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90 días para olvidarte

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intro-logo
Blurb

Han pasado 2 meses desde que Kiara y Ángelo se casaron para cobrar la famosa herencia, el amor y la emoción hizo que comenzaran a planear una verdadera boda musulmana acompañando la religión de Ángelo, pero a pesar de que Kiara está emocionada y estresada por los preparativos de la verdadera boda, se decepciona cuando cree que Ángelo la engaña con otra mujer, rompiendo su corazón en miles de pedazos.

Despechada decide irse a Italia con su mejor amiga Lana y conoce a un italiano, pero Ángelo no está dispuesto a dejarla ir, y ahora él hará todo lo posible para volver a conquistarla.

Libro 2 de: 90 días para conquistarte.

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Prólogo
KIARA CRAFT   —¿Qué tan difícil es cambiar un bombillo? —refunfuñé mientras me subía a la escalera a cambiar el puto bombillo quemado. No, se suponía que eso no era nada difícil, solo desenroscar el quemado y colocar el nuevo. Se lo había dicho a Ángelo antes de que se fuera al trabajo en la mañana, pero él dijo que le dijera a la empleada que lo hiciera o que él lo hacía al volver porque estaba apurado, obviamente no iba a decirle tal cosa a la empleada; la señora Cheila tenía casi 50 años y parecía de 80, únicamente estaba aquí para cocinar y limpiar un poco, pero no iba a exigirle que se montara en una escalera tan alta a cambiar un bombillo. No. Yo lo podía hacer. Si ella se caía quedaría en mi conciencia de haber matado a una señora mayor. —Listo —murmuré cuando la luz blanca iluminó mi pequeña oficina. Habían pasado 2 meses desde el accidente donde Cristian me secuestró y casi mató a Ángelo, por suerte para todos no fue así, Ángelo se recuperó y me mudé con él a su pent-house, él seguía ocupándose de sus negocios y me había cedido una habitación que usaba como mi oficina, ahora este era mi trabajo; escribir, tras la publicación de mi primer libro seguí escribiendo muchos más en la plataforma, de modo que así tuve mucho más alcance a los lectores y me volvieron a ofrecer contratos para publicar libros en físico. Ahora era escritora, tenía mis propios ingresos y estaba casada con el amor de mi vida, aunque no todo era perfecto, nuestros planes eran volver a casarnos, esta vez una boda musulmana tradicionalista por su religión, con amigos, sus padres y conocidos… estaba bajo un poco de estrés porque la editorial me exigía terminar el libro lo más pronto posible para publicarlo y la boda a pesar de que estaba en manos de una agencia profesional de festejos, los colores, comida, opiniones, todo me lo consultaban a mí y exigían que tuviera mucha atención a los detalles que realmente eran muchos. Me veía tranquila por fuera, pero sentía que iba a explotar por dentro. Comencé a bajarme de la escalera cuando de repente se movió, solté un pequeño grito mirando hacia abajo de la larga escalera, uno de los soportes estaba sobre una caja y comenzaba a tambalearse ante la inestabilidad. Mierda. Tenía que bajarme rápido porque sentía que iba a caerme. Comencé a descender, pero la escalera siguió tambaleándose probablemente ante mi acto desenfrenado de bajarme, antes de que llegara a la mitad, la escalera se volteó y yo me solté cayendo en una mala posición sobre mi pierna. —Mierda… —grité adolorida, escuché pasos apresurados y luego la puerta se abrió, Ángelo me vio ahí tirada y frunció el ceño en evidente molestia gritando: —¡¿No te dije que no cambiaras el puto bombillo Eva!? Maldición, odiaba cuando me gritaba, sabía que su enfado iba de cero a mil en cuestión de segundos. —¡Necesitaba trabajar y no podía hacerlo en la oscuridad! —grité adolorida. Joder, no creí que llegaría tan temprano, es decir el sol ya se había ocultado y por eso necesitaba