5.

4238 Words
- Adelante… Dijo Jaques quien se hallaba sentando en su cómoda silla de cuero en su oficina. Esta, tenía un estilo extremadamente elegante, repleta de libros y más libros. Vió que era Aurelio. - Jefe. Dijo apenas verlo. - ¿Que sucede Aurelio?. Le preguntó Jaques. - Fui a Long Island, por el encargo, cuando venía de regreso… Vi a Atlas con una jovencita caminando por la calle. Le dijo. Jaqués sonrió. - ¿Iban de la mano?. Preguntó con voz queda. - No señor, sólo iban caminando y charlando. Jaques se levantó y caminó hasta el mini bar, luego abrió una botella de cognac y se quedó pensando. Se giró y le ofreció una copa al otro. - Que interesante… Bueno, Gracias por decirme. ¿Qué tal fue la cosa en casa de Morris?. Le preguntó. - No fue muy cooperativo señor, así que Martin tuvo que convencerlo. Le dijo Aurelio mientras le daba un pequeño sorbo a su cognac. Jaques se giró hacía el enorme ventanal y contempló la vista. - Espero que el convencimiento no le haya dejado inutilizado, lo necesito en una sola pieza este fin de semana. - El rostro lo tiene intacto, Martin sabía perfectamente lo de el evento éste fin de semana, respecto al evento… ¿Quiere que vaya por Atlas de una vez?. Le preguntó éste. - Atlas… No. Iré yo personalmente, hace mucho que no lo visito, es más iré de una vez. Le dijo y entonces salió del lugar dejando a Aurelio solo. ******************************************* Atlas contempló divertido como Lorraine y Victor se esmeraban por adivinar el personaje que interpretaba Machain (El novio de Victor). Estaban jugando a “Dígalo con mímica”. - ¿Un hombre lobo?. Un hombre muriendo… Aventuró Victor. - ¿Gollum?… ¿Eres Gollum?. Preguntó Lorraine. Atlas comprendió que por los gestos y la postura de Machain se trataba de Cuasimodo. - Cuasimodo. Dijo Atlas en voz alta y Machain asintió. - ¡Si! Soy el jorobado de Notre Dame. Les dijo a todos los presentes, que aproximadamente eran unas veinte personas. Todos hicieron bulla. - ¡Atlas te toca!. Gritó un muchacho extremadamente delgado y con lentes. Atlas negó rápidamente pero todos comenzaron a animarlo y éste, contagiado por los demás accedió de mala gana. Se puso de pie y tomó una carta del mazo, y en ella apareció: “Batman”. Atlas frunció el entrecejo preguntándose cómo diablos iba a poder interpretar a Batman. Lorraine lo observó conteniendo la risa, verlo en esa situación le resultó increíblemente cómico. Así pues Atlas se puso muy derecho y comenzó a ondear una capa invisible y a señalarse el rostro imitando un antifaz. - ¡Eres Drácula!. Chilló Machain. - ¡Vampiro! Eres un vampiro. Sugirió alguien de su equipo. Entonces Lorraine dijo. - ¡Supermán!. Atlas señaló a Lorraine y le indicó que más o menos. - ¡Eres Batman!. Gritó Victor. Atlas asintió aliviado, se sentía muy estupido por actuar así de tonto. Luego se dio cuenta de que en realidad se lo estaba pasando fantásticamente bien, jamás se había divertido tanto. Definitivamente convivir con gente de su edad era terapéutico. Le llegó el turno a Lorraine y al sacar una tarjeta del mazo leyó la tarjeta: “King Kong”. Ella comenzó a golpearse el pecho y a hacer como que trepaba el Empire State. - ¿Eres Tarzan?. Le preguntó Atlas. Ella negó. - ¡Gorila! Dijo Victor. - Eres ¡Kong!. Gritó Machain comenzando a hacer Twerking. Todos se desternillaron de risa al verlo bailar. - ¡Si!. Le dijo Lorraine riendo. Incluso Atlas se reía a pleno pulmón al ver a Machain bailar como Nicky Minaj. - ¿Ahora que quieren jugar?. Les preguntó Victor a todos. - ¿Que quieres jugar Atlas?. Le preguntó Machain. Atlas se quedó pensando. - ¿Saben jugar poker?. Les preguntó. Varios asintieron y otros negaron. - ¿Que les parece si los que si saben le enseñan a los que no?. Les preguntó Atlas. Todos asintieron emocionados. Victor le pasó una botella de cerveza a Atlas. - Pero no tenemos mucho dinero. Dijeron unos. Atlas entonces sacó su cartera y le dio