Club

2613 Words
POV de Elena De vuelta en mi habitación, miro a mis perros que están durmiendo. Luego miro la hora. Son las diez y media de la noche y no estoy cansada. Decidida a salir, voy a mi armario, tomo un vestido n***o sin mangas y ajustado que llega al muslo con unas botas negras de tacón alto hasta el muslo de unos cuantos centimetros. Una vez vestida, suelto mi cabello y lo sacudo. Me pongo delineador de ojos n***o, máscara de pestañas y brillo labial. Me miro en el espejo. El vestido se adhiere a mi cuerpo como una segunda piel. Me veo bien. Cojo mi teléfono con mi identificación y tarjeta de crédito. Salgo de mi habitación y bajo las escaleras, donde veo a Dalton.  ―Señorita Elena, ya he cambiado el código como usted pidió y tengo la tableta aquí ―me informó, haciendo un gesto hacia la mesa en su mano.   ―Ponlo en mi habitación por favor. Voy a salir, así que no esperes despierto ―le comenté.  ―¿Le gustaría que la lleve en coche? ―preguntó. Tengo varios coches, pero como voy al club no conduciré.  ―No, está bien. Pediré un Uber. Descansa ―le dije y salí por la puerta. Después de pedir un Uber y decirle al conductor adónde quería ir, me llevó a un club exclusivo. Le agradecí y pagué. Salí y me dirigí al portero. Me miró de arriba a abajo, luego miró detrás de mí y frunció el ceño cuando vio que estaba sola.  ―Una mujer tan hermosa como tú no debería estar sola, pero espero que te diviertas ―me advirtió, y me abrió la puerta. Pude escuchar a algunas personas protestando, pero los ignoré. El lugar olía a sudor, perfume, sexo y alcohol. Caminé hacia la barra, pedí una bebida y unos chupitos. Los chupitos quemaban al bajar y aunque la bebida era dulce, también era fuerte. Tenía muchas ganas de bailar.  Tres pisos de balcones se extienden a los lados, cerca del borde como la mejor mano de un jugador de póker, dejando la mayoría del espacio lleno de luces, niebla y la vibración de su propio latido. A pesar de mis aprehensiones, la pista de baile estaba relativamente despejada, aunque podría haber sido por su gran tamaño. Los escenarios de baile en forma de tubo a ambos lados del DJ estaban vacíos en ese momento. Después de tomar otra bebida, logré empezar a moverme de alguna manera. El peso de sus miradas se aligeró y mi imaginación me llevó felizmente por encima de las nubes y hacia la luz, donde volé, giré y me enamoré de las curvas de mi cuerpo nuevamente. Podía sentir la necesidad de soltarme, de elevarme realmente y bailar, pero justo cuando empecé a dar un giro en una pirueta, recordé dónde estaba y lo estúpido que se vería hacer una danza clásica en el club. Podía oler mi propio champú y cualquier producto químico que usaran en la máquina de humo. Incluso podía oler el perfume del DJ, que movía la cabeza al ritmo de su propio mundo. Los golpes del bajo parecían golpear mis oídos.  Después de bailar durante lo que parecieron horas, volví a la barra. No pensé que sería más tranquilo en la barra. Sin embargo, de alguna extraña manera, lo era gracias a la arquitectura moderna. Después de dudar un momento, pedí algo dulce pero más ligero que lo que tenía antes. No quería sentirme mal por la mañana y me dediqué a sorber la decepción que no sabía que tenía. Algunas cosas de ser una loba no transformado es que me curo más rápido que un humano, pero más lento que un hombre lobo. Ah, y el alcohol me afecta como a los humanos, por eso no bebo. Me encontré pidiendo otra bebida después de terminar la segunda. Empezaba a entender por qué la gente bebe. Mi sangre parecía zumbar agradablemente, y me sentía extrañamente cálida y distante del dolor en mi pecho que me dificultaba respirar. Justo cuando el tercer martini apareció frente a mí, un hombre se deslizó en el taburete justo al lado. Opté por centrarme en la bebida en lugar de mirarlo. ―Quiero lo mismo que ella ―el suave barítono me desconcertó por un momento, lo suficiente como para preguntarme si estaba más borracha de lo que pensaba para que me afectara la voz de alguien. Además, el increíble aroma que venía hacia mí desde él no podía atribuirse únicamente a un simple perfume, o al menos ninguno que conociera.  Durante un momento de silencio, simplemente me senté allí y traté de concentrarme en ese aroma. Olía a humo y a demasiado perfume.  ―¿Es tu fiesta de cumpleaños? ―preguntó. ¿Dónde ve él una fiesta de cumpleaños aquí? Sacudí la cabeza ante su estupidez.  No, es mi fiesta de lástima ―mentí y levanté la mano para llamar la atención del camarero. ―Oh, qué malo ―dijo. No tenía ni idea.  ―Es una porquería. Y justo después de decidirlo, en realidad quería emborracharme. En serio, estos chicos… ―el camarero se acercó con esa segunda bebida rosada que le entregó a la figura alta a mi lado.  Luego mis ojos se posaron en un hombre alto y musculoso con una camiseta negra que decía ―seguridad―. Sus ojos estaban puestos en mí y me miró como si fuera un pedazo de carne. Pasó a mi lado y aproveché esta oportunidad para echar un vistazo completo al hombre a mi lado y me quedé atónita, realmente atónita, como uno se quedaría frente a una celebridad. Debe ser un hombre lobo o una criatura sobrenatural. El zumbido en mi sangre probablemente no ayudó a disminuir el impacto. Si hubiera un ideal perfecto para un hombre perfecto, él podría serlo. Tragué saliva. Preparé a mi cerebro traidor que imaginaba cuánta piel de mi cuerpo podrían cubrir esas manos. Me sacudí a mí misma. Con fuerza. En ese momento, una mujer llegó a la barra sudando, con el maquillaje corrido. ―¿No es un pedazo de carne ese hombre? ¿En serio lo pescaste? ―preguntó en voz alta. Casi estrello mi rostro contra la barra. Lentamente bebí lo último de mi trago y apoyé el vaso en la barra―. ¡Oh! ¿Dije eso en voz alta? ―se rió, luego volteó hacia mí. Antes de que pudiera agarrarla por la parte delantera de ese atroz vestido brillante que llamaba pesadilla, ella ya se había alejado, moviendo la cabeza al ritmo de la música.  Tenía ganas de perseguirla, pero no podía encontrar la fuerza suficiente para superar mi vergüenza y levantar mi rostro de la barra. El hombre a mi lado se rió, haciendo que cada pelo de mi cuerpo se pusiera de punta, y no de la manera correcta. ―No te preocupes. Me pasa mucho ―dijo el tipo sentado a mi lado.  ―Buena suerte ―me importa un bledo. Necesito algo más fuerte. ―Dame algo más fuerte ―pude ver la preocupación en la vacilación del barman, pero luego escuché el crujir de su ropa mientras se alejaba. Cuando encontré mi rostro lo suficientemente fresco.  ―Me gustó cómo bailaste en la pista de baile. ¿Eres una bailarina profesional? ―me preguntó.  ―¿Es esto una línea para ligar? ―el alcohol me había dado valentía. En cualquier otra ocasión habría luchado para decir siquiera "hola". ―Nunca he sido de usar líneas para ligar. Por lo general vienen a mí ―contestó.  ―Buena suerte ―dije de nuevo. Lo llamaría arrogante si no pudiera ver que era cierto.  ―No hace falta sonar amargada. No es tan bueno como parece ―dijo, dando un sorbo a su bebida. Miré y vi que tenía un vaso de lo que parecía ser whisky. Su vaso anterior estaba vacío. ―No estoy amargada, simplemente no me importa ―respondí, mientras el barman regresaba con mi nueva bebida, esta vez era dulce, pero picaba al bajar. Solo después de que el ardor desapareció de mi garganta y mi sangre cantaba en mis oídos, me giré hacia el hombre a mi lado. Decidí ver a dónde llegaba esta conversación, pero algo en lo más profundo de mi mente emitía señales de advertencia―. Soy bailarina ―mentí, dando un sorbo a mi bebida.  ―¿Vas a ir a la compañía de baile Oasis? ¿O planeas unirte? ―preguntó.  ―No ―dije, asegurándome de pronunciar la 'P'.  ―¿Por qué no? ―preguntó antes de añadir―. Eres realmente buena. ―Porque no me gusta actuar ―admití.  ―Eres una bailarina... ¿que no le gusta actuar? ¿Por qué? ―preguntó, poniendo toda su atención en mí.  ―Porque no me gusta la idea de convencer a la gente de que soy lo suficientemente buena como para que me den dinero. Si les gusta verme, bien por ellos. No lo necesito ―torcí el cuello estrecho de mi vaso entre mis dedos. Vi al atractivo portero acercándose hacia donde yo estaba―. Solo... solo quiero bailar porque me gusta. No porque sepa hacerlo bien ―di otro sorbo de mi veneno preferido. Por un minuto, solo se escuchaba el sonido de la pista de baile. ―Podrías haber ganado miles, incluso millones ―dijo. ―¿Y entonces? ―cuestioné.  ―¿Y entonces qué? ―refutó, su voz se elevó un poco incrédula.  ―Sí. ¿Y qué? ―encogí los hombros―. Tengo todo lo que quiero. ¿Qué más puedo pedir? ―el alcohol parecía soltar mi lengua, y encontré la pantalla entre mi cerebro y mi boca en otro lugar. Es cierto, tengo todo lo que quiero, excepto una cosa. Alguien que me ame por lo que soy―. No quiero eso. Quiero una pequeña cabaña lejos de la gente, con una parcela grande de tierra para bailar bajo el sol, sin esa mierda de luz falsa. Quiero ese sol caliente, que quema los ojos, y la naturaleza ―este trago sabía muy bien―. Sin coches, sin luces. ¿Por qué gastaron dinero para hacer el techo de vidrio si ni siquiera se pueden ver las estrellas? Malditas luces de la ciudad. Quiero un cielo desnudo. Ugh, esta música apesta ―por qué alguna vez pensé que era buena en callar y ahora se me escapaba todo.  