Ella volvió a enmudecer y terminó por asentir, el moreno se giró y solo alzó una mano a modo de despedida antes de rodear su auto y subir a él. —Cielos— mencionó la joven al perder el aliento, mientras giraba y cerraba la puerta. La duda de no estar haciendo lo correcto picó en su cabeza, aun así, siguió firme, sin saber exactamente por qué. Tragó saliva y con ello, sus dudas…estaba dando un gran paso. —¡Aubrey! — alzó la voz para llamar al niño que había perdido de vista —¿tienes hambre? – le pregunto. —¡Nooo!— gritó el pequeño desde la segunda planta y Aura sonrió al seguir su voz. —Bien— dijo y sonrió —¿te parece si te muestro la casa y la que será tu habitación? — preguntó al verlo arrodillado en el pasillo acariciando al regordete gato que parecía aburrido.