Lautaro. Negando veo a Aimara venir a molestar una vez más, no deseo si quiera escuchar su nombre y no lo comprende, cree que todavía estoy prendido con ella y se crea fantasias en donde dice que estamos y que no vemos, sinceramente le faltan varios jugadores de lo loca que está. —Lautaro. —¿Qué? —se baja del caballo y yo sigo envolviendo los alambres en los postes. —¿Por qué me dejas siempre esperando?. —Tengo mujer ya te lo dije. —camino hacia el otro poste y de reojo veo a Guille hacerme señas de que se vaya. —¿Ahora es tu mujer? Antes era tu esposa. —¿Qué creías Aimara?. —la miro levantando los brazos—. ¿Qué no tenemos nada? ¡Estas loca!. —No te gustaba... Me lo dijiste. —¿Y eso qué? Las personas cambian. —tiro fuerte del alambre llegando a agacharme para que quede super