La mañana de Lorraine transcurrió con normalidad, algunos cuantos golpes accidentales y uno que otro momento bochornoso en la universidad.
De ahí en fuera, su día iba aparentemente bien.
Lorraine había estado al pendiente de su teléfono durante todo el día y en ningún momento le llegó ni una notificación, así que bastante desanimada continuó con su rutina diaria.
Al caer la tarde Lorraine comenzó a pensar qué tal vez Atlas se había arrepentido, posteriormente comenzó a cuestionarse la existencia del mismo.
Pero, a las 5:15 recibió un mensaje del joven.
“Ya voy saliendo de mi departamento, para que estés lista”.
Lorraine inmediatamente saltó del sillón y se fue a su habitación echa una exhalación.
Jamás había salido con un chico y no estaba segura de que debía ponerse para la ocasión (Aunque para ser sinceros no tenía demasiada variedad).
Rápidamente sacó unos jeans de mezclilla holgados, una blusa color lila muy ceñida al torso y con escote en “v”, una chamarra blanca y unos tenis converse clásicos blancos.
Se preocupó de que Atlas fuese vestido formal, pero ella en ningún momento le había dicho que irían a un lugar elegante.
Fue a su baño compartido con Horace e inmediatamente se cepilló el cabello rizado extremadamente rebelde, lo ató en una coleta alta y luego aplicó un poco de rímel en las pestañas.
Al cabo de un rato le llegó un mensaje de Atlas diciéndole que estaba a fuera de su edificio.
Ella tomó su cartera de hombre y su teléfono, luego se regresó y tomó también sus llaves.
Al salir se encontró con Atlas recargado en su Mercedes Benz, ella notó que ya había arreglado el espejo retrovisor del lado del copiloto.
Iba vestido de manera casual informal (para alivio de ella) ya que llevaba unos jeans de mezclilla rectos, una playera negra sencilla y una chaqueta negra de cuero estilo punk al igual que sus botines.
Llevaba el cabello peinado hacia atrás, dejando su rostro despejado.
Se veía muy guapo, aún así Lorraine pudo notar que las ropas de éste eran de diseñador.
Al ver a Lorraine, Atlas no pudo evitar contener una sonrisa; El mismo se dió cuenta de eso e inmediatamente se puso serio.
- ¿Que hay?.
Le preguntó ella a modo de saludo.
- Hola señorita Woods, buenas tardes.
La saludó él muy formal.
Lorraine se sintió extraña, jamás había conocido a alguien tan joven y tan formal.
- Hola, señor… ¿Cuál es tu apellido?.
Le preguntó ella.
- Riviello.
Le contestó muy serio, no estaba seguro de si darle tanta información a la chica era buena idea o no.
- ¿Tienes otro nombre aparte de Atlas? O solo te llamas Atlas.
Le preguntó ella.
- Atlas y ya.
Respondió éste.
- Riviello es un apellido bonito, jamás le había escuchado pero me parece… Bonito.
Le dijo ella acercándose a él y le tendía la mano.
Atlas se la estrechó en cuanto la tuvo en frente, al tocar la diminuta mano de Lorraine sintió una descarga de adrenalina.
La manita de Lorraine estaba helada.
- ¿Tienes frío?.
Le preguntó Atlas mirándola a los ojos.
Lorraine negó rápidamente.
- Lo qué pasa es que siempre tengo las manos frías, creo que tengo mala circulación.
Le contestó ella.
- ¿Ves mis uñas?. Si hago mucha actividad física se me ponen azules, también los labios.
Es a causa de una afección cardíaca que tengo de nacimiento.
Le explicó ella.
Atlas asintió un tanto preocupado por la salud de la muchacha.
- ¿Pero estás bien?.
Le preguntó éste mientras le abría la puerta del coche.
Lorraine se sintió conmovida ante aquel gesto de caballerosidad.
- Si, no te apures.
Le contestó ella metiéndose al interior del coche.
