Me quedé mirando lo que había adquirido recientemente con una mueca en los labios, pensando si sería suficiente para pagar mis faltas. ¿Desde cuándo tenía que recurrir a estos métodos cursis y nauseabundos para estar bien con una chica? Estaba consciente que Alanys no era una chica convencional y yo… bueno, estaba por recibir el récord al idiota más grande del mundo, por no saber cómo lidiar con esa caprichosa pelirroja. Una pelirroja que de seguro estaría deliciosa… en todos los sentidos de la palabra. Pero vamos, ése no era el punto. ¿Acaso me estaba volviendo un blandengue? No quería ni imaginar lo que diría Neil, de seguro se burlaría de mí por un mes. —¿Joven? —parpadeé rápidamente, al escuchar una insistente voz delante de mí, llamarme—. ¿Entonces le envuelvo el regalo? —¿Est