El médico había permitido que ingresara a verlo, solo serían unos minutos y luego tendría que irme. No sabía si esto sería mejor o peor para mí, porque cuando lo encontré con los ojos cerrados y grandes moretones en su rostro, sentí un nudo enorme en mi corazón. —Julián…—dije su nombre, tocando mi pecho, al mismo tiempo que con la otra tocaba su mano. Todo en él estaba lastimado. Esperaba que solo fueran heridas superficiales, pero siendo realista, el hecho que no despertara era un mal indicio. —¿En qué estabas pensando Julián…? Por favor hermano, despierta. Tu esposa está afuera, parece que ha estado sin dormir desde que esto te sucedió. Ella te necesita, yo te necesito… Eres lo único que me queda en esta vida. Arrodillándome, puse su mano en mi mejilla. —Entiendo perfectamente q