Le gustaba el aroma, olía a la piel de los asientos y también al perfume de Atlas.
Una vez el otro se hubo metido ella inmediatamente le preguntó.
- ¿Que perfume usas?.
Atlas sonrió divertido.
- ¿Por que?… ¿Te gusta como huelo?.
Le contestó él.
- Si, bastante.
Respondió Lorraine con honestidad, sin saber porque, Atlas se sonrojó.
El saber que a Lorraine le gustaba mucho su aroma le hizo sentir bien.
Entonces se acercó mucho a ella y la olió, Lorraine se quedó muy quieta al tenerlo tan cerca.
Lorraine olía a cítricos, y eso se debía a que Victor le había regalado un perfume Calvin Klein en la navidad pasada.
Atlas sonrió complacido, le gustó muchísimo el aroma de la chica.
Se sintió extrañamente eufórico de tenerla cerca, entonces reparó en que era la primera vez en su vida que invitaba a salir a una chica.
Jamás imaginó que terminaría en una cita con una chica como ella, y no porque hubiese algo mal en Lorraine, si no que ella era por mucho totalmente diferente a cualquier persona con quien se hubiese imaginado salir de cita.
- Bueno Woods, ¿A donde vamos?.
Le preguntó él.
- Vamos a la 27th St.
Al repertorio español, Victor actuará en una obra latina llamada “Sueños de un muchacho enamorado”. Podemos ir al Burp antes de entrar, sirven un café excelente, literal está en el edificio de a lado del teatro.
Le contestó ella.
Atlas asintió.
Luego de casi 50 minutos en auto por el tráfico, llegaron y se estacionaron a unas cuadras de ahí.
Lorraine iba tarareando una canción mientras caminaban en silencio.
- ¿Que canción es esa?.
Le preguntó Atlas con genuino interés.
- Se llama After Dark. Es de Mr. Kitty.
Le contestó ella.
- Suena linda.
Le dijo él.
- Lo es. ¿Cuál es tu canción favorita que no sea música clásica?.
Le preguntó ella.
- Supongo que… Street Spirit de Radiohead.
Le respondió Atlas.
- Uy que triste.
Musitó Lorraine.
Atlas entonces la miró de reojo disimuladamente, Lorraine era en verdad muy bonita, no era para nada una mujer despampanante en el sentido de atractivo s*x*al, más bien era deslumbrante en el sentido de una belleza muy etérea.
Su belleza era delicada, frágil y también extremadamente peculiar.
Parecía una especie de modelo de un cuadro renacentista o algo así.
Incluso él mismo se la imaginó con el cabello suelto y totalmente desnuda, El renacimiento de Venus de Botticelli se le vino inmediatamente a la cabeza.
Lorraine parecía exactamente una musa de las pinturas antiguas, sólo que ataviada en ropas extrañas.
Al ver que la chica no decía nada, Atlas decidió indagar más en ella.
- ¿Cuáles son tus planes a futuro?.
Le preguntó mirándola fijamente a los ojos.
Ella esbozó una sonrisa bastante interesante y luego apretó la boca.
- Quiero ser profesora de humanidades como mi padre.
Le contestó ella conteniendo la risa.
- Eso no es muy original.
Le dijo Atlas desviando la mirada al cielo.
- ¿Que tiene de malo seguir los pasos de mi padre?. Es una carrera muy bonita, además creo yo que no hay profesión mas satisfactoria que el de ser un profesor.
¿A que se dedican tus padres?.
Le preguntó ella.
Atlas entonces se tensó y apretó la mandíbula, pero recordó que las personas hablan de sus padres sin problema alguno así que decidió responder.
- Mis padres… Ellos eran olivareros.
Le contestó.
Lorraine entendió el “eran”.
- ¿Que les sucedió?.
Le preguntó en voz baja.
Atlas se detuvo y la miró detenidamente.
- ¿Desde hace cuanto conoces a Victor?.
