimos de la clínica cuando se recuperaba del disparo y me dijo por primera vez que me amaba, él no me lo había vuelto a decir, pero lo demostraba con sus gestos… ¿acaso todo se había acabado y yo no me había dado cuenta? Maldición.  Todo se había acabado, él tenía a otra… o tal vez muchas más, siempre fue mujeriego, pero por un instante había creído que de verdad había cambiado por mí y realmente me amaba. Que estúpida. Un hombre mujeriego nunca será fiel, por más que pareciera amar a alguien simplemente nunca estaría satisfecho y lo peor era que hasta ahora lo comprendía. Sentía como si mi mirada se hubiera nublado a un intenso rojo; como esas alarmas de seguridad que encandecen, todo lo veía de ese color y lo único que tenía era ira acumulada dentro de mí porque sentía mi corazón vuelto añicos. Tomé una de mis muletas y me volteé hacia la camioneta de Ángelo para golpear el vidrio con fuerza, esta se rompió en miles de pedazos con un ruido estridente y yo seguí dándole golpes a la camioneta rayando la pintura, cuando el agente de seguridad de Ángelo que me trajo me tomó por la cintura, cargándome, había llamado la atención de muchas personas en el restaurante, que habían salido a ver qué pasaba, pero a mí lo único que me importaba era mi puto corazón roto. —Llévatela de aquí —dijo Ángelo pareciendo conmocionado. Hijo de puta. El muy desgraciado ni siquiera tuvo el valor de enfrentarme, aunque claro yo estaba haciendo todo un espectáculo porque tenía la mente tan nublada de lo enojada que me encontraba que no podía parar de gritarle muchas ofensas de las que ni recuerdo. Había perdido toda la clase, mi dignidad y mi cordura.  Me llevaron de regreso a la casa y comencé a empacar todo, tampoco era como si tuviera tantas cosas, aún tenía mi propio departamento uno que me había comprado y estaba vendiendo. Hoy era un buen día para regresarme. Le pedí al chofer que me llevara, realmente ya no quería estar aquí, pero él no se movió de su lugar pareciendo algo apenado y asustado de mí, posiblemente por mis ojos hinchados y llorosos. —El señor Werner dijo que no la dejara salir mientras el volvía —dijo. Ah claro, mientras el volvía de su cena con aquella puta. Apreté mis puños, no iba a esperar aquí para pelear, no quería verlo, simplemente quería desaparecer y hacer que el dolor de mi pecho dejara de doler, mi mente nublada me impedía tener pensamientos coherentes. —Si no me llevas me voy en taxi —refuté. Lo empujé para poder bajar el ascensor y al salir a la calle paré el primer taxi que pasó indicándole que me llevara a mi apartamento, unca vez que subí y estuve sola fue cuando me derrumbé siendo un mar de lágrimas y llamé a Lana. No podía creerlo. No lo asimilaba, es que todo había sido tan perfecto y simplemente ya no… Todo se había acabado en cuestión de segundos. —Amiga —dije cuando me atendió—, perdón, sé que es el cumpleaños de David y te interrumpo… —No amiga —dijo—, ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? ¿hablaste con Ángelo? —Estaba con otra —gimotee. Confesarlo dolía, aun se sentía jodidamente irreal que me hubiera engañado con otra chica cuando me hizo creer que nunca amo a nadie como me amaba a mí. Alguien debía de darme un golpe por creer que el amor era sinónimo de fidelidad. Ella se quedó muda por un tiempo prolongado, tanto que tuve que mirar la pantalla del teléfono para ver si seguía ahí conectada, hasta que por fin dijo: —¿Cómo así? —Lo vi en un restaurante —expliqué—, estaba besándose con una rubia. La imagen se repetía en mi mente, me atormentaba, me dolía y ardía porque no podía quitarla ni dejar de pensar en eso. Me enojaba. —Desgraciado… —susurró— ¿Dónde estás ahora? ¿Qué hiciste? —Usé la muleta para romper su auto —comenté sintiendo mis mejillas sonrojarse, maldición, ¿Por qué había hecho eso? Actué como toda una loca. —¿Qué? —Lana soltó una carcajada y yo también me reí pero de la vergüenza. —Sí —continué en un suspiro—, rompí las ventanas e hizo que me sacaran y me devolvieran a su casa, entonces agarré mis cosas y me vine a mi apartamento. Ella pareció analizar mis palabras hasta que finalmente dijo: —Él irá a buscarte. —Posiblemente —conociendo a Ángelo él haría todo lo posible para solucionar esto por las buenas o por las malas... aunque ahora no estaba tan segura, el sujeto que vi en el restaurante no era el mismo que fue a rescatarme cuando me secuestraron o cuando comenzó a enamorarse poco a poco de mí. —Lo siento amiga —murmuró. —Debí suponerlo —solté una risa irónica—, j***r, es que el hecho de que no quisiera follar, y el de discutir tanto… maldición era tan obvio y yo tan estúpida. —No eres estúpida. —Claro que sí —sentí las lágrimas escurrirse de mis ojos—, ¿por qué creí que él iba a cambiar? ¿por el poder del amor? Lo idealicé como uno de los protagonistas de mis historias, pero terminó siendo un ser humano común y corriente. Era así, por más que doliera, él no era mi príncipe azul, tal vez solo uno verde y mentiroso. —Vente a Italia —soltó Lana de repente. —¿Qué? —Vente a Italia, toma el primer avión. —No puedo… es decir, el trabajo, la boda… —¿Cuál boda? —dijo indignada— Después de esto piensas casarte? Ella tenía razón, eso dolía más, que tuviéramos tantos planes de iniciar una vida juntos y él simplemente no le importara. —Pero el trabajo… —Tú trabajas escribiendo —dijo—, así que te traes tu computadora, serán unos meses mientras te relajas ¿bien? Aquí incluso puedes conseguir más inspiración. De hecho, la idea no sonaba nada mal. —Okey —murmuré, no iba a quedarme aquí para seguir llorando como una estúpida que le pusieron los cuernos. Ni siquiera perdí tiempo, busqué el primer vuelo que salía hoy y empaqué varias cosas que necesitaría, lo que se me olvidara podía comprarlo allá, solo necesitaba irme rápido, desaparecer... Y me fui a Italia sin mirar atrás.          
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD