— Amor mío — se escucha a la vez que la puerta se abre-.
Inmediatamente mi cara palidece y no por la cercanía de Pablo conmigo—ya que me da igual— pero lo que sí no me da igual es que su prometida nos haya visto en esta situación, que puede interpretarse de muchas maneras erróneas que pueden afectar mi carrera.
Su prometida queda impresionada por la escena y yo sólo siento una risa de Pablo detrás de mí, por lo que me dan ganas de golpearlo para que tome seriedad de la situación, pero recuerdo que es un paciente y yo su doctora, por lo que no puedo utilizar la violencia.
— ¡¿Me puedes explicar que está pasando aquí?! —exclamó casi gritando —.
—Yo pu-edo explicarlo —tartamudeo—
— No te pregunte a ti, estúpida enfermera —gritó
Tanto su gritó como su ignorancia me abruman, a tal punto que me molesta y este malestar no cesa cuando Pablo se aleja lentamente de mí en dirección al baño con una sonrisa en su rostro que corroboran que está disfrutando esta situación.
— Señorita soy la doctora encargada del cuidado del señor Evans —Le aclaro—.
—Me tiene sin cuidado quien seas —mira hacia el lugar en donde Pablo debe estar aseándose— ¿Por qué no pediste a un doctor más capacitado y masculino en vez de esta? —dice soñándome—.
— Porque si fuera hombre ahora mismo estuvieras fallándotelo, mi querida Daniela o ¿Me equivoco? —dice mirando fijamente a su prometida—.
¿Alguien me puede decir que es toda esta locura?
— Sabes que eso sólo fue un desliz nada más, además no entiendo porque lo nombras ahora —dice indignada—.
— Un desliz con mi chofer, mi secretario y el jardinero ¡Vaya!—suspira— Tienes serios problemas en la incidencia de tus desliz.
Estoy impactada y no sé si es por la confesión que acabe de escuchar, de lo relajado que lo comenta o de como siguen comprometidos.
— Da igual —dice sin importancia — De todas maneras no se ni porque te celo con esta —dice señalándome— No es tu tipo.
Ahora mismo el sentimiento es mutuo —pienso—.
— En fin, hoy vine a pasarme el día contigo en esta pocilga —dice observando detalladamente la habitación—. Ya que fui al spa, de shopping, al salón de belleza y demás lugares para... — dice sonriendo mientras mueve sus cejas con coquetería.
— Gastar dinero —completa.
— No, tontito a ponerme bonita para ti.
— Y a gastar dinero —repite desde el baño—.
— Será mejor que me marché.
— Ok princess—se acerca y me da un beso en cada mejilla— Nos vemos después, mientras yo cuidaré de mi Pablo, Bye, bye.
Gracias a la llegada de su prometida podía irme sin ningún problema.
Por lo que mis compañeros me recibieron con varias urgencias que atender, el cual aunque termine agotada eran mil veces mejor que seguir las locuras e insinuaciones de Pablo.
Cansada de mi turno estoy en los vestidores para poder quitarme el uniforme y colocarme mis respectivas ropas, pero algo o más bien alguien me lo impiden.
Siento una respiración en mi nuca que es obviamente masculina, lo cual me sorprende porque Pablo está aquí si en el vestidor de mujeres no se permite el ingreso de ningún hombre.
— Hola preciosa — habla el hombre.
Mi piel se hiela al instante cuando escucho esa voz que es tan conocida para mí.
Esto no puede ser —pienso—.
No quiero voltear y corroborar mi información pero una mano cierra fuertemente mi casillero, que se encontraba abierto, sintiendo posteriormente unas manos fuertes que me toman por ambos hombros haciéndome voltear. Estoy pálida, fría y con miedo a tal punto de no poder reaccionar— momento que este aprovecha para empujar contra los casilleros quedando muy cerca de mi cuerpo.
— ¿Me extrañabas? Porque yo a ti si —dice rosando mi cintura de arriba a abajo con su mano derecha—.
Aspira el olor de mi cabello para después decir: — Extrañaba tu aroma.
— José —logró articular—.
Ladea su cabeza, sonríe y pronuncia
— Sí amor, soy José, tu José.
Esto no puede ser, él no puede estar aquí.
Quiero correr pero mis piernas no me responden, estoy en shock y es por el miedo que José proporciona en mí.
— ¿Qué ha-haces aquí?
Ladea la cabeza como si mi pregunta lo confundiera.
— ¿A que más crees que he venido? Eh venido por lo que es mío. Por ti mi amor y esta vez te lo prometo, nada ni nadie nos alejara.
Sus palabras hacen que el pánico en mí aumente, pero esta vez sí me responden las piernas. Por lo que le pegó un rodillazo en sus partes nobles y corro a una de las salidas.