Le preguntó de repente cambiando totalmente de conversación.
Lorraine sonrió con tristeza, era evidente que al joven no le gustaba hablar de su familia.
- Pues… Somos amigos desde el jardín de niñ*s.
Le contestó.
Atlas asintió.
- Eso es bastante tiempo, ¿Siempre es así de sobre protector contigo?.
Le preguntó éste.
Ella asintió.
- Siempre. Una vez hasta se fue a los golpes con un tipo porque éste me tocó el trasero sin mi consentimiento.
Le dijo ella bastante asombrada.
Atlas no dijo nada, sólo se limitó a alzar las cejas.
- No entiendo a esas personas que se sienten con el derecho de tocar y hacer lo que quieren con otras personas.
Le dijo ella.
Atlas inmediatamente pensó en Jaques y en la infinidad de personas con las que se había visto obligado estar.
Entonces de nuevo su realidad le cayó encima como un balde de agua helada, y se sintió sucio, vacío y muy triste.
Ella pareció notar el cambio en él así que le tocó el brazo para llamar su atención.
- ¿Estas bien?.
Le preguntó.
Atlas asintió.
- ¿Que opinas del veganismo?.
Le preguntó ella para iniciar una nueva conversación.
- Creo que es una total tontería, el mundo no va a cambiar solo por que unos cuantos no coman animales ni derivados de ellos.
Aunque supongo que a nivel moral se han de sentir mejor al no ser partícipes del sufrimiento animal.
Le contestó Atlas.
- Tienes razón… Aunque supongo que es más sano no comer tanto animal.
Le dijo ella.
- Está en nuestra naturaleza comer animales Srta. Woods.
Lorraine entonces se quedó pensando.
- Tambien está en nuestra naturaleza destruir y no todos destruimos todo.
Le contestó ella.
- Todos destruimos algo en algún momento.
Le aseguró el.
- Si a esas vamos, el cuerpo está diseñado para tener s*x* y no todo el mundo lo tiene.
Le respondió ésta muy segura.
Atlas la miró con la ceja alzada.
- ¿Enserio?.
Le preguntó.
- Pues claro. No todo el mundo es sexualemente activo, existen personas que viven en total celibato.
Atlas la miró divertido.
- Supongo…
Aventuró él.
Entonces ambos llegaron a un café bastante tranquilo, ambos se sentaron y cada uno pidió un latte y brownies de chocolate.
Atlas sonrió al notar que era la segunda vez que se encontraba frente a frente con ella en una mesa.
- ¿Cuanto tiempo llevas en New York?.
Le preguntó ella
- Nueve años.
Contestó Atlas con cautela.
- ¿Tienes novia?.
Le preguntó Lorraine sin tapujos.
Atlas sonrió.
- No. No soy de tener novia.
Le contestó con sinceridad.
- ¿Por que?.
Le preguntó ella.
- ¿Que sucede?. ¿Acaso tienes interés en mí?.
Le preguntó Atlas cruzando los brazos sobre el pecho y enarcando la ceja derecha.
Lorraine se puso colorada, pero aún así respondió.
- No eres mi tipo..
Le contestó ella mintiendo milagrosamente bien.
Atlas abrió los ojos sorprendido.
- ¿Ah no?. ¿Por que no?
Quiso saber él.
- Pues… Eres demasiado… Elegante.
Le contestó ella, ocasionando que Atlas lanzara una carcajada.
Lorraine observó la escena fascinada, ver y escuchar reír a Atlas era todo un espectáculo bastante placentero.
- ¿No soy tu tipo porque soy demasiado elegante?.
Repitió el desternillandose de risa.
- ¿Si?… Ah y porque eres demasiado hermético. No cuentas mucho de ti.
Le dijo ella- ¿Por que eres tan misterioso?. ¿Que ocultas?.
Atlas inmediatamente se puso serio y la miró entornando los ojos.
- No oculto nada.