veinte dólares en billetes de 1 dólar a cada uno, siempre llevaba consigo efectivo para dejar propinas. Todos lo miraron boquiabiertos. - Wow… ¿Eres rico?. Le preguntó Björn, un chico afroamericano muy apuesto. - Si. Le contestó Atlas sin dar más explicaciones. - Que pregunta tan tonta Björn. Obviamente que Atlas es rico ¿Que no notaste su ropa de diseñador?. Le dijo una muchacha con múltiples perforaciones en el rostro. Atlas se limitó a poner los ojos en blanco. Al ver su expresión, los demás decidieron ya no decir nada al respecto. Así pues una vez todos aprendieron cómo jugar y las reglas del juego, se dispusieron a comenzar. Al cabo de poco más de una hora, Atlas había recuperado casi todo el dinero de lo que les prestó. Al único a quien no pudo quitarle el dinero fue a Victor, qué resultó ser un increíble jugador. Al finalizar Victor le había querido devolver el dinero, pero Atlas se negó rotundamente. - Ya es muy tarde, debo irme. Les dijo Lorraine. Victor a penas se estaba poniendo en pie para ir a dejarla cuando reparó en Atlas, quien ya se estaba poniendo su chaqueta. - ¿La llevas tú?. Le preguntó Victor. Atlas lo miró y asintió. - Obvio. Le respondió y le tendió la mano, definitivamente le agradó muchísimo ese muchacho. Victor se la estrechó y le dedicó una sonrisa franca. - Un gusto haberte conocido. Le dijo. Atlas le devolvió la sonrisa. - Igualmente. Le contestó. - Deberíamos vernos de nuevo, dile a Lorr que te pase mi número; Por si luego quieres ir a beber unas cervezas. Le dijo. Atlas asintió. - Suena bien. Le contestó. Una vez fuera, ambos se dirigieron al automóvil de Atlas. Ya estando fuera del edificio de Lorraine ambos se miraron un tanto incómodos. - Me la pase muy bien. Gracias Woods. Le dijo Atlas. Lorraine le dedicó una sonrisa nerviosa. - Gracias a ti. Ah, Victor me envió un mensaje pidiéndome que te diera su número, te lo envié por w******p. Le dijo ella. Atlas sonrió agradecido. - Le escribiré. Él… es fenomenal. Le dijo. - Pues claro, por eso es mi amigo… Al igual que tú. Tú también eres fenomenal, increíble. Le aseguró ella dándole un pequeño golpe en el brazo. Atlas sonrió un poco cohibido. - Tu igual… ¿Nos vemos después?. Le preguntó él mirándola a los ojos intensamente. Ella asintió emocionada. - Debo irme, descansa… Y gracias por el helado Woods. Le dijo Atlas. Ella asintió y se giró para meterse a su edificio. Una vez dentro ella sonrió como tonta, le gustaba Atlas, muchísimo. Y le encantaba que le llamara por su apellido. “Woods”. Pensó ella un tanto risueña. Luego recordó que Atlas le había condicionado su amistad. “Supongo que no se puede tenerlo todo en esta vida”. Pensó ella. **************************************** Atlas abrió la puerta de su departamento y encendió las luces, dejó la llave de su auto en el llavero y se dirigió a la cocina para beber agua. Se quedó muy quieto observando el refrigerador cuando de repente alguien carraspeó detrás suyo. Asustado se giró y vió a Jaqués sentado en el sillón de la sala. Ambos permanecieron en silencio unos segundos observándose fijamente. - Hola Atlas. Le dijo Jaques. - Hola. ¿Qué haces aquí?. Le preguntó éste mientras se acercaba y se sentaba en el sillón de a lado. - Vine a verte… Pensé que estarías en casa. Le dijo Jaques mirándolo fijamente a los ojos. Atlas sintió como el pavor iba subiendo por su torso. - Salí a caminar. Le dijo. Jaqués sonrió, había decidido no decirle a Atlas de que estaba enterado de su nueva amiga. - Que bueno, ahora ven. Le pidió con voz grave. Atlas se puso de pie y se acercó hacia este. - Ponte de rodillas frente a mi. Le ordenó Jaques. Atlas lo miró a los ojos y luego bajó la mirada al suelo. - Mírame, abre los ojos. Le dijo. Atlas de nuevo obedeció y apenas abrió los ojos, Jaques ya le estaba echando unas gotas. Inmediatamente comenzó a sentir los efectos de la droga, su cerebro lo sintió pesado, similar a estar