Tal como él mismo la había descrito, Beryl era el alma de todas las fiestas. Siempre se veía rodeada por una multitud de admiradores que se maravillaban de todo lo que decía y la ensalzaban, a veces exageradamente. Con ánimo de tranquilizarse, pensó: «Nos gustan las mismas cosas y llevamos la misma clase de vida». Estaba seguro de que esa era la base adecuada para formar un sólido matrimonio. Ya estaba bastante avanzada la tarde, pero todavía les quedaba bastante camino por recorrer antes de llegar a la posada de "Jorge y el Dragón", donde pensaba pernoctar. Cuando conducía su faetón por una curva de un estrecho camino bordeado de setos, advirtió que, más adelante, había ocurrido un accidente y como iba bastante aprisa, tuvo que tirar con fuerza de las riendas para que los caballos se d