Le contestó él de manera seca.
- ¿Entonces si preguntó más por tu vida privada responderás?.
Le preguntó ella.
- ¿Para qué quieres saber tanto de mí?.
Respondió éste a la defensiva.
- Oye, no te enojes.
Le contestó Lorraine.
Atlas entonces comprendió que salir con ella era malísima idea.
- Creo… Creo que debería dejarte en el teatro, debo irme.
Le dijo mientras dejaba un billete de 50 dólares sobre la mesa.
Lorraine se sintió mal inmediatamente y lo miró desconcertada.
- ¿Es enserio?. ¿Dije algo que no debía?.
Le preguntó ella.
Atlas comenzó a tomar su chaqueta y luego miró a Lorraine, ella lucía increíblemente triste.
- Lo lamento, pero olvidé que tengo cosas que hacer.
Le contestó él.
Lorraine asintió.
- En verdad no quiero que te vayas.
Musitó y agachó la cabeza.
Atlas entonces suspiró frustrado, él tampoco quería irse.
- Hagamos esto… Me voy a quedar, pero tienes que dejar de hacerme preguntas sobre mi vida personal.
¿Capito?.
Le preguntó.
Lorraine asintió.
Atlas se sentó de nuevo y observó a la chica.
- ¿Estas enojado conmigo?.
Le preguntó ella en voz baja.
Atlas negó en silencio.
- ¿Te incomodo?.
Le preguntó ella.
- No, Woods. No me incomodas, pero hay cosas de las cuales prefiero no hablar contigo.
Le dijo con voz suave.
- ¿Que tanto puedo saber de ti?.
Preguntó ella.
- Solo lo que sabes hasta ahora es más que suficiente. Mira, voy a dejar en claro las cosas desde ahora, no me gusta mentir… Podría mentirte de hecho, pero no quiero.
Podría inventarme una vida fabulosa e interesante, pero mi vida no es muy fácil de comprender.
Si vamos a ser amigos, sólo quiero que sepas solo lo que te he dicho hasta ahora y punto.
No indagues más… o de lo contrario será mejor que ya no nos veamos más.
Estás en todo tu derecho de negarte y mandarme al diablo, pero si quieres que nos sigamos viendo de vez en cuando debes prometerme que ya no me harás preguntas respecto a mi vida privada.
Le dijo él muy serio.
Lorraine entonces meditó un poco la situación y su intuición le avisó de que éste joven era potencialmente peligroso para ella, comprendió perfectamente que Atlas no era una persona de la cual podría enamorarse.
- De acuerdo.
Dijo ella muy seria.
- Perfecto. Puedes preguntarme por mis gustos y esas cosas…
Le sugirió él.
Lorraine asintió un tanto cohibida.
Atlas se sintió extraño al verla asi.
- Te lo voy a compensar, ya verás.
Le dijo.
Ella lo miró con desconfianza.
- ¿Atlas… Que quieres de mi?.
Le preguntó.
- Necesito a alguien con quien charlar, más bien a alguien con quien distraerme. No me mal entiendas, no quiero nada s*x*al.
Solo quiero que salgas conmigo y converses de cualquier trivialidad.
Le dijo.
Ella frunció el entrecejo un poco confundida.
- ¿Entonces sólo quieres salir conmigo para platicar?… Eso puedo hacerlo sin problemas.
Me gusta platicar contigo, pero paradójicamente cuando uno ofrece su amistad a otra persona… No le oculta nada.
Atlas asintió.
- Ya lo sé.
“¿Por que me suceden estas cosas?”.
Pensó ella con amargura.
- Eres muy extraño.
Le contestó Lorraine mientras comenzaba a tronarse los dedos haciéndolos crujir evidentemente ansiosa.
- Perdón.
Le contestó éste mirando con atención los delgados dedos de la chica.
- No preguntas personales…
Repitió ella un poco más animada.
Atlas asintió.
