–Te quedó muy bien –comentó mamá al revisar mi pie –. Creo que no te quedará cicatriz. –Eso estaría muy bien. Al menos quería volver a usar zapatillas sin tener que ver una cicatriz en mi pierna que me recordará un día tan desagradable. –Evan me llamó, dijo que debías seguir teniendo el reposo hasta la próxima semana que tienes la cita con el fisioterapeuta. –¿Debería preocuparme cuando mi mamá habla mucho con mi médico? –cuestioné. –Preocúpate cuando lo invite a cenar a la casa. –No lo harías –sonreí. Pero ella hizo un gesto burlón y deje de sonreír. –No lo harías, ¿cierto? –repetí. –No lo sé, me cae muy bien. –Todos son buenos hasta que me invitan a salir –bufé. –No es cierto. –Paul –recordé al primer chico que invité a la casa, éramos novios secretos, creo que ma