borracho. - Dame sexo oral. Le dijo Jaques mirándolo con morbo. Atlas accedió y se puso a desabrocharle el pantalón. Jaques cerró los ojos al sentir la cálida boca de Atlas, e inmediatamente le puso la mano en la nuca para así obligarlo a tragar más, logrando que Atlas tuviera arcadas. Jaqués comenzó a mover la cadera cada que la cabeza de Atlas descendía. Al cabo de un rato, Jaques se levantó y sujetó a Atlas con fuerza, le bajó el pantalón y le separó las piernas. Atlas se puso muy tenso, al verlo así, Jaques sacó un frasco pequeño del bolsillo de su saco, lo abrió y se lo puso al joven en la nariz. - Inhala… Le ordenó. Atlas obedeció inmediatamente y en cuestión de segundos su cuerpo se relajó en su totalidad, una creciente excitación y sensación de eufória le golpeó, haciendo que el deseara tener sexo con urgencia. - Eso es… Dijo Jaques bastante complacido, entonces le quitó la playera al muchacho, acaricio su perfecto cuerpo y empezó a besarle el cuello y la nuca, y de golpe entró con violencia, haciendo que Atlas soltara un gemido más bien parecido a un grito. Jaqués le sujetó del cabello y comenzó a embestirlo con fuerza, mientras tanto el joven permaneció muy quieto aferrándose tanto al respaldo del sillón que tenía los nudillos blancos por la fuerza de su agarre, tenía tan apretada la mandíbula que se estaba haciendo daño en las muelas, pero intentó distraerse y terminó con la mente en otro lugar. Estaba pensando en Lorraine y se preguntó en que estaría haciendo, también se imaginó charlando con ella. Jaqués seguía acosando el interior de Atlas con tal fiereza que por un momento temió estar haciéndole mucho daño. - Eres tan hermoso... Le dijo Jaques para luego azotarle fuertemente el glúteo izquierdo, ocasionando que el muchacho volviese en si y dejase de pensar en Lorraine. Luego de un rato, Jaques lo volteo dejandole boca arriba y le dió una fortísima bofetada, dejando la mejilla derecha de Atlas muy colorada. Atlas sonrió levemente. Entonces Jaques de nuevo le golpeó y está vez le hizo sangrar del labio para después besarlo. Mientras tanto Atlas de nuevo empezó a pensar en Lorraine y su preciosa melena roja. Al cabo de un rato los movimientos de Jaqués se volvieron irregulares y éste comenzó a tener espasmos, posteriormente se c*rrio, ignorándo deliberadamente el placer de Atlas, luego se salió, se retiró el preservativo y se acomodó la ropa. - Te quiero en Los Hamptons el fin de semana a partir de las 3:15 pm. Ah… por cierto, ya está hecha tú transferencia, y ve haciendo tus maletas que irás conmigo a Mónaco. Estamos en contacto. Le dijo y luego se marchó. Atlas inmediatamente se levantó con dificultad, estaba demasiado drogado, intentó caminar pero se cayó al suelo varias veces y se medio arrastró/caminó hacia la ducha, al final logró llegar gateando y prácticamente arrastrándose. No sentía casi las piernas y sentía que todo le daba vueltas, entonces sintió arcadas y terminó vomitando el helado de chocolate, el brownie y el latte que había ingerido estando de cita con Lorraine. Se metió a la bañera con muchísima dificultad abrió el grifo, el agua comenzó a subir y fue entonces que Atlas rompió en llanto totalmente asustado, asqueado e increíblemente triste. Una vez más, comenzó a contemplar la posibilidad de dejar de vivir. ***************************************** Habían pasado casi dos semanas desde la última vez que Lorraine había visto a Atlas, se habían escrito de vez en cuando, pero el joven se comportaba extremadamente indiferente con ella, así que la misma Lorraine procedió a bloquearlo por dignidad. Había salido varías veces con Victor y Machain, incluso había visto la obra cuatro veces en la misma semana, de hecho ya se había aprendido varías líneas del guion. La universidad había ido con normalidad y se comenzaban a preparar para las vacaciones de invierno. Mientras terminaba de hacer la tarea, llamaron a su puerta. Lorraine