4 Karin En cuanto llego a casa, me acuesto en la cama pasado el medio día y me digo a mí misma que descansaré un poco los ojos, luego me despierto a las seis de la tarde sintiéndome distanciada de la realidad y viendo una llamada perdida de mi hermana, pero me siento demasiado agobiada para devolverla ahora. Es difícil reconocer lo ocupado y agotado que estás hasta que te detienes por un segundo. Desde que comencé a trabajar en ‘Cuchillo’, hace poco más de una semana, he estado sobreviviendo con siestas rápidas y vapores de sopa. Incluso en una ciudad de cuatro millones de habitantes parece que hemos servido a la mitad de ellos. A eso hay que añadir el clímax emocional de pensar que te despidieron, el alivio de saber que no fue así, y la emoción de ser invitada a tomar algo con uno de l