Había amanecido un nuevo día, Emperatriz pasó la noche en la habitación de Rogelio, por supuesto no había podido dormir bien a diferencia de él que sintió que era el hombre más feliz del mundo tan solo conformándose con tenerla muy cerca de él aunque no pudiera tocarla. Se había hecho muy tarde, eran las 8:30 de la mañana pero Emperatriz en vista de no haber pegado un ojo en toda la noche, estaba profundamente dormida. Por su parte Rogelio había despertado y lo primero que hizo fue mirar a su lado de la cama para ver si Emperatriz aún se encontraba allí junto a él. Al mirarla sintió una emoción por dentro que lo envolvió a tal punto de sentirse el hombre más dichoso del mundo a pesar de la tragedia por la que estaba pasando al no poder caminar todavía. Él a pesar de ser un
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