Capítulo I

2256 Words
  Sophie se levantó muy temprano, como de costumbre, primero tomaría un smoothie de vegetales antes de ir a trotar. Si se lo preguntas, seguramente te diría que tomar el smoothie antes de ejercitarse es un mal hábito, pero igual lo hacía, porque no le gustaba hacer ejercicios con el estómago vacío. Al salir de casa, sintió una corriente de aire muy fría, así que decidió no trotar, lo que menos quería era enfermarse por un simple capricho suyo.   Entró de nuevo a la casa y fue a la cocina a preparar el desayuno, mientras tanto, encendió la TV para escuchar las noticias en tanto terminaba de cocinar. Desayunó de pie en el pantry de la cocina. No había nada nuevo en las noticias, lo de siempre, pero lo único nuevo era que se acercaba el otoño y, con eso, haría frío todo el día.   - ¡Genial! —Bufó molesta— Ahora tendré que llevar más ropa encima. Me encanta el otoño pero odio el frío que hace.   Lavó los utensilios sucios y se dispuso a preparar todo para ir a la clínica. Tomó una ducha larga para rasurar todo lo rasurable y también lavó su cabello. Al salir y mirarse al espejo sonrió sonrojada.   - ¿Acaso tienes una cita sexy? —Se preguntó a sí misma— ¿Para qué te has rasurado? —Ladeó una sonrisa y secó su cabello tranquilamente mientras repasaba lo que haría durante el día— Lo primero que debes hacer es ir a la clínica a entregar los papeles… —Soltó el secador y se miró al espejo perpleja— Olvidaste revisar los papeles —Se dio un ligero golpe en la frente— ¡Pero qué burra soy!   Optó por secar rápidamente su cabello, salir a revisar los papeles y firmar todo. Una vez que dejó listo el papeleo, los dejó junto a su mochila, se adentró en el clóset para buscar el conjunto adecuado y se decidió por un traje sastre con chaqueta y pantalón de color gris oscuro con una blusa de color blanco y, el elemento inesperado, unos tenis a juego con la blusa. Eligió aplicar un maquillaje sencillo y natural.   - Con el día que me espera, es mejor estar cómoda que a la moda —Sonrió satisfecha al verse en el espejo— Listo, ya estoy en camino a mi nuevo empleo —Lanzó un beso a su reflejo y tomó su mochila junto a los papeles. Al salir de la casa, sintió de nuevo la corriente de aire fría— ¡Maldición! —Exclamó furiosa— Olvidé el abrigo.   Entró a la casa, buscó el abrigo y salió de nuevo. Visualizó un taxi y aprovechó para detenerlo con un gesto. Subió al auto e indicó la dirección al chofer.    **********************************************   Del otro lado de la ciudad, Álvaro aún luchaba para levantarse. No se sentía de humor para trabajar y mucho menos para conocer y presentar a la nueva psicóloga. Cubrió su cara con otra almohada y cuando el despertador sonó, lo tiró al suelo con la almohada. Miró la luz que entraba por la rendija de la cortina, la luz del sol golpeó justo en su iris haciendo que él maldijera. Se levantó rápidamente y entró al baño a lavarse la cara.   Luego de asearse, sus ganas de ir a trabajar habían disminuido aún más, así que prefirió usar algo casual, un jeans de color gris oscuro no muy ajustado, una camisa azul marino con mangas largas ajustadas por encima de sus codos y unos zapatos de color marrón al igual que su cinturón.   - Bueno —Se dijo a sí mismo frente al espejo— No es lo mejor para ponerme, pero no estoy de humor para pasarelas, y ya veré cómo me desligo de mi agenda de hoy —Salió de su habitación y caminó a la cocina— ¿Alexa? —Escuchó un bip y giró a ver dónde había dejado el dispositivo— ¿Qué clima tendremos hoy? - Hoy en Houston, la temperatura es de quince grados centígrados, se espera un frente frío durante la mañana, parcialmente nublado durante el día y una baja posibilidad de lluvia. - ¡Genial! No podía ser peor —Se quejó— Agregaré un abrigo a mi atuendo.   