CAPÍTULO 2: UN SUEÑO

2561 Words
Desde que se vieron los dos tortolos ya paso exactamente unos cuatros días o eso parecía, porque pasaron de un escenario a otro ni en un pestañear siquiera, ella lo llamó al menos unas cuantas veces entre los recesos que ella tiene en clases. Dos veces de esos cuatro días, ella fue a verlo al hotel, pero no estuvieron mucho tiempo porque no la hace pasar al cuarto de hotel. ¿Por qué? Él no le quiso dar ni una sola explicación, y ella tampoco le pregunto porque sentía que sería un poco grosera o tal vez porque podía malinterpretarse de un modo que no esperaba, ni tampoco desea forzar. ¿Qué pasa si piensa que ella solo quiere acostarse con él? Bueno, esto es más que obvio con la actitud que tiene con él, que, si Cristofer piensa eso, pues sí. Es más que obvio, pero él al parecer no está muy interesado en profundizar lo que sea que tienen. Los suspiros no se dejaron esperar cuando se volvieron a ver, y aunque él no conoce Lima ni con un mapa, se fue a recogerla a la universidad. Jhazlym está más que contenta de alardear a su extranjero frente a sus amistades que no le creyeron ni un poco esos meses enteros en que alardeo su relación, y que a pesar que lo vieron podía ver en la cara de sus amigos que no les creía ni un poquito siquiera, pero ella, siguió mostrando cercanía, a pesar que él no está muy interesado en demostrar su amor a ella. Cristofer, apretó el abrazo un poco más, como si quisiera aferrarse, como si nunca quisiera soltarla, como si quisiera quedarse así para siempre, al menos ella es como quiere sentirlo, y creerlo. Ella ni siquiera desea soltarlo, porque le encanta sentir su calor. Aunque sea una ridiculez, ella desea sentir esa cercanía. Ella solo quiere sentirse amada, sentirse especial. Cerró los ojos, enterrando la nariz en la curva del cuello de Cristofer, rosando su nariz con mucha suavidad y lentitud sobre su piel, disfrutándolo, y disfrutando de por fin estrecharlo entre sus brazos, de tenerlo tan cerquito a ella, algo que desea ansiosa desde hacía un tiempo. Entrelazo sus dedos, deslizando lentamente sus manos en la espalda de él, hasta llegar a su espalda baja, y sonríe traviesa, tentándose a pellizcar su trasero o al menos abofetearlo. Es algo que no debe hacer, pero la tentación no se le quita ni de por casualidad, y se contuvo, apretando sus dedos contra su espalda baja, aferrándose a él. —Esto es lindo… Jhazlym susurro cerca de su oído, alejándose para mirar su rostro con esa sonrisa tierna que desea ser coqueta. Cristofer se volvió hacía ella y le imito la sonrisa. —Sí, lo es. La canción cada vez más se volvía más fuerte en su cabeza. Danny Jones, cantaba cada vez más y más fuerte. Él de un momento a otro se volvió borroso y lejano para ella. Frunció el ceño, moviéndose un poco en su lugar, repitiendo varias veces: «¡No! No, no, no, no». El grito interno de Jhazlym se repitió en bucle, aferrándose a ese momento, a ese abrazo que ya se siente como una fantasía. Mierda, solo era un sueño. Los ojos de ella se abrieron de golpe, arrugo la nariz, apretando sus labios en un puchero y ese ceño fruncido. A pesar que se sintió real, ahora que está en su habitación a completamente a solas las lágrimas comenzaron a caer, y se aferró a las sábanas, cubriéndose el rostro. Sus ganas que el suelo debajo de su cama se abra para que se la trague son fuertes, pero no es algo posible, ni viable. Una palabra de aliento sería bueno hacerle llegar, pero esta tan cegada en esa fantasía que quiere regresar. Cerró