fue abrir, ya que esperaba a la señora Huáng para devolverle unos libros de medicina tradicional china. Al abrir la puerta se quedó pasmada al ver a Atlas de pie totalmente serio. Lucía ligeramente bronceado y se le veía un poco más delgado. - Ah… Eres tú. Le dijo ella con frialdad. - Hola Woods. La saludó éste mirándola con aprehensión. Lorraine entonces se sintió descortés al mantenerlo de pie allá afuera así que se hizo a un lado y le extendió la mano invitándole a pasar. Atlas inmediatamente se metió y vió fascinado la infinidad de libros que habían en el lugar, parecía una biblioteca. - Wow… Si que lees. Le dijo. - No son todos míos, la mayoría son de mi padre. Le contestó ella. - Que maravilla. Dijo en voz baja. - ¿Te ofrezco agua?. ¿Té caliente o helado?. Le preguntó Lorraine. - Agua está bien. Contestó Atlas. Lorraine lucía por mucho más bonita que la última vez que la vió. - ¿Como estas Woods?. Le preguntó éste. - Bien, ¿Sabes?... Usualmente la gente avisa antes de llegar a casa de otra gente. Le dijo ella sentándose en el sofá y le extendió la mano a Atlas para que se sentase a su lado. - Te hubiese dicho si no me hubieses bloqueado Woods. ¿Por que me bloqueaste a todo esto?. Le preguntó él luego de beber agua. - Pues… Supongo que pensé que no te iba a importar si lo hacía. Las últimas semanas no parecías muy interesado en conversar conmigo. Le respondió ella. - Estába fuera… Salí de viaje. Le contestó Atlas. - ¿A donde fuiste?. Le preguntó ella. - Mónaco. - ¿Donde vive y vacacionan las personas ricas?. Le preguntó Lorraine. Atlas asintió. Estuvo tentada a preguntarle el motivo de su viaje pero recordó que a él no le gustaba que le hiciera preguntas personales, así que optó por morderse la lengua. - ¿Que has hecho?. Le preguntó él. - Nada… Lo mismo que hago siempre con la diferencia de que ahora voy a ver la obra de Victor casi todos los días posibles. Le contestó ella. Atlas sonrió. - Que espanto. Le dijo él. - Ni que lo digas… Ya hasta me sé el guion. Repuso ella un tanto fastidiada. - ¿Estas libre esta tarde?. Le preguntó. Lorraine lo miró con un poco de desconfianza. - ¿Por que?. Le preguntó ella. - Porque quiero invitarte a salir. Le dijo éste. - No lo entiendo… Supongo que tienes mejores cosas que hacer y personas más interesantes con quienes salir. Le dijo ella secamente. Atlas entonces se mordió el labio inferior. - Te equívocas. ¿Entonces?... Le contestó luego de una breve pausa y negando con la cabeza. - No estoy segura... En realidad tengo bastante tarea que hacer y mañana debo despertarme temprano porque hay unos ensayos que debo entregar. Anunció ella. Atlas le miro detenidamente y se dió cuenta de que ella mentía, simplemente ella no quería salir con él, así que él se sintió mal. - Oh... Ya veo. Bien, no quiero se inoportuno. Dijo el mientras se ponía de pie y tomaba su chaqueta. Lorraine lo miró a los ojos y vio que el claramente se había entristecido, además pudo notar cierto dejo de miedo y ansiedad en su expresión. Cómo si el no quisiera volver a su casa, y buscase la compañía de alguien para evadir algo. “Eres una idiota Lorraine”. Pensó ella con amargura. - Espera... Vale, que si me gustaría salir contigo. Vamos pues... Dijo ella sonriendo levemente. - Bueno… ¿Que quieres hacer Woods?. Le preguntó éste bastante emocionado, haciendo que la chica sonriera. Lorraine hizo un mohín. - ¿Quieres ir a comer comida china?. Le preguntó ella. Atlas asintió. Después de una hora, Lorraine estaba sentada en frente de Atlas. Se percató de que las pocas veces que había salido con él, eran a lugares donde comer y una mesa que los separaba. - ¿En que piensas?. Le preguntó Atlas. Ella alzó la vista de sus fideos y lo miró de manera un tanto extraña. - Nada. Le contestó. Atlas apretó los labios y luego recargó la cabeza en su mano derecha. Lorraine entonces notó que éste tenía una marca en su muñeca, como si hubiese