Entró a la habitación y rebuscó en el armario hasta encontrar lo que buscaba, un abrigo marrón de inspiración militar, con doble botonadura extensible al cuello. Al salir, colocó el abrigo sobre su portafolio y se dispuso a tomar su primer café del día.   - Alexa —Al escuchar el bip, no miró— ¿Cuál es mi agenda para hoy? - Para hoy tienes 5 eventos, reunión con la nueva psicóloga a las ocho de la mañana. Reunión con el cardiólogo y el cirujano a las diez de la mañana. Comprar el regalo de mamá a la una de la tarde. Ir a recoger a mi prima al aeropuerto a las cuatro de la tarde y Pasar por la tintorería a las cinco de la tarde. - Puedo posponer la reunión con los médicos —Hablaba con sí mismo mientras tomaba el café— Adelantar la compra del regalo de mi madre y recoger lo de la tintorería… —Se quedó pensativo mirando la hora en la cafetera— ¡Diablos! Ya se hizo tarde.   Salió tan rápido como pudo, pero en el camino recordó su portafolio y el abrigo, se regresó a buscarlos y corrió de nuevo al garaje. Subió a su auto, puso en marcha el motor y tomó la ruta hacia la clínica.   - ¡Alexa! —Escuchó el bip en su auto— Cancela un evento - ¿Qué evento deseas cancelar? - Reunión con el cardiólogo y el cirujano - ¿Estás seguro que quieres eliminar el evento reunión con el cardiólogo y el cirujano a las diez de la mañana? - Si - Listo, lo eliminé - Alexa —De nuevo se escucha el bip— Hacer una llamada - ¿A qué contacto deseas llamar? - Yulitza - Llamando al número celular de Yulitza —Escuchó tres tonos antes de que ella contestara. - Buenos días Señor De la Vega —La chica tenía la respiración agitada. - Buenos días Yulitza ¿estás corriendo? - Camino rápido, no es igual —Se escuchó una ligera risa - ¿Eso es por…? - Llego tarde —Le interrumpió - Tranquila, aún no estoy en la oficina, no quiero que termines desmayándote en la entrada - Bien, me quedo tranquila y camino normal ¡gracias jefe! - De nada —Ladeó una sonrisa— Te llamo para que, por favor, y al llegar, canceles la reunión con el cardiólogo y el cirujano, diles que hoy tengo un compromiso con mi madre. - No hay problema, apenas llegue les informaré. - Gracias Yuly, nos vemos más tarde. - No olvide la reunión con la psicóloga. - A esa sí iré, tranquila, estoy en camino —Terminó la llamada y miró la hora— Estoy a tiempo. Alexa —De nuevo se escucha el bip— Modifica un evento - ¿Qué evento deseas modificar? - Comprar el regalo de mamá - ¿Qué quieres modificar? - La hora - ¿A qué hora quieres programar el evento? - A las diez de la mañana. - Listo, modificado el evento Comprar el regalo de mamá para las diez de la mañana.   Se detuvo a comprar un café. Al regresar al auto recordó que debía hacer otro cambio en su agenda. - Alexa, modifica un evento - ¿Qué evento deseas modificar? - Pasar por la tintorería - ¿Qué quieres modificar? - La hora - ¿A qué hora quieres programar el evento? - A las once de la mañana. - Listo, modificado el evento Pasar por la tintorería para las once de la mañana. - Bien, con eso tengo un punto menos en la agenda —Sujetó el volante con fuerza y aceleró.   No quería más distracciones. Se planteó ir directo a su oficina y esperar a que la nueva Doctora se presentara. Al llegar al edificio, saludó al portero, a la recepcionista y subió al ascensor directo al piso de oficinas. Saludó de nuevo a Yulitza y entró a su oficina.   - Buenos días señorita Yulitza —Saludó Sophie— ¿El señor De la Vega ha llegado? - Buenos días Doctora Calima —Hizo un gesto para invitarla a sentarse— El señor De la Vega ya llegó y espera por usted, permítame anunciarla —Tomó el teléfono, marcó un número y esperó— Señor De la Vega, la Doctora Calima acaba de llegar —Escuchó la repuesta y colgó el teléfono— Bien, puede pasar. - Gracias.   