La recepción no se hizo esperar, todos los invitados se reunieron en el jardín y enseguida la música comenzó a sonar. Rogelio sin más esperar tomó de la mano a Emperatriz y se fue con ella a donde estaba una de las mesas preparadas especialmente para los novios. Emperatriz tenía una cara realmente de mucha aflicción, se veía visiblemente muy afectada por haber dado el paso más difícil en toda su vida. Rogelio le apretaba la mano mientras le decía muy cerca de su oído: — Tienes que sonreír porque más bien pareciera que estuvieras en un velorio. — Ésta boda para mí no está muy lejos de ser un verdadero funeral. — le dijo Emperatriz aún sin sonreír. Ella se sintió totalmente presionada ya que no quería ni tenía el más mínimo deseo de sonreír, además sentía que ya había hecho suficiente