No estaba seguro de qué fue lo que sucedió, no cuando parecía que su mente había bloqueado todo después de la muerte de Do Jang, y él de verdad hubiera querido no reaccionar, que su cuerpo estuviera presente porque no tenía escapatoria pero que su mente siguiera ausente.
Cuando fue consciente de su alrededor, se dio cuenta de que estaba en una cama que en un principio mientras se despertaba, le pareció muy cómoda, haciéndole pensar que todo se había tratado de una pesadilla, sin embargo, cuando se intentó mover, el dolor en su cuerpo le recordó que todo fue real, que cada cosa que podía recordar que sucedió el día anterior, en verdad sucedió, y una confirmación más fue el encontrar su tobillo encadenado a uno de los barrotes de la ventana, además de descubrirse desnudo en el momento que logró sentarse.
Cerró sus ojos cuando estos percibieron los moretones en su cuerpo, sintiendo como si hubiera un hueco en su estómago y sus lágrimas picaban en sus ojos, pidiendo salir y derramar todo el dolor que sentía, que era más allá de sólo físico.
Se abrazó a sí mismo como si pudiera protegerse de los recuerdos del ataque a su pueblo, de cómo aquel soldado lo había ultrajado frente a los demás soldados y a los pocos sobrevivientes, y no pudo retener más sus lágrimas, permitiendo que estas cayeran de sus ojos, ¿acaso no hubiera sido mejor que aquel soldado tomara su vida después de lo que le hizo? Incluso sentía que podía agradecérselo si lo hubiera hecho.
No estaba seguro de cuánto tiempo estuvo despierto, pero su no pudo controlar la rigidez en su cuerpo cuando escuchó la puerta de la habitación abrirse; se apresuró a limpiar sus lágrimas que resbalaban por sus mejillas, no dispuesto a dejar ver cuán destruido estaban, pero tampoco pudo levantar la mirada del suelo cuando escuchó un par de botas caminar en su dirección, ni siquiera cuando la persona se detuvo junto a la cama.
—Parece que no aprendiste nada anoche.
Su mente todavía se rehusaba a mostrarse débil, sin embargo, las reacciones de su cuerpo fue algo que no pudo controlar, sintiendo como este se colocaba tenso al escuchar esa voz que parecía haberse grabado en su mente y que le hacía sentir odio pero también miedo.
—Muéstrame tu respeto.
Gian no hizo nada, no iba a mostrar respeto por alguien por el que no sentía más que odio, así que esperó que se cansara y se fuera, o que terminara con su sufrimiento que había empezado ni bien despertó, y descubrió que aquello no era una pesadilla, sin que era tan real que estaba marcado en su piel, y en ese momento el hombre que lo ultrajó se encontraba frente a él.
El temor que sentía en ese momento hacía que quisiera obedecer, mostrar respeto por aquel hombre y saludarlo, pero para eso tenía que armarse de mucho valor, sin embargo, su corazón era mucho más fuerte que su miedo, pidiéndole aferrarse a su lealtad a su pueblo, a la idea de luchar por demostrar que por mucho que hubiera sido masacrado, nunca iba a obtener su lealtad, a menos que todos estuvieran muertos.
Dio un pequeño salto y levantó la mirada cuando sintió que le fue lanzada agua, encontrándose con el rostro de aquel soldado que parecía también haberse grabado en su mente, y quien no se veía nada feliz con él, dándole esa mirada que parecía decirle que era un superior, que debía de respetarlo, pero Gian no quería hacerlo, no deseaba doblegarse incluso si sabía cual podían ser las consecuencias por su terquedad, ¿hacerlo enojar haría que lo matara? Porque si era así, no le importaba si el soldado lo golpeaba hasta la muerte o si era más indulgente y le cortaba la cabeza como a Dong Jang la noche anterior, porque cualquier opción que terminara con su vida sonaba bien.
—Era tu desayuno.
El tono de burla del soldado le hizo temblar un poco, pero se esforzó para que no lo notara, no quería que se aprovechara de ese miedo para doblegarlo, no se lo permitiría.