estado maniatado. Le iba a preguntar que le había sucedido pero inmediatamente desechó la idea. Él se dio cuenta de que ella estaba conteniéndose a hacerle preguntas así que se sintió cohibido. - ¿Ahora ya eres muda?. Antes no parabas de hablar… Le dijo Atlas. - ¿Estas bien?. Le preguntó Lorraine de repente. Atlas se quedó pasmado. - ¿Por que me preguntas eso?. Le contestó. - Olvídalo. Mmm… ayer tuve mi ultimo examen de este período. Creo que lo voy a pasar con buenas notas… Le dijo ella muy casual. Atlas sonrió. - Lo olvidaba… Ten, ya lo terminé. Le dijo mientras le devolvía el libro que ella le había prestado. Lorraine no pudo contener una sonrisa. - ¿Que te pareció?. Le preguntó al fin. - Me pregunto si tal vez la lechuza que se supone debía entregar mi carta se extravió. ¿Aún estoy en edad de entrar a Hogwarts?. Le preguntó él. Lorraine comenzó a reír. - Lo dudo, a mi tampoco me llegó la mía. Le contestó ella muy triste. - Deberíamos ir a hablar seriamente con Dumbledore… Ah, no… Snape lo mató. Le dijo Atlas un poco apesadumbrado. - ¿Buscaste en internet?. Le preguntó ella. - No. De hecho compré todos los libros y ya voy a terminar Las reliquias de la muerte. Le contestó Atlas muy contento. - ¿Entonces si te gustó?. - Pues claro. Es… diferente. Lo único que odie fue a Umbridge. Maldita cara de sapo. Musitó Atlas. Lorraine comenzó a reír. - ¿No te parece curioso que todo el mundo odie más a Dolores Umbridge que a Voldemort?. Le preguntó ella. - Eso es porque ella es por mucho más malvada. Señaló Atlas. - ¿Has leído a Tolkien?. Le preguntó ella. - Si, he leído todos sus libros. ¿Sabias que él era un lingüista?. Le preguntó Atlas. - Tiene lógica, de pequeña quería aprender elfico. Le confesó Lorraine echando a reír. - A mi me parece más interesante el Khuzdûl. Me siento más identificado con los enanos. Le respondió Atlas muy serio. - ¿De verdad?. A mi me pareces más parecido a Thranduil… Con lo snoob que eres. - Nunca me gustaron los elfos silvanos, eran demasiado pretenciosos. Declaró el con solemnidad. - ¿Y tú no?. Le increpó ella cuestionando su actitud. - ¿Te parezco pretencioso?. Le preguntó éste mirándola de hito en hito. Lorraine echó a reír. - Un poco. Se sinceró la chica. Atlas entonces se quitó la chaqueta y Lorraine vió la marca en su cuello, como si hubiese llevado una gargantilla muy ajustada. Ella desvió rápidamente la mirada a su plato y se quedó viendo un camarón. - ¿Que tienes?. Le preguntó Atlas. - Nada. Solo me comencé a sentir un poco mal, me duele la cabeza. Le contestó ella. - ¿Quieres que te lleve a tu casa?. Le preguntó Atlas. - No… ¿Después de cenar quieres ir a caminar?. - Claro. ¿Enserio no quieres que te lleve a casa?. Le insistió. - Estoy bien. Le contestó ella de manera cortante. - Okay… Le contestó él. Así pues ambos terminaron de cenar y tal cual lo dijeron se fueron a caminar, pero Atlas tenía otros planes. - ¿A donde vamos?. Le preguntó Lorraine. - ¿Te has subido a un velero en la noche y visto Manhattan?. Le preguntó éste. - Jamas me he subido a una embarcación de ningún tipo. Le contestó ella. - Bueno… Pensé qué tal vez te gustaría. Le contestó Atlas. - Okay… Le dijo ella un poco nerviosa. Así pues ambos se dirigieron al Lower Manhattan, y fueron justo debajo del puente Brooklyn. Ahí en el muelle los esperaba un velero precioso llamado Clipper City. Mientras embarcaban Atlas le dio unas pastillas a Lorraine. - Es dramamine, no quiero que vomites la cena Woods. Le explicó. Ella asintió nerviosa y se echó las pastillas a la boca. - ¿Estas bien?. Le preguntó Atlas. Ella asintió. Entonces el viaje comenzó después de unos minutos. Lorraine se relajó en cuanto se dio cuenta de que había música jazz en vivo. Comenzaron a rodear la ciudad y al ver la Estatua de la a libertad sonrió fascinada. Ni ella ni Atlas se dijeron nada durante todo el viaje, sólo se limitaron a disfrutar de las vistas y del recorrido. Luego