reemplazar el bombillo rápido. —¡Podías haberme esperado! —refutó en grito. —¿En serio te parece un buen momento para pelear? ¡Me duele, j***r! —refuté sintiendo las lágrimas escurrirse de mis ojos, me dolía un poco más abajo de la rodilla, sentía que no podía mover la pierna. —Es que tú me sacas de mis casillas —refunfuñó entre dientes acercándose a mi para agarrarme en sus brazos grandes brazos con esfuerzo, no podía dejar de quejarme, dolía demasiado mi pierna, al menos Ángelo era fuerte y podía con mi peso. Creo que me había roto la pierna. —¿A dónde vamos? —murmuré a ver como se metía conmigo al ascensor. —¿A dónde crees? —dijo sin mirarme— A que te amputen la pierna. —¡Ángelo! ¿En serio le parecía buen momento para hacer chistes? Bueno, lo prefería haciendo chistes que gritando enojado. —Al hospital —dijo pareciendo fastidiado—, j***r y ya callate que me vas a explotar los oídos. Me callé, pero no porque me lo pidió, sino porque realmente me dolía la pierna y sentía que en vez de hablar chillaba. Llegamos a la clínica y me atendieron rápidamente, tenía mucho tiempo sin entrar a una clínica desde que mis padres fallecieron, estar aquí me traía muy malos recuerdos; odiaba todo lo que tuviera que ver con hospitales. Al parecer tenía fractura en el hueso, pero no se había descolocado de su lugar por lo que me dijeron sanaría rápido; solo cuestión de meses, me colocaron un yeso y me mandaron unos medicamentos, solo veía la cara de Ángelo, a juzgar por su quijada apretada estaba completamente enojado. Justo cuando se avecinaba la boda yo tenía un yeso que duraría unos meses. Maldita sea. —Deja de estar molesto —dije cuando ya nos habíamos subido al auto y yo ahora tenía que caminar con muletas—, la que se rompió la pierna fui yo. Él tomó una profunda respiración, la vena de su frente marcándose. —Cuando te dije que no lo hicieras —enfatizó—, te dije que le dijeras a Cheila o cuando yo llegara lo iba a hacer. Claro él estaba enfadado porque me había pasado sus órdenes por las bolas que no tengo y todo había salido jodidamente mal. —La señora Cheila pudo haberse matado —dije en mi defensa, él giró los ojos. —Tú pudiste haberte matado —refutó—. A veces se me olvida que te pasas de estúpida. Oh. ¿En serio había dicho...? —¡Estúpidas tus nalgas! —refuté en su mismo tono alterado. Llegamos al edificio residencial donde vivíamos y el estacionó el auto en la entrada. —Bájate —exigió, fruncí el ceño sintiéndome ofendida de que me estuviera bajando del auto, vi a uno de los agentes de seguridad que trabajaban para él acercarse con una silla de ruedas. —¿A dónde vas? —pregunté, el sujeto abrió la puerta preparando la silla para llevarme y que no tuviera que usar las muletas. —A alejarme un rato de ti —dijo sin dejar de mirar al frente—. Estás insoportable y alteras mi paz. Que yo alteraba su paz, debía refutarle, quería gritarle, pero me dolió su comentario. Con la poca dignidad que me quedaba me bajé del auto sentándome en la silla de ruedas. —Hijo de puta —murmuré y cerré la puerta con una patada de la pierna buena, él aceleró el carro desapareciendo en la oscuridad de la noche. Realmente vivir juntos había sido todo un reto estos dos meses, él se la pasaba todo el día trabajando al igual que yo, solo que como él creía que estaba todo el tiempo en casa era sinónimo de no hacer nada cuando en realidad hacia mucho; escribir 10 capítulo o más diariamente era agotamiento mental para mi cerebro y mas con los preparativos de la boda… para mí era demasiado, pero él no lo entendía. Había veces en las que realmente no me sentía valorada a pesar de que aprendí a tener amor propio. Estando en mi habitación comencé a llorar, lo que más me irritaba eran decir cosas hirientes a la persona que mas amaba, pero cuando me molestaba era algo que no podía controlar. Me desesperaba y nuestras peleas