Mónica sonrió, abrumada por la alegría que llenaba su corazón ante la confirmación de los sentimientos mutuos. —¿Por qué soy buena en esto? —preguntó Mónica, con una expresión de curiosidad en su rostro. —Eso es lo de menos. Incluso si fueras mala en esto, no cambiaría lo que siento por ti —aseguró Dan, con una sonrisa cálida. —Entonces, ¿eso significa que me amarías aunque estuviera gorda y desfigurada? —preguntó Mónica, con un tono de incredulidad en su voz. Dan soltó una carcajada, conmovido por la ternura y la inseguridad de Mónica. —¿De qué te ríes? —preguntó Mónica, intrigada por la reacción de Dan. —Eso es lo que más me gusta de tí —respondio Dan. Dan se tomó un momento para apreciar la expresión de Mónica, la forma en que sus ojos brillaban con incredulidad y diversión ante