4. Elixberto

1560 Words
La suave sensación que disfraza al miedo con amor La firmeza oculta mientras entierras tus defectos Las llamas avivadas por una ira camuflajeada La tormenta desbocada como tantas mentiras Ama, sin miedo, teme por lo bueno ¡detente! Que aún con tus defectos Amo cada parte de tus afectos. Cuando crees conocer todo, te das cuenta, que realmente no sabes absolutamente nada de lo que pasa a tu alrededor. CAPITULO 4 Un compromiso -¡Everylin!- dijo una voz que la había sobresaltado, regresándola al ahora. Estaba anonadada, se sentía fuera de sí, era como si de repente tu vida se desmoronara delante de ti, ahora se sentía como una desconocida frente al espejo. -Vamos a comer algo, anda- Le dijo Gabriella, quien se encontraba preocupada por ella. Ambas estaban en la misma escuela pero diferente salón, no obstante, se habían conocido al inicio de las clases, solían andar juntas en los descansos, pero ahora Everylin tenia en mente, que haberla conocido no había sido coincidencia alguna. -Gaby, dime la verdad, ¿Tú también sabes quien soy?- le preguntó, a lo que Gabriella sin darle mucha importancia asintió. -Vamos Everylin, ha sido mi amiga desde que ingresamos a la preparatoria, ¿Podemos ir a comer?- -Hablo enserio- le decía cortante, a lo que Gabriella solo se detuvo, no quería girarse a verla, eso era notable -Gaby, por favor, dime ¿qué está ocurriendo? – Ella se giró a ver a su amiga que se encontraba sentada en su pupitre con aquel rostro lleno de confusión cuando una algarabía del exterior se hizo notoria, cada vez más audible conforme… -Gabriella, Eve, podrían apurarse, realmente, tengo hambre- dijo la voz que le estaba causando un reverendo dolor de cabeza a Everylin. -Por qué no sinceramente se va por donde vino…-dijo Everylin de forma casi inaudible. -¿Dijiste algo? – Preguntó Gabriella, a lo que ella en automático contestó que no. Los tres caminaron, pero con todas las miradas de aquellas señoritas quienes estaban impresionadas, para ambas mujeres, esa situación era bastante incómoda. -Estoy cansado de esta situación, eres un maldito presumido y egocéntrico- dijo un joven de complexión delgada y alta, con rasgos aún entre adulto e infante. -Crees que puedes venir aquí con tu acento bonito a invadir mi espacio…- -Vaya, que agradable escuchar de alguien mas mencionar sobre mi grato acento y educación, no obstante, no me considero presumido y egocéntrico, solo creo que no es muy común observar a un inglés como yo en un país que no habla tal idioma- -Eres un…- Aquel joven se acerca con grandes pasos y toma a Elixberto por las solapas de su playera escolar, sin embargo, el no se mueve, ni muestra duda, sus manos estaban sobre su bolsillo mientras que la mirada de él se encontraba fija en su oponente. -Arruinas el uniforme- dijo Elixberto y el otro joven retrocedió. -Un partido de basquet, dos de tres, ¿Qué dices? ¿O tienes miedo de que se burlen de ti? – incentivó aquel joven, mientras que Elliot solo arregló su uniforme. -Si con eso te quitas de mi vista y desapareces de mi campo visual, por supuesto- dijo El otro joven sonreía con tal confianza que resultaba tan sorprendente a todos los espectadores quienes habían rodeado a ambos jóvenes. Aquel delgado joven se dirigió caminando con gracia y seguridad hacia el gimnasio de la institución. Todos murmuraba alardeando sobre los posibles resultados. Mientras que Elixberto solo estiraba sus brazos con total indiferencia. Aquello le parecía a Everylin la situación más que interesante, una excusa perfecta para deshacerse de aquel ser que la asfixiaba. -Eve, ¿Me podrías comprar una nieve?- Aquello la sacó de sus bellos pensamientos. “¿Nieve?, ¿era enserio?” pensó, le estaba pidiendo que fuera a comprar nieve, aquello era demasiado hasta para alguien ella, quien sentía que la burbuja de felicidad que había maquinado en su cabeza se había reventado drásticamente, acabando con su paz y sobre todo con aquel descanso sin tenerlo merodeando su espacio. Everylin sentía que las cosas se estaban saliendo de control, le parecía todo como un sueño del que en definitiva no podía despertar. Elixberto se giró a verla, le sonrió tan divinamente, que Gaby solo la tomó de la mano con fuerza, “¿Por qué era que él cautivaba a todas, pero ella no podía sentir nada?” Era una pregunta que le surgió de la nada, que por una fracción de segundo desapareció cuando el le otorgó su chamarra escolar, dejando entre ver sus brazos trabajados con aquellos músculos que eran más que evidente que el