Introducción: Fuego atroz

1335 Words
Introducción Fuego atroz -Lur, Marina, ¿Qué hacen aquí? - dijo, pero al postrar su mirada en su hermana, supo que las cosas no estaban bien – Lurían, ¿Qué sucede? ¿Mamá está bien? - preguntó precavido sin dejar de observarla. Ella asintió, pero el rostro de su hermana estaba lejos de estar tranquila. Estaba inquieta, enojada, desesperada, o una mezcla de todo. Él no podía deducirlo. ¿Acaso…? Él giró la mirada hacía Marina, quien pareció deducir sus pensamientos. Ella rápidamente movió negativamente su rostro, lo que le dio tranquilidad a James, su hermana aún no era desposada. Eso era realmente fantástico. Sentía que poco a poco la sangre de sus ojos comenzaba a palpitar de manera más tranquila. No obstante, la cara de Lurian seguía sumida en la desesperación. -No es nada malo James. Lur, será presentada ante la sociedad dejando su mano...- decía Marina con tranquilidad hasta que fue interrumpida. -Hoy conoceré a los que quieren desposarme- finalizó ella. -Pero tienes escasos catorce años, ¿Cómo demonios te quieren desposar? - Expresaba molesto James -James, dentro de nuestra sociedad elitista es algo normal que se nos vea como una mercancía de intercambio comercial, pero... - -Tengo un plan- Dijo Lurian, sobresaltando a los dos con aquellas palabras. James estaba afligido con lo que decía ya que conocía a su hermana mejor que nadie, sabía lo impulsiva que era y temía que las cosas no salieran como ella deseaba. -Lur...- -Descuida hermano, todo saldrá de maravilla- dijo mientras se ponía de pie, sus ojos brillaban de la emoción, sonriéndole y dándole un beso. - ¡Huiré a tu mundo, ahí nadie me encontrará! - Ambos se vieron expectantes y comenzaron a reír a carcajadas. Lur solía ser creativa y errática. Era joven, por lo cual sus acciones no eran maduras en absolutas. Ambos hablaron con ella, haciéndole ver que su decisión no era la más viable, le hicieron entender que los blasfelanos no tienen acceso a aquel lugar, pero realmente sabían que, aunque entrara ella estaría sumida completamente en la obscuridad mientras que los euruditos la retornarían a su tierra. -James, deberías exigirle a papá que te ceda el trono, de esa manera, yo no tendría que ser parte de esto – James se giró a verla interesado – tu mejor que nadie sabes, que por ley te pertenece esa corona más que a mi – decía Lurian, mientras James se acercó a su hermana y cogió su mano. -Mi querida Lurian, tu mejor que nadie sabe que papá no me ha visto desde que nací, para él prácticamente estoy muerto, es más, nunca existí. Pero hay algo que sé muy bien, mamá no va a permitirte que cualquier hombre tome tu mano- la consolaba James, pero Lurian simplemente parecía no creer en su palabra. No obstante, suspiró por vencida ante su hermano. Le sonrió y lo abrazó tanto como lo hacía comúnmente, pero había algo raro en su abrazo, o al menos James, tenía esa sensación de abandono que comenzaba a causarle una ansiedad en su persona. -Te amo hermano, solo espero que tú si seas feliz- Le dijo mientras se despedida, dejando solamente a Marina a su lado. Aquella silueta desapareciendo entre el bosque le estaba haciendo que su respiración comenzara a agitarse. Era algo raro. Marina se acercó a él y le tomó una de sus manos entrelazándolas entre las suyas. Lo veía tan concentrado con una mirada perdida en Lurian que sentía que algo lo atemorizaba, pero no se atrevía a preguntarle, porque imaginaba que no estaba de acuerdo con el inicio de la temporada de bodas real. Aún no se animaba a decirle que su propio hermano menor, se estaba proponiendo para poderla ayudar. Su hermano tenía miedo de que la sangre de ellos se mezclara más con los blasfelanos. Temía por ambos mundos, porque la mutación que presentaba Ney-Ann era complentante algo que desconcertó a Sufrix y sabía que gracias a su mestizaje el bosque se encontraba inquieto. Pero era algo que James, por lo visto, aún ignoraba. -James, necesitamos hablar- se animó a decir la joven. Él se giró a verla. Su mirada, en sus ojos se denotaba la preocupación que pocas veces podía ver en ella. -¿Sucedió algo más con Ney-Ann?