Peter me toma por detrás rodeando sus brazos en mi cintura y posa sus labios en mi cuello dejando un cálido beso sobre mi piel. Ahora quien juega es él y sé que si no intervengo, los golpes entre ellos no se darán fuera de la casa.
—Esposa que no puedes tocar, ni abrazar o acariciar. Esposa en tu país, no aquí donde la firma de ella en un papel no vale nada. Ni siquiera necesitamos que firmen el jodido divorcio para que nosotros podamos casarnos y ser felices mientras tú miras desde afuera lo que perdiste por pendejo. Roisin ha aceptado ser mi esposa, entérate, digiérelo y acéptalo. La perdiste y ahora es mía.
El gesto de dolor en los ojos de Alexander me lastima, sé que me quiere y enterarse que me casare con Peter le hace daño. No debía que enterarse de esta forma. Tenía otros planes,