los ojos una vez más, intentando con todas sus fuerzas quedarse dormida otra vez. Realmente quería volver a soñarlo, pero muy dentro suyo sabía que eso no sucedería. Duerme Jhaz «¡Duerme! Sí no duermes, no lo verás. Joder, esto es enfermizo… ¡Esto no es sano!» Y no lo es, felizmente se dio cuenta la niña. «Ya soñaré con él. Pero quiero saber si nos besamos… si podría tenerlo solo un poco más de tiempo a mi lado. Se veía tan jodidamente real ¿por qué no me lo folle? Hubiera sido bueno, o besarlo ¿por qué desperté? Joder». El dialogo mental volvió, pero más violento de lo que había sido antes, porque se comenzó a golpear la cabeza contra la almohada, y a pesar que esto no duele, no está bien. Volvió a cerrar los ojos, apretando sus párpados cada vez más, fastidio sintió y hasta ardor, pero no la detuvo a que siguiera con esa postura. Por último, se dio por vencida y se volvió acurrucar entre las sabanas, cubriéndose el mentón con el edredón de tulipanes lilas. —Tengo hambre —esa voz aguda y ronca hizo que Jhazlym se enderezara entre las sabanas—, Tía, ya habrá despertado Jhaz ¿no? Optó por limpiarse las lágrimas cuando para después destaparse del cubrecama, cogiendo su teléfono para revisar si un mensaje de Cristofer le llegó, y en realidad ni un solo mensaje recibió de él, al ver que ni una respuesta tiene de él, simplemente dejo el teléfono en la mesa de noche otra vez. Una silueta larguirucha pero pequeña se acercó hasta el marco de la puerta de su habitación, Jhazlym enarco una ceja y sonrió al ver una cabeza castaña asomarse por el marco de la puerta. Unas pestañas espesas aletearon varias veces, dejando en libertad a aquellos hermosos ojos achocolatados, que miraron a Jhazlym con pura inocencia. Ella abrió los brazos, a lo que ella se tiro en la cama, abrazándola cariñosamente. Belén, su prima pequeña. —Belén —canturreó la peruana con una sonrisa, dejando unos cuantos besos en su coronilla— ¿qué tal dormiste?, ¿cómo amaneciste? Las preguntas las hizo en un tono cariñoso al ver que Belén se remueve en los brazos de la mayor para besar ruidosamente la mejilla de ella, y se acurruco en sus brazos, enterrando el rostro en el hombro de la mayor. Se estrechó en sus brazos, meciéndola un poco y apretarla suave contra su cuerpo. —Muy bien, y ¿tú? —Bien, pero mucho mejor porque tengo a mi prima pequeña contigo. El abrazo termino, y Belén hizo exactamente lo que le corresponde a la mayor que no hace más que sonreír mientras se esfuerza para levantarse de la cama y abrió las persianas de la habitación, dejando que los rayos solares den vida a la habitación. La pequeña terminó de tirar de la mano de ella, quien con pesar termino de salir de la cama. —Vamos a comer. Ya está listo el desayuno, o eso parece. La pequeña, entre brincos comenzó andar hacía la cocina, abrazando ahora a su mamá. Jhazlym se acercó a darle un beso a su madre, que le saludo con una sonrisa antes de pedirle que ponga la mesa, la menor la ayudo con los cubiertos mientras avanzan en dirección al comedor para hacer lo pedido. —Tengo mucha, mucha hambre. Canturreó llevando su mano al estómago pequeño, frotándolo vagamente y levantar aún más las comisuras de sus labios, en una amplia sonrisa. Ella asintió con su cabeza, observando a la pequeña que le causa tanta ternura que soltó una risa pequeña, el desayuno terminó con rapidez una vez que los invitados que no tienen fecha de ida de su hogar antes de regresar nuevamente a su habitación para ordenarlo. —Todo está bastante bien. Jhazlym