- Eso es casi una amistad normal, ¿Que hay de mi?… ¿Tú si quieres saber de mi vida personal?.
Le preguntó ella.
- Por supuesto.
Le contestó él.
- Okay… Está bien, me parece muy extraño todo esto, pero acepto tu… amistad condicional. Pero, quiero dejar en claro desde este momento que me estás condicionando tu amistad y eso usualmente la gente no lo hace.
Al menos no las personas normales.
Y decías que yo soy rara.
Le dijo ella.
Atlas sonrió con tristeza.
- ¿Te puedo hacer una pregunta?. Personal… te prometo que es la única.
Le dijo Lorraine.
Atlas la miró con desconfianza pero aceptó.
- Depende, pero a ver…
Le contestó mirándola fijamente a los ojos.
- ¿Por que quieres seguir hablando conmigo?. ¿Por que quieres seguir viéndome?… Si no quieres nada que te involucre personalmente hablando … ¿Que quieres de mi?.
Le preguntó ella con acritud.
Atlas entonces sonrió de lado y bebió un poco de su latte.
- Bueno Woods… La verdad es que me gustas mucho y quiero seguir viéndote porque me gusta estar contigo.
Le contestó muy serio.
- ¿Que te gusto?… Yo… Lorraine Woods te gustó a tí… ¿De esa manera de gustar?, O sea, ¿De esa manera de gustar, gustar?.
Le preguntó ella confundida.
Atlas asintió.
- Pero no lo entiendo, no actúas como una persona normal cuando le gusta alguien. A cómo pinta la cosa no parece que yo te guste mucho Atlas.
Le dijo ella.
- Asi es. Pero no porque no me gustes Woods, si no porque no soy alguien bueno para ti.
Créeme, no quieres intimar conmigo.
Solo quiero tu amistad… Quiero que seas mi amiga como lo eres de Victor, con la diferencia de que yo no soy gay y que no me hagas preguntas de mi vida privada.
Le contestó Atlas.
Lorraine asintió.
- Okay… Pues a ver qué pasa.
Dijo ella poniendo los ojos en blanco.
- ¿Woods?.
Dijo Atlas.
- ¿Si?.
Respondió Lorraine.
- ¿Yo te gusto?.
Le preguntó éste.
- Ya te dije que no eres mi tipo.
Respondió ella muy seria.
Atlas entrecerró los ojos escudriñando el rostro de Lorraine.
- Entonces ¿No?.
Respondió Atlas.
Lorraine suspiró.
- Atlas… Si no me gustaras, no estaría aquí sentada contigo, escuchando la propuesta de amistad más extraña que jamás alguien ha tenido en la vida.
Le contestó ella.
Entonces Atlas sintió una satisfacción muy grande al escuchar que le gustaba a Lorraine.
- Bueno… Falta poco para que empiece la obra, será mejor que nos demos prisa si queremos agarrar un buen asiento, en esta ocasión, los boletos no tienen lugares asignados.
Le dijo ella poniéndose de pie.
Atlas la imitó y ambos salieron del local.
La obra era en verdad espantosa, Lorraine comenzó a cabecear hacia adelante y en dos ocasiones se quedó dormida sobre el hombro de Atlas, quien se limitó a mirarla dormir.
Él sabía que estaba siendo muy mezquino con ella al condicionarle su amistad, pero no quería ponerla en riesgo y tampoco quería que ella pensara mal de él.
Contempló las largas pestañas de la chica y también su boca, le entraron unas ganas inmensas por besarla.
Inmediatamente Atlas desechó la idea y comenzó a sacudir la cabeza para despejar su mente, fue entonces que Lorraine despertó sobresaltada y mirando a todas sus partes.
Mientras tanto, Victor estaba sobre el escenario vestido como un mendigo.
- Al menos tú amigo actúa bien, es lo único rescatable de la obra.
Le susurró Atlas al oído.
