Un error

2050 Words
-¡Idiota engreído! – - Eve – contestó Gabriella ante la reacción de su amiga. -Me voy, espera al … habilidoso – cambio la palabra que cruzaba por su mente ante la presión de la mirada de su amiga por su expresión. Abandonando así a su amiga en aquel abarrotado lugar. Aquella escuela era espaciosa comparada con otras instituciones particulares, pero no lo suficientemente como para querer ocultarse de alguien. Porque al parecer mientras más intentaba ocultarse más miradas parecían estar sobre de ella; había pasado gran parte de su vida siendo simplemente ignorada por el mundo a su alrededor, de repente, sentía que era observada por todos y en cierta manera, era a razón de Elixberto que había irrumpido toda su paz. Él no había dejado de frecuentarla, de buscarla, lo que era tedioso, y más por las miradas curiosas que despertaba con quienes tuviera en su radio de observación. Era obvio que el porte, el acento y su personalidad, así como su atractivo visual, era bastante para ser un signo de atracción magnética, no obstante, ella estaba acostumbrada a la normalidad, que aquello era … complicado para su persona. Subió a una de las áreas y se sentó en el suelo con las piernas cruzadas girando su mirada hacia la calle mientras recargaba su cuerpo en una de las columnas de aquel edificio. -¿Quiero saber que sucede? – Se dijo a si misma. La gente solo caminaba de un punto a otro, cruzando la calle o caminando solamente en el parque que se encontraba delante de la institución, era uno de los parques más grandes del lugar. Donde precisamente un día antes había aparecido de la nada. Si, aquello no tenía sentido, lo sabía, pero es que ya nada lo tenía. Intentó volver a analizar todo lo ocurrido, pero hace poco comenzaba a tener sueños… diversos, más que los normales… normales… ella jamás había tenido sueños normales. ¡NUNCA! Los solía escribir y crear pequeños cuentos con ellos, pero se habían vuelto más turbios que los usuales. “mi pequeña princesa la naturaleza es el mejor escenario para lo inimaginable” Aquellas palabras retumbaron en su mente una vez más. Eran las que solía decirle su papá constantemente, pero… Él no era su papá… era un guardaespaldas, su guardaespaldas. Cada palabra que pronunciaba tenía menos sentido debió de haberle permitido a su abuelo, si es que lo era, que le explicara todo lo que sucedía, porque muchas preguntas la asaltaban en ese momento. -Aquí estabas – Dijo una voz que la irritaba. Ella giró los ojos hacia arriba, se levantó, poniéndose de pie. - ¿Por qué huyes? – Su rostro estaba feliz, una felicidad que la fastidiaba. Con una sonrisa tan … -Creo que deberías de darle tiempo Elixberto – Dijo Gabriella. -¿Tiempo? – -¿Quién te enseñó a jugar Elliot?- Aquella pregunta sorprendió a ambas personas – Esos no son movimientos de un jugador de baloncesto – -Un tío mío … ¿Si te interesa aprender…?- -No, el deporte nunca ha sido lo mío. ¿Sabes?, eres un presumido, es evidente que tienes mejor condición- -¿Tener condición me hace un buen jugador? ¡Vaya, eres buena juzgando a la gente – -Me disculpo por ello, pero de verdad, tu prepotencia no tiene un tope, ¿Acaso tenía yo que ser tu mandadera? ¿Por quién me …?- -Pero según recuerdo, a final del día, quien tenía mi chamarra y mi encargo era Gabriella, no tú, ¿O me equivoco? -Ese fue un acuerdo entre ella y yo, ni se te ocurra comparar las situaciones- replicaba ella con tal gracia que en ningún momento se perdió la cordura, era como una disputa con palabras indiferentes, algo extraño desde el punto de vista de Gabriella. -Ya – dijo Elixberto -Elliot, quiero respuestas y las necesito, ¡Ya! – -Evita mencionar mi primer nombre, para ti, así como, para los demás son Elixberto Zintralk- -No estás en plan para exigir como llamarte, pero está bien, E-LIX- BER-TO, ¿Contento? -Aquella ironía con la que hablaba