Vio caer al suelo la bandeja en la que había estado el vaso con agua que le fue lanzada y como un trozo de pan que parecía duro, rodó por el suelo después del sonido estruendoso del metal al chocar contra el piso. Gian intentó que su cuerpo dejara de temblar, pero eso sólo aumentó cuando vio al soldado dar un paso más cerca de la cama, y una sonrisa ladina apareció en sus labios, como si disfrutara saber que le causaba temor, que aunque el doncel se esforzaba por creer que las cosas no podían empeorar, en el fondo de su corazón sabía que era posible.
Tuvo que usar toda su fuerza de voluntad al apretar los labios cuando palabras de suplica quisieron escapar de estos, pero el poco orgullo que le quedaba no se lo permitió, viendo como el soldado volvía a sonreír como la noche anterior, como un aviso de que lo siguiente que sucedería y que le hizo desear correr para mantenerse a salvo, pero era imposible si el hombre no iba a dejarlo ir lejos.
Hubiera querido poder regresar al bloqueo que apareció después de la muerte de Do Jang y no sentir como aquel soldado lo empujó en aquella cama, hasta dejarlo acostado, separando sus piernas y se colocó entre estas sin ningún tipo de delicadeza o consideración de que él estaba en contra de eso, pero si la noche anterior no le importó, mucho menos lo haría en ese momento que cuando era un prisionero sin ningún valor alguno.
—Oí que los donceles son inteligentes —susurró el soldado en el oído de Gian —pero al parecer eres una excepción en todo.
Las manos de Gian se presionaron contra el pecho del soldado en un intento de apartarlo cuando este tomó su mentón y presionó sus labios contra los de él; no sabía si estaba siendo débil o aquel soldado tenía demasiada fuerza como para que no pudiera impedir que lo besara.
Su respiración se volvió irregular por el deseo de llorar que tuvo que contener al sentir las manos ásperas del soldado recorrer su cuerpo, y no importaba cuánto se moviera para evitarlo, porque la persona frente a él lo tenía inmovilizado para que no pudiera escapar de su tacto, y así pudiera salir de debajo de su cuerpo tampoco podría ir muy lejos, ya que estaba encadenado a la ventana.
Las lágrimas volvieron a caer sin su permiso, sintiendo como el soldado se removía un poco sobre él antes de que su cuerpo volviera a ser invadido, y de la misma manera que la noche anterior se negó a pedirle que se detuviera, que dejara de hacerle daño, suplicando en su mente que tuviera algo de piedad, que después de que apagara su lujuria con su cuerpo, en esta ocasión sí lo matara, porque él creía que ya había tenido suficiente castigo por intentar luchar por los débiles.
Gian pidió que si existía un Dios en el cielo como tanto lo predicaban en la iglesia, que se apiadara de él, que le permitiera morir porque no creía que pudiera soportar pasar por la misma situación muchas veces más.
Se esforzó tanto por no pedir piedad, por no mostrarle a ese soldado que lo que le hacía le dolía de tantas maneras, pero sus lágrimas parecían decirle todo, causando satisfacción en Na al saber que estaba sufriendo.
***
Salió de la casa que se había apropiado la noche anterior, cuando se había cansado de ultrajar al doncel y beber junto a los demás soldados, festejando su victoria, y pudo simplemente desechar a Gian porque ya había perdido su valor, y saber que fue él quien se lo quitó le causaba tanta satisfacción, y fue eso mismo el que lo tomara como su prisionero, que decidiera llevarlo consigo sin dejar que nadie más lo tocara, sólo para saber que él era quien lo hacía sufrir de tantas maneras que deseaba la muerte.
Al medio día había quedado en reunirse con los demás soldados y el comandante, escuchando a su superior informar que al día siguiente regresarían para anunciar oficialmente su victoria al rey, aunque a este ya le había sido enviada una carta con los acontecimientos del día anterior.
Bajo el permiso del comandante en ese día, podían tomar todo lo de valor que quisieran llevarse y que no fue consumido por las llamas, y al día siguiente cuando los primeros rayos del sol salieran, ellos estarían emprendiendo su viaje de regreso, el cual les llevaría varios días hasta que llegaran a su pueblo.
—Joon Ho —habló un soldado sonriendo mientras le extendía una botella de vino —escuché que anoche encontrarte una belleza.
—Uh, algo así.
Na no le prestó especial atención, la noche anterior todos habían estado en sus propios asuntos, y en ese día presumían de todos los tesoros que habían encontrado o los placeres que disfrutaron.
—¿No piensas compartirla o ya te deshiciste de ella?
