CAPÍTULO TRES Luna luchó. Lo hizo con cada pizca de energía que pudo encontrar, trató de luchar contra la inmovilidad que recorría su cuerpo, haciéndola más lenta, haciendo que se detuviera. Estaba en medio de Sedona, en el centro de un grupo de personas controladas y la mente le gritaba por el esfuerzo de intentar no ser igual que ellos. Sentía como si su cuerpo se estuviera convirtiendo en piedra, o... no, más bien como si sus extremidades se estuvieran durmiendo mientras por dentro seguía despierta. No sentía las yemas de los dedos, pero seguía luchando. Sin embargo, podía sentir que se adentraba en el estado de control, convirtiéndose cada vez más en una prisionera de su propio cuerpo con cada segundo que pasaba. Se sentía como si estuviera atrapada detrás de un cristal, su personali