de poco más de hora y media el viaje terminó y los dos desembarcaron sin ningún contratiempo. Lorraine estaba muy contenta. - Eso fue… ¡Espectacular!. Le dijo ella muy risueña. Atlas sonrió de medio lado. - Y aún no termina, ven. Le dijo éste tomándole la mano, ella lo miró sorprendida y retiró la mano deshaciéndo el agarre. Atlas la miró desconcertado, luego se quedó quieto. - Yo… lo lamento, no fue mi intención incomodarte. Le dijo éste. Lorraine quiso disculparse, pero tenía miedo de irse enamorando de Atlas. - Yo… No es eso, es solo que… ¿A donde vamos?. Le preguntó ella. - Vamos al Hamilton Park, hace mucho que no voy. Le dijo. - Yo tampoco casi nunca voy a Jersey. Le contestó ella. Atlas y ella se subieron a un taxi y se marcharon de ahí. Después de mucho rato en silencio contemplando la ciudad, ambos se miraban furtivamente. - Muchas gracias por todo Atlas. Le dijo ella de repente. - Gracias por venir. Le contestó él. - Debo irme, ya pasa de la medianoche. Le comento ella. Atlas asintió con tristeza. - Ven que te llevo. Le dijo éste mientras se ponía de pie. Permanecieron en silencio gran parte del viaje en taxi, hasta que Lorraine decidió preguntarle. - ¿Donde está tu automóvil?. - En casa, no tengo muchas ganas de conducir. Le contestó él mirando la ciudad por la ventana. Y la verdad era que durante las dos semanas que estuvo fuera, las gotas que le había estado poniendo Jaques le habían comenzado a afectar la vista. Al recordar los últimos días se sintió enfermo, le habían hecho muchas cosas y también le habían obligado a participar en orgias. Se había pasado casi dos semanas enteras totalmente dopado y para su alivio, no recordaba mucho de su viaje ni de las personas con las que estuvo. Salvo por una chica que a su criterio lucía demasiado joven, por mucho más joven que Lorraine. La ansiedad comenzó a crecer en su pecho y su respiración empezó a hacerse más rápida. Lorraine se percató de el estado en que se encontraba Atlas e instintivamente le sujetó del brazo, pero inmediatamente él lo retiró de manera tosca y la miró dolido. - ¿Te sucede algo?. Le preguntó ella. - Nada. Solo estoy cansado. Le respondió. Ella asintió y se mantuvo callada el resto del viaje sumida en sus pensamientos al igual que él. Luego de un largo rato llegaron al edificio de Lorraine y ambos se dieron la mano. - De nuevo muchas gracias por todo, fue una noche espectacular. Jamás me había divertido tanto. Le dijo ella. Atlas le dedicó una sonrisa tímida. - Gracias a ti. Le respondió. - ¿Que harás el fin de semana?. Le preguntó Lorraine. - Nada. ¿Por que?. Le contestó. - Bueno, es el cumpleaños de Machain y Victor me invitó a celebrar con ellos, pero no quiero hacer mal tercio y pensé qué tal vez querrías acompañarme. Le explicó ella. Atlas asintió. - Te enviaré la hora y el lugar por w******p. - Claro, me gustaría. Pero primero desbloquéame Woods. Le recordó él. Lorraine se llevó la mano a la frente. - ¡Pues si! Que bruta, ya te desbloqueo. Le dijo mientras comenzaba a hacerlo. Él sonrió. - Listo… Desbloqueado. Le dijo ella sonriendo. Entonces ambos se observaron muy serios. - Entonces… Ya me voy. Le dijo éste. Ella asintió. - Con cuidado… Y buenas noches. Dijo Lorraine. - Gracias, igualmente Woods. Le respondió éste y se subió al taxi que lo estaba esperando. Lorraine observó como el vehículo desaparecía al doblar a la izquierda y por alguna razón, ella se sintió muy triste. Algo en su intuición le alertaba de que algo le estaba sucediendo a Atlas, algo turbio le ocultaba. “¿Pero que es lo que ocultas Atlas?… ¿Cuál será el secreto de Atlas?”. Pensó ella mientras abría la puerta de su departamento y se fue directo a su habitación. Aquella incógnita la mantuvo despierta gran parte de la noche, se puso a enumerar mentalmente todas las alarmas que el joven le había estado dando desde que lo conoció.
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