Todo estaba dicho, esa pequeña espina clavada al fin la había sacado. No buscaba admitir de lo que sentí durante el tiempo de nuestro matrimonio, mas las circunstancias así lo decidieron, y no me quedó otra opción que confesar la verdad. ¿Cómo seguir amando a quien te hizo añicos el corazón? Yo tuve que recoger lo que quedaba del mío y juntar los pedazos no pulverizados para que al final sanaran lentamente. —Con permiso —dije, caminando se regreso donde los demás. Pensando que todo al fin había terminado, la mano de Maddox retuvo mi antebrazo, buscando mis ojos azules, parecía querer decir algo, sin embargo, sus labios quedaron sellados, y me soltó para darme la espalda. Buscaba evitar mostrarme su rostro con expresión, él no pudo decir más, y yo no tenía tiempo de escuchar. Esta vez