Aquella pregunta no le sorprendió, habían invadido varias muchas tierras, encontrar a un doncel y que este pasara por los brazos de muchos soldados hasta que su cuerpo no soportara más, no sería algo nuevo, ni que en ocasiones alguien se apiadara de él y terminara con su vida para acortar su sufrimiento. Pero en esa ocasión él no quería compartirlo, quería tener la satisfacción de ser el único que causara todo su dolor.
En el fondo de su corazón, Na estaba resentido con aquel doncel por atreverse a sostener un arco en su dirección, y porque sabía que bajó su guardia y si la primera flecha hubiera sido apuntada en su dirección, probablemente en ese momento ya habría muerto.
—Es una fierecilla —habló con una sonrisa de lado —voy a domarla antes de compartirla, Yoo Chan, no quiero que alguien salga lastimado.
—¿Más de nosotros no te ayudarían a domarla mejor?
Joon Hoo amplió su sonrisa mientras miraba al soldado, esperando que fuera lo suficiente inteligente como para entender ese gesto, que él no quería ceder antes de saber que tenía el control sobre ese doncel, que lo había hecho sufrir lo suficiente y que no le había quedado más que rendirse tanto a sus brazos como a su poder.
Había notado el interés que varios soldados tuvieron sobre ese joven, quizás por su belleza o porque simplemente comenzaron a tener más interés en él por pertenecerle a alguien más, no estaba seguro, pero por el momento, el doncel le pertenecían, y como una regla conocida por todos, si alguien lo tocaba sin su consentimiento, Joon Hoo podría cobrárselo con su vida, así que si querían conservar sus vidas, no debían de acercarse a él, porque había decido tomarlo como su juguete para el viaje, al menos hasta que lo domara.
—Puedo hacerlo solo —habló firme —ese doncel no es la gran cosa como para causar un disturbio entre nosotros.
—¿Pero al menos era virgen? —inquirió Chan Ki, un soldado que siempre estaba al lado de Yoo Chan, pareciendo su sombra.
Desvirgar a un doncel o a una mujer, era algo que a los soldados les causaba gran furor, como si hubieran encontrado un gran tesoro, o quizás era por ver la desesperación, el dolor y el deseo de morir de sus víctimas por sus acciones, haciéndolos sentir poderosos.
—Parece que era un regalo guardado para mí.
Junto con los otros soldados revisaron todas las casas, y no pudo evitar sentirse sorprendido cuando en una de las más grandes encontró un retrato pintado del joven que había ultrajado la noche anterior y en esa mañana, haciendo que sintiera satisfacción al saber que había desvirgado a un doncel de una familia acomodada y que seguramente había guardado las apariencias muy bien, siendo el orgullo de su familia.
Na sentía como si sus acciones debieran ser felicitadas al recordar las lágrimas cayendo del rostro del doncel, por saber que lo había roto tanto hasta hacer que deseara suplicar por piedad por mucho que se negara, pero no era suficiente, él necesitaba destruirlo por completo para sentirse feliz.
Joon Ho no regresó a la casa que había tomado sino hasta la noche, cargando algunas joyas que encontró en las casa, y también tomando un caballo del establo de una de las casas que parecía que su dueños hubieran tenido mucho dinero.
Luego de dejar las cosas en la sala de la casa, buscó todos los objetos de valor que había en esta, juntándolas en un pequeño tesoro. La casa no había cambiado mucho, a excepción de todos los objetos que fueron apilados en el suelo del salón de té.
Después de reunir todo su pequeño tesoro, se dirigió a la habitación en la que había acostado la noche anterior al doncel, viendo como el lugar no parecía tener nada fuera de lugar, lo que significaba que ningún soldado había entrado ahí durante su ausencia, ya que todo se veía igual que en la mañana, incluso el pan que llevó para que el doncel comiera y que quedó en el suelo cerca de la cama seguía ahí, la única diferencia que había, era que, Gian ya no estaba completamente desnudo, sino que se había cubierto por las mantas.
Después de comprobar que nadie se había atrevido a tomar lo que era suyo, tanto hablando de las cosas de valor como de aquel doncel, decidió quedarse a dormir en la sala de estar; era su manera de asegurarse que nadie tomaría las cosas que él consiguió.
No le importó que el siguiente día iba a ser un día duro, ya que emprenderían su viaje de regreso a su pueblo.