Lorraine alzó el rostro y Atlas se giró para verla, fue entonces que ambos quedaron muy cerca uno del otro, a pocos centímetros entre sus bocas.
Inmediatamente la chica recordó la situación y que Atlas no parecía ser un joven normal así que giró la cabeza al lado contrario.
Atlas la contempló con tristeza, él en verdad quería besarla.
- Esto es súper aburrido. Ya vámonos.
Le dijo ella en voz baja.
Atlas asintió.
Así pues, discretamente ambos abandonaron el teatro.
Una vez fuera, Lorraine respiró el fresco aire nocturno y cuando se giró, sorprendió a Atlas mirándola con atención.
- ¿Todo bien?.
Le preguntó ella.
- Sí. ¿Que quieres hacer ahora Woods?.
Le preguntó éste.
- Pues… Estaba pensando que quiero invitarte un helado. Vamos.
Le dijo ella y comenzó a caminar calle arriba.
Atlas le dio alcance y así pues, ambos iban caminando en total silencio.
Llegaron a una heladería y se formaron en la línea para esperar su turno, como ninguno de los dos parecía tener ganas de platicar se limitaron a mirarse mutuamente en total silencio.
Lorraine pudo ver que cerca de ellos había un grupito de al menos seis chicas que miraban curiosas a Atlas, éstas comenzaron a exagerar sus movimientos y a reír más alto para llamar la atención del joven.
Cuchicheaban y se animaban unas a otras para hablarle.
Lorraine apretó los labios conteniendo la risa.
Atlas al ver la cómica expresión de Lorraine, sonrió de lado.
- ¿Que te causa gracia?.
Le preguntó él.
- Nada.
Respondió ella.
Atlas la miró divertido.
- ¿Te burlas de mi?.
Le preguntó él.
Ella inmediatamente negó.
- Lo que sucede es que esas chicas están debatiendo cuál de ellas te va a pedir tu número de teléfono.
Le dijo en voz baja.
Atlas volteó a ver al grupito, varias eran muy guapas y efectivamente, tal como dijo Lorraine éstas estaban animándose entre ellas.
Al ver que Atlas las miró, todas comenzaron a reír nerviosas y se pusieron rojas como tomates.
Atlas giró la cabeza hacia Lorraine y vio que ésta estaba luchando con la bragueta de su pantalón.
- ¿Por que no me habías dicho que tenía la bragueta abajo?.
Le preguntó ella un poco molesta.
Atlas sonrió.
- No me había fijado, es que eres muy bajita y a mis ojos no se nota. A ver, déjame te ayudo.
Le dijo éste.
- ¿Que haces?. Aquí no… hay mucha gente.
Le dijo ella un poco irritada.
Atlas sujetó la bragueta con fuerza y logró subirla, luego pasó las manos por la cintura de Lorraine y las subió lentamente hasta su rostro.
Lorraine sintió que se iba a desmayar.
- ¿Que haces?.
Le preguntó la chica.
Atlas sonrió maliciosamente y sin decir nada se limitó a mirarla de manera intensa.
- Ya es nuestro turno.
Le dijo ella.
Atlas asintió y se paró en el mostrador contemplando la variedad de sabores.
Lorraine giró la cabeza disimuladamente hacia las chicas que estaban atrás y vió como la miraban con envidia.
Inmediatamente se giró para con Atlas y vio que éste parecía muy conflictuado sobre qué sabor elegir.
- ¿Necesitas ayuda?.
Le preguntó la dependienta del local, que lo miraba absorta.
Lorraine puso los ojos en blanco, preguntándose a sí misma si Atlas era consciente de ese efecto que producía en las personas.
- ¿Cuál vas a escoger tu?.
Le preguntó Atlas a Lorraine.
Ella inmediatamente señaló el helado hecho de ferreros.
- Quiero el mismo que pida ella.
Le dijo Atlas a la mujer.
Lorraine sonrió cohibida.
- Bueno… serían dieciocho dólares.
