SOMBRAS DE DOLOR

1469 Words
Aun la noche más tenebrosa, en la guerra más absurda, no lucía tan atemorizante. Los gritos de dolor que nadie parecía escuchar se mezclaban con esa sensación de angustia y pesimismo. Eran paredes de desesperanza mezcladas con un barro rojizo. Desde el balcón de ese paisaje se divisaba un interminable horizonte ocre, lleno de atrocidades, donde se podía leer el dolor en la cara de las víctimas y de los verdugos. Lucifer intentó explicarle a Luisa algunas cosas sin verse como el culpable; al final se excusó por el trabajo. —Por favor, dime qué es lo que quieres, ¿a qué me has traído? —Luisa preguntó, con muchas ganas, de marcharse de ese lugar que le provocaba ansiedad y náuseas. —Ya te lo diré, primero quiero que me acompañes a ver dos cosas—, él comentó, llevándola por unas escaleras de caracol que terminaban en un gran calabozo que olía a húmedo. —¿Qué es esto?—; Luisa interrogó desorientada. —Esto es el último sótano de los infiernos, es el límite, observa eso—, Lucifer comentó mostrándole un gran gigante dentro de un bloque de hielo. —¿Ese es Judas? —cuestionó Luisa. —No, por supuesto que no. Ese tal Judas nunca estuvo aquí; él fue un traidor porque le tocó; estaba en el plan de ese elegido. Si hubiera llegado aquí lo hubiese tratado bien; fue un tanto injusto lo que pasó con ese fulano, pero quién soy yo para juzgar esos designios sagrados. Este colosal leviatán es la personificación del mal, un ser que tiene el poder de destruir universos e incluso la existencia misma. Cuando surgió fue muy difícil atraparlo, por eso nos tocó hacer un equipo con los mejores del universo donde la mayoría pereció; incluso estuvo el gran maestro y otros de esa liga; el resultado fue este. —¿Por qué no mejor lo destruyeron? —al parecer Luisa solo tenía preguntas. —¿cierto? Es lo que yo habría hecho. Lo que ocurrió fue que el jefe dijo que de hacerlo podría resurgir de nuevo, que era mejor tenerlo allí inerte como un símbolo. Mejor, mira, te muestro otra cosa más increíble—. Lucifer la llevó hacia una ventana, allí contra la pared, —observa, eso es Las Capas, es ese lugar a donde todos queremos ir. —¿Es el paraíso? —Luisa siguió con la preguntadora. —No lo es, el paraíso es algo más hermoso. Ese plano es el de Las Capas; el jefe lo creó como un premio para los vencedores y forjó unas llaves que regó por el universo. El objetivo era que un guerrero las recaudara todas, para entrar allí y gozar de sus tesoros. Mira, observa bien. Luisa se asomó por la ventana viendo el hermoso paisaje de playa asoleada; a lo lejos divisó unas torres que parecían de oro, también se le hizo agua la boca viendo los dulces frutos que colgaban en esos árboles, inclusive estiro la mano intentando agarrarlos, pero su mano golpeó una especie de vidrio. —Eso es una especie de tortura; Él colocó esa ventana precisamente aquí y nada puede pasar sin las benditas llaves; tenemos que ver y desear sin poder tener y probar, un eterno dilema; tenemos alas en el vacío—. Lucifer golpeó fuerte la pared transparente y no le hizo el menor daño. —Ya sé, lo que quieres es que yo descongele a esa bestia o que rompa esta ventana, ¿cierto? —No, mi querida Luisa, tú no puedes hacerlo, al menos con tu poder actual; requiero otras cosas que de seguro sí podrás. El rey del inframundo se la llevó a un sitio donde los demonios se desviaban por los muros evitando pisar ese suelo; se asimilaba a un inmenso cráter que humeaba. —Eh aquí el lugar donde caí en desgracia, lo primero que quiero que en este lugar intentes cambiarme de nuevo, quiero eso, inténtalo y te sacaré de este sitio. —Es que no sé cómo hacerlo—, contestó Luisa llorando. —Solo ensaya pensar en que entras al sol, siente su calor, siente felicidad, amor y paz, que son cosas que yo no puedo, e imagina que las siembras en mí como unas semillas que luego tú misma haces germinar y florecer. Visualiza que coloreas mis sombras de dolor; imagina como un rayo del cielo de luz violeta me inunda el ser, cambiando