siempre parecían ser cada vez más constantes, incluso aun no habíamos dormido juntos desde que nos mudamos, sí, eso quería decir que aún era virgen, pero por la única razón de que él quería que nos casáramos formalmente, ante su religión estar con una mujer virgen era honor y a pesar de que estábamos casados ante la iglesia católica y legalmente, ante su religión no era así. Si él quería hacer las cosas de manera tierna y honrosa no iba a refutarle porque me parecía tierno, pero realmente las ganas de estar con él me atormentaban y sabía que a él también. Tomé asiento en el mueble y llamé a Lana, necesitaba descargarme contándole todo lo que había pasado con Ángelo, era la única a la que le podía contar todo lo que ocurría; era como mi hermana de otra madre, ella se había mudado a Italia junto con David; su esposo después de que se casaran el mes pasado porque les surgió oportunidades de trabajo allá. Era doloroso que la chica que sentía que era como mi única familia también se hubiera ido. —Deja de llorar amiga —dijo Lana y yo limpié las lágrimas que se escurrían por mis mejillas—, es decir, está molesto porque te hiciste daño y sin duda fue una pelea muy innecesaria, además pronto será la boda, están bajo mucho estrés. —El trabajo me tiene estresada, odio que me trate así. —Imaginate como estará él que maneja una empresa super millonaria —dijo. Sí entendía que él también estaba bajo mucho estrés, pero no me gustaba que las discusiones se volvieran cada vez más frecuentes. —No me gusta que me grite —murmuré tomando una profunda respiración. —Entonces tu tampoco lo grites —dijo—, si quieres que esto funcione en algún momento tendrás que pedir perdón. ¿Yo? —Que me pida perdón él. —Ese orgullo… —soltó un suspiro— ese orgullo es el que acaba todo en las relaciones. Lo pensé por un momento, si ambos teníamos un carácter de mierda y el orgullo se interponía iba a perderlo, es decir, Ángelo era el amor de mi vida desde siempre, no entendía por qué todo se estaba cayendo incluso antes de construirlo. —Tienes razón. —Siempre la tengo —dijo—. Hey, te dejo, acaba de llegar David. —Deseale feliz cumpleaños de mi parte —murmuré, era el primer cumpleaños que la pasaban lejos. —Va. Colgué y comencé a pensar en eso, tal vez me había excedido, él tenía un carácter muy feo que intentaba controlar, pero yo también me ponía a su nivel… era el amor de mi vida, ¿Por qué lo trataba así? No era como si le tuviera que besar los pies, pero al menos intentar ser un poco más dulce… Decidí que iría a buscarlo, intentar solucionar las cosas y proponer una película o una cita, estos meses no habíamos salido solos o habíamos tenido algún momento romántico, hasta parecíamos hermanos, simplemente conviviendo en la misma casa intentando no vernos para “no tentarnos” cuando evidentemente hacía de todo para tentarlo incluyendo eso de desfilar con pequeños pijamas, pero siempre Ángelo llegaba agotado y ni me miraba, solo se encerraba en su habitación.  Llamé a uno de los agentes de seguridad y le dije que me llevara a donde estuviera Ángelo, todos los autos tenían rastreador así que no era difícil dar con él. Me cambié a una ropa más bonita, con una pierna enyesada al menos debía intentar parecer decente. El rastreador indicaba que Ángelo estaba en un restaurante, me bajé con las muletas paseando la mirada por el vidrio transparente dentro del restaurante, intentando ver si estaba ahí dentro o se encontraba cerca, casi me iba a ir a la tienda cercana cuando lo vi sentando en una esquina dentro del restaurante. Y definitivamente me encontré con lo que menos me esperé ver... Él estaba cenando con una deslumbrante mujer de vestido rojo y cabello rubio, pero lo que rompió mi corazón en miles de pedazos no fue eso, sino cuando ella se inclinó y lo besó.    

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