— Había escuchado de ti estos últimos meses, pero no pensé que fueras alguien tan… pequeña e inofensiva. — me miró completa con aquellos ojos parecidos a los de un gato, era raro mirarlo. Llevaba una coleta alta en su pelo lacio. Vestía un traje n***o mientras fumaba un puro. Los dedos los tenía lleno de tatuajes y en su oreja tenía un piercing. — Toma asiento. — me ofreció. Era joven y cada movimiento ,por mínimo que fuera, lo hacía sentir alguien peligroso. — Gracias, estoy bien así. — me quedé de pie junto a la puerta, intentando no demostrar todo el miedo que tenía. — Te ha dicho que te sientes. — dijo el hombre musculoso al lado mío, tomó mi brazo moviéndome como a una pluma y me sentó de golpe en la silla, haciéndome daño en la espalda con la madera de esta. — Te sientas. — No