— Lo siento, lo siento, lo siento —dije mientras veía como Pablo se quejaba del dolor — Sabes que no fue mi intención ¿Verdad? Así que debes aceptar mis disculpas —dije con miedo—. Su molestia es más que evidente y yo no sé cómo actuar. Sin duda, hoy no es mi día de suerte. Primero desperté a Pablo con un balde de agua —claro por culpa de la mentira de Miguel —, pero ¿Por qué no le lancé el agua a Estiben? Estiben no es temperamental, cosa que sí lo es Pablo. Segundo, por un calambre que me dio y que ocasionó que me diera el susto de la vida en la piscina, salí peleando con Pablo por su regaño tan grosero y ahora, después de hablar, que llegara su novia y él me siguiera molestando, le partí —sin querer— sus huevos. Al parecer, tengo que ir a la playa para quitarme esta mala suerte o