Al entrar a la oficina, lo primero que notó fue las ventanas, eran pequeñas y se ubicaban en la parte superior de la pared, era imposible mirar a través de ella sin subir a una silla. Ese detalle le sorprendió porque en la oficina de recursos humanos, en cambio, había un gran ventanal. Miró al frente y vio al señor De la Vega de pie junto a su escritorio, esperando por ella. Se acercó y extendió su mano para estrecharla.   - ¿Doctora Calima? —Parecía confundido. - Sí señor, la misma que viste y calza —Sonrió alegre— Y usted debe ser el señor De la Vega, ¿Cierto? - El mismo que viste y calza, pero no tan elegante como usted —Bromeó. Y se sintió raro porque él no era una persona bromista— Por favor, tome asiento —Cada uno se sentó y se miraron expectantes durante unos segundos— Bien, Doctora Calima - Por favor —Interrumpió— Sólo dígame Sophie. - Como prefiera, Sophie —Ladeó una sonrisa— Dígame ¿Cuál ha sido su experiencia previa? - Para ser sincera, no he tenido mucha —Sus manos se movieron inquietas en sus piernas— La mayoría han sido atenciones privadas. - ¿Privadas de qué tipo? —Preguntó curioso. - Privadas del tipo “particulares”, es decir, atención en casa del paciente. - Entiendo —Apoyó sus codos sobre el escritorio y entrelazó sus dedos— Debo admitir que no revisé su hoja de vida y me esperaba a una mujer diferente. - Cuando dice diferente se refiere a mayor ¿cierto? —Álvaro ladeó una sonrisa. - Si, mea culpa —Se excusó— Pero hay algo que me parece familiar en usted —Ladeó su cabeza— ¿Nos conocemos? - No lo sé —Sophie encogió sus hombros— Tengo la misma sensación ¿no le parece curioso? - Mucho y con demasiado, diría yo —Álvaro se dejó caer sobre el respaldo de su asiento— Pero ya tendremos el tiempo para recordar si nos conocemos o no, por ahora —Se levantó de su asiento y caminó hasta acercarse a Sophie— Quisiera saber más sobre usted —Se sentó en la silla al lado de Sophie— ¿Vive cerca? - No, debo tomar un taxi para llegar hasta acá. - Bien, le diré a Yuly que hable con los encargados del transporte para que agreguen su dirección a la ruta. - ¿Ruta? - Ofrecemos transporte al personal que no tiene vehículo propio, así, garantizamos que lleguen a tiempo. - Es muy amable de su parte - No soy un ogro Sophie —Ladeó una sonrisa— Bueno, a veces tengo mis días. - Es lo normal Señor De la Vega, no podemos regalar sonrisas y tratar con amor las veinticuatro horas, los trecientos sesenta y cinco días del año ¿o sí? - Ciertamente, no sería normal. - Si necesita mi ayuda, puedo ayudarlo en sus días “malos”. - Muy amable de su parte, Doctora.   Ambos sonrieron, Álvaro continuaba con la sensación de que su rostro le era familiar pero no lograba determinar de dónde. Sophie también se sentía igual y esa sensación de ambos comenzó a incomodar el ambiente.   - Bien Doctora —Él decidió romper con la incomodidad— ¿Es usted casada o tiene hijos? - No, no soy casada y no tengo hijos —Sophie se acomodó en su asiento— No se preocupe por esos compromisos familiares, literalmente mi familia termina con mi madre. - ¿Cómo es eso posible? —Se sentía confundido— ¡Todos tenemos familiares por doquier! —Río abiertamente. - Mi familia, por parte de ambos padres, es una casta de hijos únicos, es decir, los hijos únicos solo pueden casarse con hijos únicos —Álvaro dejó de reír— Así que nunca ha habido tíos, sobrinos, hermanos, etc. Solo abuelos. - Bien, es bueno saber que puedo contar con su apoyo sin alterar su vida personal —Cruzó sus brazos sobre su pecho y se reclinó en su asiento— En cambio yo, tengo dos tíos por la parte de mi madre, así que tengo siete primos y una prima. - Una familia un poco extensa —Sophie ladeó una sonrisa. - Sí, mi madre me exige nietos —Álvaro rodó los ojos molesto— Pero yo no tendré hijos. - ¿Cómo puede estar seguro de que no los tendrá? - No son muchas las personas que lo saben, pero —Álvaro se levantó y le ofreció su mano— Soy estéril —Movió su mano para que ella la tomara— Acompáñeme, le mostraré su nueva oficina.
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