La obligó a arquear su espalda y observó los dos redondos senos de la pelinegra expuestos por y para él, los acarició despacio con su palma abierta y la vio perder el aliento. Dejó de tocarlos para saborearlos y succionarlos con sus labios y su lengua, los humedeció con su saliva logrando solo endurecer más los rosados pezones de Aura. —Ah, Cedrick— jadeó cuando una mano del rubio viajó y llegó a su intimidad, él había deslizado sus bragas y buscaba abrirse espacio para su m*****o que suplicaba por entrar en ella, Aura casi lo tenía al borde después de ese oral y luego al moverse sobre él, ya no aguantaba. El rubio tomó su m*****o y lo dirigió bajo ella. —Espera— suplicó la jadeante cobriza, besó sus labios de manera entrecortada y se apoyó sobre él hasta que Cedrick se recostó