La cobriza que había cambiado su pantalón por uno corto short de mezclilla, vio que también en ese lugar se encontraban varios muebles, una cama de dos plazas a la cual le faltaba el colchón, pero también había un escritorio, el cual comprobó que debajo de esa blanca sábana que lo cubría, se encontraba en excelente estado. —Todo el lugar está igual — se quejó el rubio al recargarse en la puerta. —Sí, pero nada que un día o dos de limpieza no arreglen — Aura se esforzó por ser optimista cuando se acercó a correr las persianas del pequeño balcón. Los ojos azules del joven registraron la cremosidad de las piernas de la cobriza al verla estirarse… sonrió y mordió su labio al comenzar a surgir su libido. —Es bonito, ¿cierto? – dijo Aura con una sonrisa al haber visto casi la may