En la mansión de los Cimarros se encontraba la bella Emperatriz junto a su madre Maruja, la madre de ésta era una mujer muy ambiciosa y egoísta, acostumbrada al lujo y a las comodidades que siempre habían tenido al lado de Miguel, ella a diferencia de su marido, era proveniente de una familia humilde, es por esa razón que cuando conoció a Miguel y supo que era un hombre millonario en ese entonces, no dudó inmediatamente en conquistarlo y embarazarse de él para que éste se viera obligado a casarse con ella. Sin embargo nunca pensó que Miguel fuera un enfermo por el juego y las apuestas y que con el transcurrir del tiempo iba a terminar botando toda su fortuna.
— Qué extraño que no haya llegado aún papá, la verdad es que me tiene muy preocupada, desde hace días lo noto muy cabizbajo y deprimido, aunque sé que en el fondo lo tiene muy preocupado lo de la hipoteca de la fábrica y de esta casa.
Maruja le contestó:
— Tu padre salió supuestamente a buscarle solución a la deuda de la hipoteca, aunque me gustaría saber cómo piensa resolverlo si no tiene un solo centavo.
— Pero mamá creo que podemos solventar algunas deudas vendiendo algunas de nuestras joyas.
— ¿Pero qué insensatez estás diciendo? ¿Acaso te volviste loca? ¿Cómo se te ocurre siquiera pensar en algo así? Yo no voy a vender ninguna de mis joyas, ¡No faltaba más! De eso ni hablar, Creo que tu padre tiene que resolver el problema porque te recuerdo querida hijita que estamos en la quiebra gracias a él.
— Pero yo solo estoy tratando de que le busquemos una solución porque al final por fuerza mayor tenemos que encontrar dinero para poder comer. Yo solo quiero ayudar un poco a papá, además ¿De qué nos sirven esas joyas si ya ni siquiera vamos a ningún tipo de evento social? Ya ni siquiera nos invitan las supuestas amistades que teníamos cuando éramos ricos.
Maruja se levantó del sillón y le dijo a su hija con una actitud muy determinante y además muy molesta:
— Pues te advierto Emperatriz, que yo no voy a vender ni siquiera un anillo para darle de comer al bueno para nada de tu padre.
En ese momento se abrió la puerta de la calle y ambas se quedaron calladas y atentas cuando vieron entrar a Miguel, el cual venía con una expresión muy afligida y se sentía demasiado mal, estaba con la mirada en el piso, sentía que no podía mirar a la cara a su mujer, pero muy especialmente a su hija.
— Papá, papito, por fin llegaste, nos tenías muy angustiadas, pero cuéntanos ¿Cómo te fue con el señor Salinas? ¿Pudiste lograr llegar a un acuerdo con él?
Miguel solo miraba a su hija con los ojos llenos de lagrimas, él se sentía demasiado miserable y culpable porque todo lo que estaba pasando él y su familia, era gracias a su vicio por el juego.
Maruja al ver que Miguel no decía una sola palabra, se acercó a él y le preguntó:
— Miguel pero ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué te quedas callado? Tu hija te hizo una pregunta y no le dices nada, ¿Tienes idea de la angustia que hemos tenido desde que te fuiste supuestamente a resolver lo de la deuda? Al menos dinos algo, cualquier cosa porque ya hemos esperado bastante a que llegaras.
— Mamá por favor trata de ser más considerada con papá, apenas acaba de llegar, vamos a esperar que se relaje y nos cuente con calma qué fue lo que pasó. ¿No te parece?
Miguel se sirvió un trago y se lo tomó de un solo golpe, luego se sentó en el gran sofá de la sala y las miró a ambas mientras les decía con una voz quebrada y con mucha dificultad:
— Hablé con Rogelio, de hecho vengo en este momento de su oficina, pero... Pero ....es que la propuesta que me hizo para poder saldar toda la deuda que le debo, es algo que no puedo aceptar. — en ese momento se sirvió otro trago y se lo tomó de un solo sorbo, de alguna manera quería como anestesiarse a fuerza del licor, no quería enfrentar a Maruja y a su hija, no tenía las fuerzas ni el valor suficiente.
Maruja no tenía la misma paciencia y tolerancia que su hija, ella estaba cansada de vivir en una zozobra sin saber en qué momento los podían sacar a la calle y terminar por perderlo todo.
— Pero por Dios Miguel, ya termina de hablar, ¿qué fue eso que te propuso Rogelio Salinas que no puedes aceptar? Creo que al menos tenemos derecho a estar enteradas de la situación ¿No te parece? Ya ha sido suficiente con aguantar toda esta angustia que tenemos desde que nos dijiste que habías hipotecado la fábrica y la mansión.
Emperatriz que a pesar de todo había sido paciente y considerada con su padre, en el fondo tenía mucha curiosidad por saber qué estaba pasando, porque ella en su mente ingenuamente pensó que tal vez podían encontrarle alguna solución a esa propuesta.
— Pero papá por favor, no es que quiera presionarte, pero creo que de alguna forma mamá tiene razón, queremos estar al tanto de la situación porque estoy segura que podemos pensar en una solución, por favor dinos ¿Qué fue eso que te propuso el señor Rogelio que no puedes aceptar?
Miguel con lágrimas en los ojos miró a su hija totalmente devastado y bajando la mirada lleno de vergüenza le dijo:
— Rogelio está dispuesto a perdonar la deuda de todo lo que le debo y además hasta pagar la hipoteca de la fábrica y la de esta casa, pero....Dios ¿Cómo decir esto?...me propuso que a cambio de todo eso...quiere que te cases con él.
Emperatriz se echó para atrás y se llevó la mano a la boca haciendo un gesto de horror, estaba realmente sorprendida con lo que acababa de decir su padre, fue realmente una sorpresa para ella que no se esperaba y menos viniendo de ese hombre al cual ella solo había visto un par de veces y que le era totalmente indiferente.
— ¿Cómo? ¿Pero qué has dicho? ¿Casarme con ese señor? ¡Dios mío qué horror!
Por su parte Maruja no tardó en expresar su impresión:
— ¿Cómo? ¿Quiere casarse con nuestra hija? ¿Es en serio lo que estás diciendo?
Miguel enseguida respondió:
— Sí, claro que es en serio, ¿Me crees capaz de jugar con algo así?
Maruja le respondió para su sorpresa:
— ¡Pero sería estupendo! Se solucionaría toda nuestra situación económica y volveríamos a ser la familia de prestigio que siempre hemos sido, retomaremos nuestro estatus en la sociedad y más con un hombre de la talla de Rogelio Salinas, dueño de la cadena de hoteles más prestigiosa en todo el país. ¿Se imaginan?