mis átomos; de esa manera lo intento la última de tu clase. —Eso quiere decir que fracaso—, repuso Luisa. —No, las cosas se salieron de control, puede que esta vez sea diferente, igual, lo que importa es el proceso, vamos, inténtalo, primero que todo debes de relajarte, aliviánate, debes de ser como el aire que siempre escapa buscando el cielo, no como un pedazo de hierro enterrado. El pensamiento creativo es luz que se asemeja al aire; de estrés y groserías está construido este lugar, de materia tosca y compacta que siempre busca el fondo y no traspasa ni refleja la luz. Entonces debes de pensar ligero, sin preocupaciones. Suelta las inquietudes que no las solucionarás reflexionando en ellas. Sé cómo la marea va suave y moldea la roca. No fuerces las cosas, transfórmalas. Sé cómo el judo utiliza la fuerza del contrario. Sé cómo es el aire que no se limita en un cuerpo. No te limites en tu interior en una pequeña forma. Ocupa todo el universo y reclama su poder sin miedo a que se agote, pues este es infinito. Hazlo creyendo que ya sucedió de la mejor forma perfecta, ¡hazlo ahora! Luisa lo cogió metiéndose con él en el centro del cráter, y empezó a rezar. Se imaginó que su espíritu crecía ocupando todo el universo, sintiendo el calor de las estrellas y el frío de los sitios extremos. Sintió el amor infinito de la creación constante y el poder que hace que todo funcione perfecto. Por último, la invadió el deseo de hacer algo; sintió unos ojos enormes que la observaban sonriendo, soplándole un rayo blanco que se dividió en los rayos del arcoíris. Recobró el sentido y estaban rodeados por una luz brillante. Al frente suyo estaba Lucifer cambiando; sus alas de murciélago se transformaban en unas de plumas doradas, sus enormes cachos se desaparecían y su vestido n***o se llenaba de luces; incluso escuchó una melodía de arpas. —Lo conseguí—, Luisa se arrodilló de alegría al contemplar ese milagro. Los demonios, al ver el brillo de la luz, se abalanzaron sobre ellos con la intención de destruirles. Queriendo devorar la fuente. Lucifer sonrió, contemplándose y declaró: —Es como la última vez. Salió de ese rayo de luz y de inmediato volvió a cambiar. En un instante, aniquiló a los demonios que aún intentaban devorarlo y a los que atacaban a Luisa. Cayeron alas y cachos por doquier y gritó: —¿Quién osa a retarme? ¿Alguien que se atreva a reclamar mi puesto? Los demonios se desaparecieron y solo se escucharon los quejidos de dolor eterno. Luisa, llorando, le pregunta: —¿Eso es lo que siempre sucede? —Sí, este es el único lugar donde me pueden cambiar; aunque me atacan, han estado a punto de devorarme; esa es la naturaleza de esos seres envidiosos; ellos lo único que quieren destruir, al que tiene, lo que ellos no pueden o lo que quieren. Lamentable es que únicamente los puedo domar en esta forma, en la cual fui castigado por toda la eternidad—. Lucifer explicó con su cara que parecía llorando, aunque un rey no se puede dar ese lujo y menos el rey del infierno… —No te desesperes, podemos buscar la forma; mi abuelo decía que no había mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, o sea, que no hay castigo eterno; nada es para siempre. —Luisa, ojalá aquí llegara un pequeño rayo de esperanza. Es verdad que el Creador me puso aquí con unas funciones, llenando el vacío de esa paleta de hielo. Empero, no puedo cambiar hasta que no consiga un reemplazo y hasta que no consiga el perdón del Creador o lo que parece más fácil llegar a las capas… Parece una cruel tortura que en mis aposentos pueda ver ese mundo donde me puedo salvar y que no pueda pasar. Incluso si consigo las llaves, me quemaré con solo respirar ese aire. —Don Lucifer, puedo entrenar para hacerme más fuerte, para que pueda curarlo, y ahora, por favor, llévame de regreso a mi hogar como lo prometiste. —Me temo, Luisa, que eso te lo prometí en la tierra, y un juramento no vale en un mundo extraño, además no hemos terminado.

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