— ¡Maldición Paulina! —dice con sus manos en la parte golpeada, tirado en el suelo— Que agresiva te has vuelto, me gusta, pero no te escaparas de mí, ¡Guardias! —Grita—.
Aunque sus guardias están entrando al vestidor yo ya estoy saliendo de este por otra puerta.
Al salir de este corro mirando hacia atrás por si me persiguen, lo que ocasiona que choque con alguien.
— Auch— logró decir al caer al suelo, rogando que no sea un paciente.
Y si lo era, pero era Pablo, Pablo Evans, aunque ¿Él cuenta cómo paciente?
— Agárrenla —grita José a sus guardias caminando con dificultad por el golpe.
Me levanto rápidamente e intento correr pero una mano agarrando mi brazo me lo prohíbe y es el de Pablo.
— Primero se pide disculpas después te puedes ir caminando, ya que el hospital no es para correr y lo sabes —me regaña—.
— Maldición Pablo déjame en paz, tengo que irme, ahora no puedo aguantar tus estupideces —digo intentando zafarme de su amarre, cosa que no logro.
Solo logró perder tiempo con ello, el cual aprovechan los guardias de José para llegar donde estoy y me agarran.
Tengo miedo de lo que pueda pasar y no sólo por ahora mismo, sino porque sé que aunque me escapé ahora, José no me va a dejar en paz. Su presencia en este lugar me lo confirma.
— Señor, la tenemos.
— Eso veo, buen trabajo —dice al llegar a mí— Te dije que nada nos iba a separar ¿No lo prometí? Y yo siempre cumplo mis promesas.
Sus palabras me dan rabia y la aprovechó el enojo para zafarse del guardia que me agarró pero es infructuoso mi intento, ya que tengo cerca de ocho guardias a mi alrededor por si me escapo.
Estoy perdida, pero una voz conocida para mí y que ya había olvidado su presencia en esta escena aparece.
— ¡Un momento! —dice señalando con un dedo mientras termina de escribir en el teléfono —.
Se le nota la indignación a José, e incluso yo me siento indignada por su actitud despreocupada ante la situación que estoy viviendo.
— ¿Y este imbécil de dónde salió? —se gira hacia mí— ¿Quién es este? —dice señalando como si fuera una persona con cuatro cabezas.
— Él es...
— Te pedí un momento — Pablo camina cerca a José dando vueltas a su alrededor lentamente — No se quién eres, ni tampoco me interesa, pero —toca la tela del abrigo que tiene José— A juzgar por tu vestimenta y la calidad de está, debes ser un hombre de negocios ¿No es así? Así que como hombre de negocios que somos debes saber perfectamente que los buenos negocios deben tratarse con cuidado ya que hay mucha competencia en el mercado y esta te puede —llega donde estoy y en cuestiones de segundos me libera del amarre del guardia y me toma en sus brazos quedando mi espalda pegada en su pecho y su brazo derecho rodeando mi abdomen— Quitar la oportunidad de negocio y aprovecharla al máximo —dice y me da un beso en la mejilla—.
Veo como José ya no puede controlar la ira —y él sufre de ataques de ira, lo sé porque sufrí de ellos cuando estuve a su lado. Se abalanza directamente hacia nosotros, haciendo que sienta temor porque vamos a morir en sus manos. Esa expresión solo la vi cuando me hizo perder mi bebé.
Justo cuando José está en frente a punto de hacernos quien sabe que, llegan más de veinte hombres armados.
No entiendo lo situación hasta que uno habla.
—Señor Evans ¿Se encuentra bien?
— Sí, Fred. Estamos bien, pero necesito que estos se vayan de mi vista —señala a José y sus escoltas.
— Como diga señor.
— ¡De aquí no me voy sin mi mujer! Así que maten a quien corresponda pero Paulina se viene conmigo.
Mi cuerpo se tensa, más de lo que a mí me parece creíble y siento como mis piernas comienzan a temblar. El hospital en este momento parece un campo de guerra en el que ambos bandos se están apuntando uno a uno. Lo cruel es que Pablo y yo estamos en medio de estos.
— Mátenlos a todos si es necesito pero no le toquen ni un pelo a Paulina, ¡¿Entendido?!
— Sí, señor — respondieron los hombres de José.
Después de eso vi como todos comenzaban a tirarse/esconderse para disparar a su oponente, mientras que Pablo me tiraba del brazo para correr de esta masacre.
— ¡Protejan al jefe! — ordena al chico cuyo nombre es Fred a los demás guardaespaldas—.
Es en estos momentos en los que me doy cuenta que con Pablo vienen cinco guardias. Corremos hacia el lugar más seguro que tenemos cerca, por lo que nos escondemos en la oficina del director del hospital — que por ser Pablo el que entraba no nos negaron la entrada, pude recobrar por un corto periodo el aliento que perdí al correr esa maratón.
