21. DOS SEMANAS

1509 Words
HELENA Me despierto y hay un brazo sujetándome, intento librarme de el, me apega más. Es extraño, debería sentirme avergonzada, o arrepentida, pero no, lo disfruté y mucho. - Buenos días – le escucho decirme. - Buenos días. ¿Listo para desayunar? - En un momento, primero – me voltea y se pone frente a mí – voy a comer – sonríe coqueto para luego besarme los labios y bajar por mi cuello – solo una cosa – deja lo que estaba haciendo y me mira. - Tomo pastillas – digo, sabiendo con su mirada lo que iba a preguntar. - Entonces sigamos – vuelve a sonreír y continua. A pesar de mi insistencia de encargarme del desayuno, o sea ir a una cafetería cerca, él decide prepararlo porque ahora quiere que viva hasta los 40. Nos sentamos a comer con nuestras piernas entrelazadas por debajo de la mesa. - ¿Cuál es la siguiente parte del plan? – pregunto con la boca llena. - Mostrarnos, ¿qué quisieras hacer con un novio en este pueblo? - Hay muchas cosas que siempre quise hacer con un novio en este pueblo. - Hagamos una lista entonces. Iniciamos una lista de cada cosa que imaginé, desde el picnic en el parque, el cual resultó no tan divertido por el millón de insectos que nos persiguieron. La típica cita del cine donde nos besamos como dos adolescentes, hasta que nos sacaron porque alguien se quejó, o sea, era horario nocturno, no había menores. Recorrimos cada zona en moto, bicicleta, en un convertible. Fuimos a bailar, nadar, cenar y nos besamos en cada esquina de este lugar, todos los clichés de películas de amor. Las miradas no faltaron, especialmente de Bruno con el cual coincidimos sin quererlo en varias ocasiones y cómo es el destino, porque en todas ellas nos vio en actitudes románticas o coquetas, al punto de que vio a Max nalguearme. En los temas de la boda fue lo mejor, por fin fue divertido estar rodeada de mi familia. Mi madre intentó emparejarme, con esperanzas de alejarlo, pero al ver que no teníamos intensiones de separarnos, y que seguramente le llegaron con el chisme de que nos encerramos en un baño no precisamente a redactar votos matrimoniales, se rindió y dejó lo de mi pareja. Mi hermana es la peor novia de la historia, caprichosa, arrogante, gritándole a todos, hasta el pobre novio que luce agotado, lo esperado. Sin embargo, ni ella ha podido ponerme de mal humor, aún con su mala cara cuando Max me abre las sillas, me lleva flores, me acompaña a cada cosa que puede con la mejor sonrisa. No supero la cara de sus amigas cuando me dice ma Jolie (mi bonita), o ese hermoso je t'aime (te amo) que me da al despedirse. Hasta Camila, que resultó ser una de sus nuevas amigas, pone ojitos de borreguito cuando lo ve tan dulce y hablando en francés, qué buen amigo con derechos que me conseguí. MAXIMILIANO Si me piden describir estas dos semanas sería como: no tengo idea de qué me pasa. Me desconozco, no sé si estoy metido en el papel o qué, pero me sale natural el ser un caballero, enviarle flores, decirle las frases más cursis y los apodos más románticos, no lo entiendo. Debe ser porque estoy teniendo el sexo más increíble de mi vida, o porque estoy durmiendo tan bien a su lado. Quizás el que ella es tan divertida, tierna, cariñosa, chistosa… por Dios necesito que se acaben estos días o terminaré haciendo una locura. Al fin llega el dichoso día de la boda. Helena se fue temprano a arreglarse con todas las damas y la novia demoniaca, más la mamá demoniaca. Le doy valor por mensajes mientras acompaño al pobre desgraciado que atará su vida con su hermana, como lo esperé está embarazada, viejo truco, muy bajo, pero sigue siendo efectivo para algunas. Lo consuelo como puedo, me cae bien, además tendrá un suegro muy bueno, uno que lo apoya en todo, ojalá yo pudiera tener una figura paterna como él en mi vida. Al fin llegamos a la iglesia, él va a su lugar en el paredón, digo, en el altar, yo voy por mi novia, digo, mi amiga para el show. Toco la puerta, me dicen pase y mi corazón palpita, está hermosa, ni siquiera noto a los demás, solo es ella