se quiso convencer a sí misma casi en un susurro, sujetándose la cabellera castaña en una coleta, y un mes entero parece quedarse la pequeña prima que no se hizo esperar para ir a la habitación de la mayor para ayudarla con las almohadas. Los desayunos en la casa Estrada eran como siempre solían ser, todos reunidos en la mesa familiar, los seis reunidos, aunque en realidad solo eran tres los integrantes de la familia: Carolina Estrada, Fernando Rojas, que es la pareja de su madre y Jhazlym Estrada. Pero Belén y Julieta Morgan, primas que se mudaron con la familia hace exactamente unos dos meses que viven en la casa de ella, tras los problemas que tuvo Elizabeth Astengo, madre de las dos niñas con su esposo. Para Jhazlym es bueno, ya que no tenía hermanos y pasar tiempo con alguien más que su madre, su padrastro y por supuesto su mejor amiga, es bastante bueno compartir con alguien más, y que la familia se agrandara, aunque no fueran de sangre directamente para ella son parte de la familia. —Saldremos hacer las compras. Carolina informó mirando a las pequeñas: Belén, Julieta y Jhazlym. — ¿Quién nos va acompañar? Jhazlym suspiro y negó con su cabeza. A ella no le gusta nada salir a compras porque sabe que solo va cargar las bolsas, aunque muchas veces regresa a casa con algo de comer, o algún accesorio nuevo. Pero necesita estar a solas porque se siente tan abrumada que las ganas de llorar le ganan, se siente un verdadero desastre como para seguir en lo mismo. —Tengo que terminar un par de cosas de la escuela, hoy no. Una buena excusa tal vez, aparto un mechón de su cabello castaño. Ella volvió su rostro hacia Belén y Julieta que ahora la está acompañando con las almohadas entre los brazos, ambas niñas sonrieron, y movieron la cabeza unas cuantas veces en afirmativa. Si no le dejaron las almohadas de regreso en la cama es porque Jhazlym indirectamente las empujo hacía la puerta para seguir tendiendo la cama. —Yo, yo quiero acompañarlos. —Dijo primero Belén, sonriente. Julieta miro a Belén y luego a Carolina, ensancho su sonrisa y asintió aún más su cabeza. —Yo también quiero ¿puedo? —Preguntó Julieta con voz de bebé. —Bien, se cambian chicas, luego, al regresar se bañan ¿bien? Tanto Belén y Julieta asintieron sus cabezas. Cuando terminaron de desayunar, le pidieron a Jhazlym levantar los platos y limpiar la mesa. Antes que Jhazlym terminara de levantar los platos, ya todos habían salido de la casa dejando sola a Jhazlym. Limpió y ordeno la casa, tal como le habían pedido; no demoro mucho en dejar todo completamente limpio, como su madre solía dejar la casa. —Deberían dejar sus camas ordenadas. —gruño en un susurro, tumbándose de espaldas en su cama. Se volvió a enderezar, alcanzando la Tablet que yacía en su mesa de luz. Deslizo su dedo por la pantalla, entro al reproductor de música y le dio Play a 22 de Taylor Swift, Jhazlym se enderezo y empezó a tararear la canción, dejo la Tablet a un lado, cerca de ella. Inflo las mejillas y dejo caer su cuerpo, hundiendo la cabeza en el edredón turquesa, estampado con tulipanes lilas. —Necesito, necesito... —susurro en voz baja y luego suspiro. —Necesito saber que todo saldrá como quiero. Jhazlym meneo su cabeza y rodo en el colchón, quedando boca-abajo, hundiendo la nariz en el edredón. Escucho la letra de la canción, se inclinó hacia atrás e hinco sus codos en el colchón. «Ya paso 2 meses desde mi cumpleaños y no llegué hacer nada», se lamentó Jhazlym, cubriendo su rostro con el interior de sus manos. «Tengo