- Se aventuró a preguntar. Él temía que algo que hubiera pasado aquel ángel, ya que después de dedicarle una sonrisa, la niña solo se había desplomado hacia el lago. Pero Marina se negó. -Tu no tienes la culpa, Ney- Ann es una especie de… freela, así que era normal que como… mestiza, que sus ojos se desconcertaran ante tu brillo, pero ella está bien, es una niña maravillosa, que se que en otras circunstancias habría sido tu favorita, a diferencia de su hermana gemela. Bueno, ambas son increíbles, pero solo ella tiene el gen de nosotros- dijo finalmente. Pero él intuía que había algo más oculto en aquellas palabras – James, sé que tu viste a Ney- Ann, ese día, la viste en su estado natural, ¿Verdad? – Él asintió – Dime, ¿qué dijeron los alatranos?- Aquella pregunta lo tomó por sorpresa por que pese a todos los paseos que han tenido dentro del bosque, jamás le había mencionado como funcionaba cada clan, así que era probable que ella estuviera ingresando sin él, pero ¿por qué? Marina intuía que comenzaba a cuestionarse sobre su conocimiento sobre aquel bosque, probablemente era el momento de decirle lo que sucedía, sin embargo, necesitaba saber que tenía la suficiente madurez para afrontar lo que tenía que decirle. -James, mi hermano es un hijo de la noche, ha estado ingresando a los territorios del bosque, yo…, yo también he ingresado pero mi sangre no es tan pura como para que pueda adentrarme más, no obstante, sé que desde que desde que nuestras madres fueron exiliadas los alatranos han estado profetizando sobre la sangre mestiza y tememos que … que Ney-Ann …- -profetizan la llegada de dos europhrees, la destrucción y un ascenso. Pero ni siquiera lo de nuestro clan reconocen a los de esa especie, así que, creemos que la profecía puede ser una falla entre los alatranos, si embargo, ¿Por qué crees que tiene algo que ver con Ney -Ann? ¿Qué especie es ella?- -Una freela, una de verdad, ella tiene la sangre de mamá corriendo por sus venas, lo cual es curioso proviniendo de un mestizaje- le decía ella – James…- Él se giro a verla intrigado – quiero que me prometas que vas a cuidarla, ella es una niña y si se nos escapó en aquel momento, lo va a volver a hacer, lo sé, ella siente que la sangre la llama a entrar al bosque y temo por su vida en mano de los euruditos, ella sigue siendo de sangre mestiza- Él le tomó con firmeza las manos y se las besó. -¡Ten por seguro que así será! Por el momento es mejor que regreses, está comenzando a atardecer y no quiero que nada te suceda- Fueron sus palabras para posteriormente ser sellado por los labios de ella cerca de los suyos. Ambos sabían que habían sido creados para estar juntos hasta donde la eternidad finalizara. La sonrisa de Marina era el mejor recordatorio del amor que ella le profesaba, aunque siempre temía por que aquello fuera terminar cuando su padre encontrara una alianza comercial para ella, sin embargo, confiaba ciegamente en que su familia dejaría que ella tomara su decisión propia. Eso era algo que lo mantenía firme. La algarabía se comenzaba a escuchar a lo lejos, eso significaba que el palacio estaba listo para comenzar a recibir a la nobleza de las tierras cercanas. Marina se alejó, no sin antes robarle un beso fugaz a los labios del que ella creía sería el único en su vida. Sin saber por qué, sintió que aquello no se volvería a repetir. Ese vació se apoderó de él de manera escrupulosa. ¿Por qué esa sensación?
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