Les dijo la mujer.
Lorraine pagó los helados y ambos se fueron a sentar en una de las mesitas del local.
- ¿Cuál es tu película favorita?.
Le preguntó Atlas.
- Todas las de Harry Potter.
Le contestó ella rápidamente.
- ¿Si, pero aparte de Harry Potter?.
Le preguntó Atlas.
Lorraine se quedó pensando un poco y luego respondió.
- El retorno del Rey, me gusta mucho el señor de los anillos.
Le explicó ella.
Atlas sonrió bastante satisfecho, le gustaba Lorraine, y mucho.
- ¿Y a ti?.
Le preguntó ella mientras comía su helado.
Atlas entonces se tomó un segundo para responder, luego tomó una cucharada de su helado y respondió.
- Supongo que La vida es bella.
Le dijo.
Lorraine frunció la nariz haciendo un mohín.
- Puras cosas tristes contigo, tu canción favorita es Street Spirit y tu película favorita es La vida es bella. Tú, amigo mío necesitas una buena terapia de alegria.
Le dijo ella.
Atlas la miró muy serio.
- ¿Que propones Woods?.
Le preguntó.
- Pues… Muy fácil, una tarde con una maratón de El señor de los anillos y Harry Potter, luego vamos a escuchar a BTS.
Le dijo ella.
Atlas contuvo la risa.
- ¿Esa es tu definición de terapia?.
Le preguntó éste.
- Tu no sabes nada… BTS lo cura todo.
Le aseguró ella.
Atlas se encogió de hombros.
- ¿Es que a ti sólo te gustan las cosas tristes?.
Le preguntó Lorraine.
Atlas negó.
- ¿Que otra cosa te gusta que no sea triste?.
Quiso saber ella.
Entonces Atlas se armó de valor.
- Tú.
Respondió.
Lorraine se puso color granate y lo miró fijamente.
Atlas le dedicó una leve sonrisa torcida y apenas ella iba a decirle algo cuando apareció Victor junto con un grupito de jóvenes.
Al verla inmediatamente se fue hacia ella.
- ¡Tú! Maldita traidora… te fuiste a mitad de la función.
Le dijo éste de manera acusadora y señalándola con el dedo índice.
Atlas lo miró muy serio.
- La obra es muy aburrida.
Le dijo Lorraine.
- Traigan las piedras… Te voy a apedrear.
Le dijo Victor a nadie en particular, luego reparó en Atlas y lo miró con ojos inquisidores - Confiesa, ¿Fue ella o fuiste tú quien decidió abandonar la obra?.
Le preguntó a Atlas.
- Fue idea de ella.
Le contestó Atlas inmediatamente y luego comenzó a comerse su helado.
- Mala amiga. Dame de eso.
Le dijo mientras le quitaba el helado a Lorraine y la empujaba hacia la derecha para sentarse a su lado.
Atlas observó a Victor con atención, en verdad era muy guapo, si no fuera porque era gay, estaría celoso de él al ver lo cercano que era de Lorraine.
Pero no podía ignorar el hecho de que ellos dos se conocían de toda la vida, en cambio él apenas conocía a Lorraine hacia una semana.
- ¿Que hacen?.
Les preguntó Victor.
- Nada, sólo comemos helado.
Le contestó Lorraine.
- ¿Quieren acompañarme a una fiesta?. Esta vez es una fiesta pequeña solo con los actores de la obra… Nada que ver con la fiesta en SOHO donde te hicieron menos Lorr.
Les dijo Victor.
Lorraine miró a Atlas y éste se encogió de hombros.
- ¿Puede venir Atlas?.
Le preguntó ella.
- Hablé en plural, obviamente eso incluye a Atlas.
Le contestó Victor con obviedad.
Así pues, los tres se pusieron de pie y se marcharon a donde la reunión que era a pocas calles del teatro.
Durante todo el trayecto Atlas y Lorraine se lanzaban miradas furtivas.