— ¡¿Me puedes explicar qué fue todo eso?! — pregunta Pablo igual de agitado que yo.
Mi cuerpo tiembla y mi voz no sale.
Pablo me agarra de los hombros para hacerme reaccionar.
— Vamos Paulina, no me asustes, estás muy pálida y fría. Cálmate ¿Sí? Te pido disculpas por alterarme, pero ven cálmate un poco y cuéntame que pasa para poder ayudarte.
Coloque mis manos en mi nuca y respire profundo para que las palabras pudieran salir.
— ¿Te sientes mejor?
Asiento
— Ahora sí, Cuéntame ¿Quién es ese tal José?
Repito profundo y comienzo a hablar.
— José es mi ex pareja.
Pablo asiente.
— ¿Y porque te vino a buscar? ¿Y más de esta manera?
— No sé —colocó nuevamente las manos en mi nuca y respiro profundo— La última vez que lo vi, fue cuando me dejó en el hospital.
Pablo me observa confundido por lo que respiro profundo y comienzo mi relato.
— A José lo conocí cuando estaba en mi penúltimo año de la Universidad, mis amigas de cuarto querían salir, por lo que ambas llamaron a sus novios y Megan, una de mis amigas, me dijo para que no me quedara haciendo un mal tercio en la reunión, su novio iba a llevar a un amigo, dichoso amigo era José, quien acabas de ver.
Pablo asiente, mientras el director mira hacia otro lado, al saber la historia que estoy por contar.
— Después de esa noche, seguimos en contacto y cuando pasó un año de conocernos decidimos ser novios. En ese tiempo yo no sabía que él estaba comprometido, ni tampoco que era el heredero de una gran empresa ya que nunca conocí a algún familiar o amigo diferente al novio de mi amiga. Aunque ello me parecía algo raro, no le di importancia. Además, con sus episodios de ira no nos reuníamos mucho con ellos ni con nadie, ya que José tiende a ser muy posesivo y más tarde me di cuenta que también era violento.
>> Después de dos años de novios quedé embarazada, le conté mi estado y allí fue cuando me dijo todo lo que sucedía, que estaba comprometido y que se iba a casar en dos semanas, por lo que él no podía tener un bastardo ni conmigo ni con nadie, ya que eso no era digno de su familia y que menos lo iba a tener con quien solo quería una aventura. Por lo tanto, tenía que abortar por las buenas o por las malas. Su confesión y saber que no me quería o al bebé, me dolió y molesto mucho, por lo que ignore su advertencia. Pasaron tres meses desde nuestra discusión, él no me busco y yo decidí sacarlo de mi vida para siempre. Como él había estado ocupado con su matrimonio y luna de miel, no se percató de que yo no había abortado —mis lágrimas comenzaron a caer.
— Tranquila, Tranquila, ahora entiendo. Entonces ¿Vino a buscar a su hijo?
— Paulina no tiene hijos —responde el director—.
Pablo se encuentra nuevamente confundido por lo que espera que resuelva sus dudas.
Negué.
— Según lo que él mismo me dijo, mientras él estuvo de luna de miel, me tenía vigilada por lo que sabía que yo no había abortado. Aunque él quería regresar antes de su luna de miel para encargarse de mí, el compromiso de dos familias lo detenían —suspire— Llegó el día de su regreso y yo que pensé que todo había acabado ese día de discusión, el mismo me corroboro que me había equivocado.
El recuerdo de lo que sucedió, hace que el dolor que sentí aquella vez me invada. Pero intento que no me afecte más de lo que aquella vez me afecto.
— Llegué a mi casa después de mi trabajo de medio tiempo y me encuentro con la puerta de mi casa abierta, lo cual no me sorprendió porque vivía con otras compañeras, pero lo que sí me sorprendió fue ver a José con siete de sus guardaespaldas esperándome en la sala.
>> Lo que ocurrió después fue que el mismo José me pego y pateó sin importarle que tenía 4 meses de embarazo de su propio hijo, mientras me decía atrocidades por no haberle hecho casó y haberme embarazado de él. Sus palabras me dolían, pero sus golpes me mataban, una patada en el abdomen aumento mi dolor en baja, a tal punto que el dolor fue insoportable y me desmaye. Cuando desperté estaba en la habitación de un hospital con él frente a mí, y lo que me dijo antes de irse fue "Te dije que tenías que abortar, así que ni llores, que la golpiza que te di te la hubieras ahorrado si hubieses abortado cuando te ordené" Y esa fue la última vez que lo vi hasta ahora. Así que realmente no sé qué es lo que quiere de mí, pero sí sé muy bien que me causara ahora que me encontró; sufrimiento.