Solo estaba vagamente consciente de su mirada fija en mí. Me había adentrado en algún lugar lleno de sol y el susurro de las hojas de los árboles. Pero de alguna manera noté la extraña expresión que llevaba.  ―Eso suena... perfecto ―dijo, pero por alguna razón, no le creí.  ―Sí, lo es. Ugh, ¿qué estoy haciendo aquí? Odio lugares como este. Gente estúpida. Ruido estúpido, ni siquiera puedo oír mis propios pensamientos ―comenté. ―¿Qué tipo de música te gusta? ―preguntó.  ―De todo tipo, pero más Vivaldi. Bach ―dije encogiéndome de hombros. ―Sí, bueno ―habló lentamente―, hay salas de baile privadas en el segundo piso. Podemos poner la música que te guste allí ―el hombre me agarró del brazo y comenzó a arrastrarme hacia unas escaleras. ―¡Detente! Déjame ir ―dije, tratando de soltar mi brazo, pero él simplemente se aferró más fuerte, haciéndome gemir. Sabía que eso me iba a dejar un moretón mañana. Flashbacks comenzaron a reproducirse en mi cabeza. *Flashback* Elena ―¡DETENTE! ―grité mientras intentaba apartar a mi compañero de mi lado. Acabo de descubrir que el Alfa Anthony es mi pareja y me ha insultado frente a mi madre, mi hermana y mi manada. Él piensa que no tengo loba y que soy débil. Por supuesto, aún no tengo a mi loba. No he cambiado, pero siempre he podido hablar con ella. Me transformo esta noche. ―Por favor... detente ―le pedí. Escuché a mi loba gimotear en mi cabeza. "No hagas esto, compañero", suplica Brie, pero él no puede oírla. Miro a mi madre y a mi hermana en busca de ayuda, pero solo me miran como si esto fuera una película. Siento sus manos debajo de mi vestido, así que le arañé la cara. ―¡Perra! ―gruñe él y me golpea de nuevo. Escucho el desgarro de mi ropa interior. ―¡ELENA! ―escucho gritar a Ruben. Miro hacia Ruben, que está siendo retenido por los supuestos miembros de mi manada. Él no podrá ayudarme y no puedo luchar contra un Alfa sin ser una loba.  El dolor que siento en mi parte inferior es peor de lo que nunca había imaginado. Solía oír a la gente decir que hacer el amor era lo más hermoso cuando ambos compañeros lo querían. Yo no lo quería. No estaba lista. Escucho a mi loba aullar y con cada aullido la escucho cada vez más lejos hasta que ya no la escucho más. Solo miro a Ruben y puedo ver lo herido que está tratando de alcanzarme. Parece que pasan horas antes de que el asqueroso de mi compañero se aparte de mí y se venga en el suelo. Sentía mucho dolor, pero sobre todo me sentía sucia. Una cosa que sabía con seguridad es que no podía quedarme aquí con esta manada. Sé que mi papá estará dolido, pero si no salgo de aquí, solo Diosa sabe qué sucederá después. Los miembros de la manada sueltan a Ruben y él se acerca corriendo hacia mí. ―Oh cariño, lo siento mucho ―la voz de Ruben se quiebra al final. ―Yo, Anthony Williams, Alfa de la Manada Grimm, te rechazo a ti, Elena Russi Santos, como mi compañera y Luna de mi manada ―mi compañero dice con repugnancia. Giré mi rostro hacia él. ―Yo, Elena Russi Santos... acepto tu rechazo ―respondí. La forma en que me miró fue de sorpresa. Supongo que pensó que iba a suplicarle que no me rechazara. Estaba equivocado. Caminó hacia mi hermana y la besó. ―Stephanie, ¿quieres ser mi compañera? ―le preguntó mi ex pareja a mi hermana. ―Sí ―chilló mi hermana. Él la levantó como si fuera una novia y la llevó dentro de la casa de la manada. Me giré débilmente hacia Ruben y pude ver su repugnancia hacia mi hermana y mi ex compañero. ―Sácame... de aquí. No más manada para mí ―dije.  ―Pero Elena, estás débil ―dijo Ruben. ―Si me quedo, podría volver a suceder. Por favor, Ruben ―le supliqué con lágrimas corriendo por mis ojos. Él asintió y me levantó como si fuera una novia. Grité de dolor, pero él se disculpó. ―De acuerdo, te sacaré de aquí ―dijo Ruben. *Fin del Flashback* *** Elena ―Vamos. Te mostraré algo divertido ―gruñe el hombre del bar. No tenía idea de qué tenía en mente, pero sabía que no era algo bueno. Retrocedí y le di un puñetazo en la garganta, haciéndolo soltarme. ―Cuando alguien dice que no, significa no, idiota ―escupí y fui al bar. Si alguna vez pensé que podría ser el hombre perfecto, estaba completamente equivocada. Pagué mi cuenta y tomé un taxi de regreso a casa. Una vez dentro de mi casa, respiré profundamente y fui a mi habitación para darme una ducha rápida y ponerme el pijama. Me acosté en mi cama, suspiré de satisfacción, cerré los ojos y me quedé dormida en paz.
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