que hacer algo, ver por mí, arreglarme… ¡Dios! ¡Ayúdame!, suplico intentando calmarse o al menos intentarlo». Jhazlym salió de la cama de golpe, se inclinó hacia los cajones de la mesa de luz y registro los cajones hasta encontrar su diario y una pila de hojas en blanco y cuadernos en blanco. Dejo los cuadernos descansar en la cama, saco un par de lapiceras, portaminas, borrador y corrector, pero antes de sentarse en la cama fue hacia la cocina en busca de un vaso y una botella de agua, además de maní, para picar. «Primero… ¿qué hago? Podría empezar por hacer una lista o tal vez ¿escribir? Hace un tiempo que no escribo nada concreto… podría empezar por ahí, escribir… ¿pero acerca de qué? ¿De mí? Oh vamos nadie lo leería… ¿Y por qué lo publicaría? Sería algo mío, solo mío, nadie tiene porque leerlo… ¿podría? Sí, sería algo solo mío y sería muy bueno para cerrar el capítulo de André, Gino y Tyler. Aunque Tyler no tendría que entrar en está lista, se dijo así misma, separando hojas para poder escribir. Claro que sí entra, fue y es alguien importante. Gino es mi pasado, podría decirse que ya supere todo lo que paso entre él y yo, pero el dolor aun carcome y André pues debo de buscar la forma de superarlo por completo y ponerle fin a lo que él quiere revivir entre nosotros… aunque realmente algo que no paso no podría revivirlo ¿no?, pensó Jhazlym cogiendo su lapicera. Eh… ¡Alto ahí, Jhaz! ¿Dónde queda Cristofer?» —Idiota, él es tu presento y futuro, no tu pasado. —Se regañó, mordisqueando su labio inferior. Bien, ahora ¿por dónde comienzo?, se preguntó, mirando la hoja de rayas celestes. Una lista, podría empezar por hacer una lista de las cosas que quiero realizar, que quiero cumplir… sería bueno, así podría decidir por dónde empezar. —Entonces… ¿Qué es lo primero que debo hacer? —Se preguntó enarcando una ceja. «Jhaz, debes de bajar de peso, es por tu bien ¿qué estás esperando? ¿Enfermarte? ¿Quieres inyectarte toda tu vida? ¿Eso es lo que quieres?» Recordó las palabras de su madre, negó su cabeza, intentando esparcir su voz de su mente. «No. No quiero eso. Así que… debo, realmente debo adelgazar, se dijo así misma, apoyo su mano en la hoja, sujetando la lapicera negra entre sus dedos. Escribe», se gritó, armándose de valor para escribir. Para escribir una pequeña lista de cosas que la ayuden a cambiar su vida, a mejorarla. La Lista. 1. Bajar de peso. 2. ¡ESCRIBIR! Terminar todos mis manuscritos y archivarlos. 3. Ganar dinero. 4. Ser feliz y sonreír más. 5. Enamorarme de la persona correcta para mí. Jhazlym observo la hoja frente a ella y suspiro, leyendo la tinta negra del papel. «Buen comienzo, se felicitó, aun sin quitar la mirada de la hoja. Hay un detalle, soy yo quien no se permite amar ¿cierto? ¿Por qué lo hago? Yo también tengo derecho amar y ser amado ¿no? ¿Por qué debo de destruir todo lo que toco? ¿Por qué? ¿Por qué yo?, se preguntó intentando entender las cosas con más claridad, aunque ella tenía en claro que eso no sucedería. Escribir… soy buena para eso ¿no? Bueno, al menos es lo que dicen. También dicen que sí escribes todos tus sentimientos y luego quemas la hoja… el dolor se irá ¿cierto?, se quedó por unos segundos más mirando la hoja, pensativa. Su mano cogió una hoja nueva, cubriendo la hoja en la que había escrito. Podría intentarlo, no pierdo nada, no lo sabré si no lo intento. Entonces… empecemos, pero… ¿a quién? Oh. Ya sé quién, aunque… sería raro. Basta, basta. Solo… ¡HAZLO!»
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