y yo, sonríe sonrojada. - El maquillador hizo un trabajo digno de un milagro cierto – habla su hermana envidiosa. - No, solo entendió perfectamente su belleza y la resaltó – le doy en la boca, nadie habla de mi Helena, digo, de Helena. - Pero mira a la novia – interrumpe su madre - ¿no te parece la más hermosa? - No – me sale natural – no lo puedo negar, está muy hermosa – sonrío y le extiendo la mano a mi compañera de esta noche. Salimos a esperar nos den la señal, estamos en la caminata cuando algo cae de mi bolsillo. - ¿Por qué cargas un anillo? – qué buen momento para que algo así pase. - Lo envió mi madre hoy antes de que salga, solo lo guardé y lo traje. - No me digas que se enteró de esta farsa – su rostro es apenado. - Tu papá y ella siguen en contacto, ¿puedes creerlo? Le fue con el chisme. Así que me envió su favorito. - Es hermoso. - Siempre me habló de un anillo que vio en televisión cuando era niña y soñaba con tenerlo, fue la primera cosa costosa que le compré cuando gané dinero, me tocó mandarlo a hacer especialmente para ella. - No puedo creer me lo quiera dar – ahora luce triste. - Ella te quiere muchísimo, dice que me convertiste en alguien medio respetable. - Y no se equivoca – reímos, hasta que se pone seria y me golpea – oye, cargas algo tan importante como si nada. - Ya me conoces. - Dámelo, mi vestido tiene bolsillos y tengo mi monedero, lo tendré a salvo hasta después del show. - ¿Tu vestido tiene bolsillos? - Siempre busco que mis vestidos tengan bolsillos, hasta el de mi boda los tendrá. Nunca sabes cuando te tocará huir, así que llevo conmigo mi documento de identidad, dinero para un taxi y el celular – la miro con incredulidad. - ¿Debo preocuparme de que te busque la policía? – alzo las manos viendo a todos lados – si están viéndonos fue ella, soy un rehén – escucho sus carcajadas que amo ser yo quien las provoca, hasta que sale su madre a regañarnos porque es momento de iniciar. El espectáculo sale perfecto, tal como el dúo madre/hija lo planificó. Por fin termina toda la parte del compromiso y llega la fiesta, con ella el alcohol. Helena y yo lo damos todo en la pista, ante las miradas de desaprobación, porque esa familia le ve a todo lo malo, se creen monjes. Comemos, bebemos, bailamos y chismeamos sobre otros, básicamente lo que se hace en una boda. Bruno nos mira mal, los demás hablan en sus grupitos sin apartarnos la vista. El papá de Helena le pide un baile y los dejo solo para que disfruten el momento, sé cuánto ella lo ama, me aparto a un lado del salón y no tarda en llegar Camila con sus amigas. - Así que andas con ella. - Sí – tomo una copa de un camarero que pasa. - Te he visto en internet, tu vida llena de escándalos y modelos. Al parecer ahora tienes no solo fama, sino también mucho dinero. - No me quejo. - Supongo es la vida que a ella le gusta, conformarse con ser una más – me detengo antes de beber otro sorbo. - Ella nunca será una más. - Vamos, nos alegra que le hayas hecho el favor – todas asienten sonrientes – está bien si quieres divertirte con ella, con el historial que tiene gracias a la ciudad y a Francia, que camine al altar es algo que nunca pasará – ríen y me enojo, no me gusta que se burlen de mi loca. - Ustedes pudieron, así que no debe ser tanto mérito – se quedan en blanco – patéticas. - ¿Qué? – reaccionan, hablando en coro. - Patéticas, buscando hablarme mal de mi novia en lugar de estar con sus esposos. Si tan felices son, ¿qué hacen aquí perdiendo el tiempo conmigo? - Intentas ofendernos porque nosotras sí somos señoras de casa, con futuro, no como ustedes. - ¿Cómo nosotros? - sonrío - jóvenes, guapos, divertidos, exitosos, con carreras increíbles y lo más importante, tan felices que no nos metemos en la vida ajena. Tienes razón, no lo son – intenta responder, pero la dejo con la palabra en la boca, salgo a tomar algo de aire en un balcón, la noche ha finalizado con éxito, por fin podremos regresar y todo volverá a la normalidad, ¿cierto?

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