resultado de aquel partido sería completamente evidente. Gaby apretó con más fuerza su mano mientras Eve escuchaba como tragaba saliva con dificultad, pero la mirada de todas era estrepitosamente intolerable. “¿Cómo era posible que las mujeres se desvivieran por ello?” se le cruzaban las palabras por el pensamiento. Pero peor aún… “¿Qué se creían tal personaje al pedirle que cuidara su chamarra y le comprara una nieve? ¿Acaso era su asistente que tenía que estar a la orden y servicio?” Preguntas que asaltaban su cabeza y cuyo rostro era el reflejo de sus pensamientos tormentosos. Evelyn se sentía humillada y molesta, su mirada era evidente, pero Elixberto la había ignorado completamente, le dejó su chamarra, le sonrió por última vez y se fue rumbo al gimnasio. Todas las mujeres que estaban a su alrededor murmuraban, siguiéndolo así rumbo aquel recinto del deporte que era uno de los atractivos principales de la institución junto con su atractiva, monumental y enorme cafetería. Aquella institución estaba entre las más importantes de su ciudad que pese a su elegancia y presencia, también era de las más económicas dentro de aquel tipo. -Eve, tenemos que ir a verlo ¿vamos? - le dijo Gaby -¿Es enserio? – Era increíble que su mejor amiga le estuviera proponiendo tal situación. -Anda, vamos, ¿Si? - -Gaby, de verdad… - -Anda, yo llevaré su chamarra y le compraré la nieve- -De verdad, has llegado muy bajo- ella suspiró y asintió, entregándole así la chamarra de Elixberto que ella tenía en su posesión. -Pero suelta mi mano… casi no la siento- ella la soltó y Everylin inmediatamente comenzó a sobar su mano víctima de la fuerza aplicada por los atributos de un hombre, era la atracción principal de aquel lugar. La brisa… Esa brisa… -vamos Ney… Eve – Dijo ella y se adelantó. -¡Alto!- Le espetó con firmeza -¿Cómo me dijiste?- Gabriella se quedó paralizada, se giró a verla. -Eve, por su puesto- -Tú sabes quién es ella, ¿Verdad? - -¿De qué hablas? – - Dime, quien soy, ¿Por qué esto es …? – -Everylin, yo…- -Gab, eres mi mejor amiga, ¿Qué está pasando? Te ruego que te pongas en mi lugar, siento que mi vida es un sueño que se está convirtiendo en pesadilla y no puedo despertar de ella – Una algarabía se hizo presente desde el gimnasio, alguien había encestado. -Vamos al gimnasio – le dijo y le mostró su reloj digital que portaba en su mano, mientras giraba su rostro de un lado a otro. Al parecer le daba a entender que no podía darle más información, lo que provocó en ella una decepción más. Pasaron por el puesto de nieve compraron una. El gimnasio estaba abarrotado, al grado que ni siquiera un evento escolar pudiera juntar a tanta gente en un solo lugar. El resultado era evidente. Elixberto llevaba la ventaja. Aquel joven hacia sus movimientos, giros rápidos con la pelota, era apantallante, no obstante, Elixberto estaba ahí delante de la canasta sin hacer algún movimiento, con las manos en los bolsillos. Aquel joven corrió rumbo a la canasta, Elixberto corrió en dirección a él y con un movimiento asombroso le arrebató el balón de las manos. Comenzó a botarlo una y otra vez delante de él, sin moverse en algún momento. Aquello molestó al otro joven quien se acercó corriendo a intentar arrebatarle el balón pero aquello no sucedió, Elixberto solo se movió un paso delante, continuando con el rebote de aquella esfera, el público observante estalló en admiración. Aquel joven volvió a intentarlo una vez más, sin embargo, una vez volvió a suceder lo obvio. -¿Quién demonios te crees?- le dijo aquel joven molesto y acalorado por el evento acontecido, a lo que Elixberto solo contestó con una sonrisa suave que a muchas derritió, mientras que otros, no paraban de grabar con sus dispositivos lo que sucedía. – Ahora si, ¿jugarás enserio o simplemente huirás? - Aquel joven se acercó una vez más, Elixberto corrió hacía él evadiéndolo nuevamente con tal gracia y elegancia, como no se consideraba posible en un deporte, corriendo así en dirección de la otra canasta, encestándola con un solo brinco y un movimiento de muñecas que enloqueció a los presentes aumentando la algarabía de todo el lugar. Elixberto tomó el balón y se dirigió en dirección a él. -Christian, ¿Verdad? – Aquel joven asintió. – Buen partido – le dio la mano y ante la presión de la mirada de todos, Christian tuvo que darle la mano, terminando el encuentro con tal magnificencia que captó la admiración de docentes y directivos que presenciaban lo ocurrido.
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