era la que estaba comenzando a desarrollar desde que todo su mundo real colapsaba ante algo que no podía interpretar; a lo que en respuesta de aquello, Elixberto levantó su cuello y respiró profundamente “Es una niña mimada” se decía el dentro de sus pensamientos. A lo que Gabriella solo puso sus ojos en blanco, aquello era algo tedioso que tolerar, no obstante, no debía de retirarse de aquel lugar, o Elixberto podría perder la caballerosidad que poseía, atacando así a su amiga, a quien su bípeda lengua le atraería problemas. - quiero entender que sucede… ¿Podrías ayudarme a disipar todo esto? Porque cada vez… entiendo menos las cosas, están sucediendo situaciones que no deben de acontecer, es como si algo fuera de lo real pasara y eso es imposible – Le espetaba mientras le veía a los ojos, donde solo podía ver un reflejo de nada, era como si él no pudiera reflejar algún tipo de emoción, es como si su parte blanda no existiera, pensaba. -Acerca de eso…- -¡Solo quiero respuestas! – - Everilyn Van- ders – Dijo una voz desde atrás de ellos, era una de las prefectas de la institución, a lo que ella asintió – La buscan en orientación – Aquello dejó asombrado a los tres, pero las miradas entre Gabriella y Elliot era de duda, o tal vez complicidad. Everylin asintió y siguió a la prefecta. Cuando avanzaron unos pocos metros le pidieron ingresar al aula de audiovisual, un salón que se utilizaba en muy pocas ocasiones lo que ocasionaba que el olor a humedad fuera penetrante. Las luces estaban encendidas, así como el aire acondicionado. Ella avanzó por un pequeño pasillo que finalizaba en el aula. Escuchaba unas voces murmurando a bajo volumen en un idioma que definitivamente no era ni español, ni inglés, era… ¿Francés?, “¡¿Qué rayos?!” pensó, lo que la puso alerta o tal vez, nerviosa. Cuando acceso al gran salón observó a tres figuras masculinas, dos de ellas conocidas, su director y subdirector, dos personas de edad avanzada quienes dirigían aquel plantel, mientras que una tercera persona se encontraba dándole la espalda mientras hablaba por su dispositivo móvil. -¿Everylin Van-ders? – preguntó el director, haciendo que ella asintiera y que el otro caballero tensara su espalda, enderezara aún más su postura, iniciando así con un conversación rápida de despedida con la persona del otro lado de la línea. -El señor aquí presente es un inversionista conocido en la ciudad, quien ha pensado en llevar acabo alguno de tus proyectos medio ambientales por los que has participado…- Y continuaba hablando el subdirector quien era la persona de menor estatura entre los tres hombre. Pero mientras él avanzaba con su presentación, ella más se cuestionaba sobre la información que estaba recibiendo… “¿proyectos escolares? ¿Medio ambientales?” Dos cosas, que aunque si los podía lograr hacer, no eran proyectos que haya usado para concursar en alguna parte. Si bien era cierto, ella no era una estudiante terrible, pero tampoco de excelencia, así que era poco correcto aquello que escuchaba. Se esmeraba a más no poder para poder tener notas altas, pero jamás en toda su existencia, era capaz de crear proyectos innovadores, tenía sus limitantes. -director, ¿me podría permitir hablar con la señorita por favor a solas? – Dijo aquel hombre, su voz era firme, fría, era como la del señor Zintralk pero su voz le provocaba una ventisca fría por todo el cuerpo. -Considero que eso sería una acción poco prudente…- -Entiendo su preocupación, sin embargo, hay cuestiones de mi empresa que no se pueden divulgar- ambos hombres si dirigieron una mirada y atendieron la retirada del lugar. -Vous parle francaise? – dijo aquel hombre, con tanta belleza en cada pronunciación como todo un nativo. -Plus ou moi, ce n’est pas ma maternelle langue- Le respondió con naturalidad. Aquel hombre se giró a verla, era alto, de blanca tez, tenía una barba blanca a juego con su cabello blanco con algunos vestigios de lo que fue en su pasado, su nariz respingada y sus ojos penetrantes azules le recordaban a los ojos de alguien, pero ¿De quién? -¿Así que eres Everylin Van-ders? – dijo con un tono que sonaba a desprecio mientras lo entonaba, haciendo que un escalofrío recorriera la médula. Ella asintió. -Tienes un pésimo acento- dijo, recalcando su falta de fluidez, y ella lo aceptaba, solo practicaba cuando estaba en esa clase. Lo aprendía por que era el idioma cuyo padre hablaba, así que le gustaba mucho su sonido, su pronunciación, así como, la elegancia de su porte. -Lamento decepcionarlo, ¿Quién es usted? – - Y distraída a demás- Dijo de forma cortante. -Soy Antoine Van-der Teissier – Aquellas palabras la dejaron sin moverse, sin tomar ni un solo bocado de aire por tan solo algunos fragmentos de segundos. “Antoine Van-ders Teissier” pensó “¿Van-der?” “¿Acaso escuché bien?” Se llenaba de mil preguntas instantáneas que deseaba poder atar cabos para poder tener una conclusión o al menos una historia que tuviera sentido. No obstante, cada atadura era menos coherente que la anterior. -Coincidencia en el apellido, ¿Supongo? – -Seré breve – dijo mientras que el timbre de cambio de hora resonaba dentro de aquella aula que parecía casi hermética -Vas a casarte con un m*****o de la familia Zintralk al cumplir tu mayoría de edad – explicaba – No te preocupes por los por menores, seguirás con tu educación, pero fuera de la protección de los Van-ders, sin embargo… si quieres seguir bajo mi manto solo hay una petición … – -¿De qué está hablando? – preguntó no dando crédito a lo que entraba por su canal auditivo. - ¿Quién es usted? ¿Y de qué está hablando? – -Alguien quien ha detallado cada aspecto de tu vida – “¿Qué?” pensó en automático “aspecto de mi vida, ¿Quién demonios era?” Mientras él se dirigía a la puerta ella replicó -¿Quién es usted y qué le da derecho a decidir sobre mi vida?- le contestó, pero no con aquella seguridad, si no, con angustia en su voz. Sabía perfectamente que su abuelo le había comentado que su mano estaba dada, pero ¿Por qué? Era como si su vida no dejara de sorprenderla con más personajes. -Nadie importante en tu vida- dijo aquel hombre deteniéndose a verla con superioridad. -El día de ayer mis padres cumplieron un año más de fallecidos, pero en vez de llevarles flores, estaba en una reunión donde aparentemente todo se obscureció y aparecí en otro lugar varios kilómetros de donde me encontraba, durante la noche mi “abuelo” me dice que son mis guardaespaldas que no son mi familia biológica, que mi mano está comprometida, que mis “amigos” están involucrados con esto, que un m*****o de los Zintralk me tiene acosada y que rematar toda la situación escucho cosas y tengo sueños bizarros sobre alguien que no soy yo. Así que, les he estado guardando lágrimas e historias a unos sujetos que solo hacían su trabajo, que probablemente nunca se liaron emocionalmente conmigo, no conozco a mis padres, no se quien soy y usted es lo único con algo de similitud con mi persona, así que, discúlpeme se que usted cree que no es importante en mi vida, pero al menos, me gustaría una explicación sensata sobre lo que ocurre, nadie quiere explicarme nada – - Eres el error de mi hija, mi única descendencia, la última con el linaje Van-der. Tú mano está dada desde hace generaciones, y si quieres seguir bajo la protección de mi apellido evita ir al bosque – dijo y se marchó dejándola ahí de pie sin si quiera poder mover alguno de sus músculos. Para ella el mundo se había derrumbado a sus pies. La venda había sido retirada. No era nadie. Su vida era una mentira. Su familia era un invento. “última del linaje Van-der” “Unida en matrimonio desde hace generaciones” “un bosque” “un error”

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