Pasos de una reunión secreta

1504 Words
     Dentro de una casona inmensa de color blanco de columnas en la entrada que daban una actitud señorial, ubicada en una zona de Maracay llamada Sabana de Paja, se encontraba el general Contreras con algunos de sus soldados más confiables que custodiaban la hacienda. La antigua casa había pertenecido al general Gómez durante algunos años, hasta que paso a ser la sede de la administración del Parque Zoológico “Las Delicias” en el año 1915, debido a esto no habían camas o cualquier otra comodidad, solamente estaba llena de sillas, mesas, archivos y demás mobiliario típico de una administración.      El parque zoológico se había convertido en uno de los tantos atractivos turísticos para toda la nación, era uno de los iconos más emblemáticos de la ciudad e insignia arquitectónica del gomecismo. Los ciudadanos no solamente amaban pasear por aquel zoológico, sino que les recordaba a un sitio de mucha calma, tranquilidad y remembranzas de tiempos, que si bien eran oscuros para algunos, de mucha bonanza para el país. Aun se paseaban por el algunas viejas personalidades del antiguo gobierno ya derrocado, se decía, venían a recordar sus tiempos de gloria y a ver como estaba el cuidado de los animales exóticos que le regalaron a su amigo, El Benemérito. Uno de esos tantos era el general Vicencio Pérez Soto, a quien los maracayeros, como era el gentilicio los habitantes de la ciudad de Maracay, decían verle con asiduidad.      Cansado de todo un día ajetreado, para su edad de 53 años, el general Eleazar López Contreras no demostraba sino afecto y carisma delante de sus soldados más cercanos, las personas que trataban con él lo consideraban un buen hombre, lleno de valores y demás atributos que lo hacían un personaje ilustre en cualquier rincón del país. Después de dar un paseo largo por las numerosas jaulas que albergaban diversos y atractivos animales, se dispuso a tomar café y conversar con los trabajadores del zoológico y soldados a su mando, mientras se encontraba en el horizonte el crepúsculo, se dispuso a esperar al personaje que recibiría en aquel lugar, cada vez más impaciente, luego de un rato de mucho silencio y calma, tomo de un tazón del despacho, una fruta cualquiera y se dispuso a esperar fuera de la casa. Contreras se encontraba apoyado sobre una de las columnas en medio de la espesa oscuridad, en sus manos le quitaba la piel o “concha”, como se le llama comúnmente en Venezuela a lo que recubre una fruta, a una mandarina, en ocasiones esta práctica le liberaban el estrés de un día largo de trabajo o de un momento sumamente angustiante. Solo esperaba las luces o el sonido de un motor que anunciarían la llegada del intelectual, Arturo Uslar Pietri.      Finalmente, como si fuera una jugada del destino, al levantar su mirada de aquella fruta tropical, se asomaban las luces en la lejanía de lo que parecía un Ford A entre la espesa y fría noche que les brindaba la ciudad. Bajo rápidamente los escalones de la entrada, ansioso, para recibirle personalmente. Uslar era un joven de apenas 30 años, alto, cabellera oscura, ojos claros y penetrantes, que había ganado con su esfuerzo el reconocimiento de toda la clase alta venezolana a tal punto que llego a presidir el Ministerio de Hacienda durante los últimos años de El Benemérito. Su vida cambio ligeramente luego del derrocamiento y paso a solo escribir artículos en los diarios del país, unos años de introversión que le permitieron amasar influencias en el congreso y con los más altos políticos del partido republicano en Estados Unidos.      Luego de bajarse de aquel carro, saludar a algunos soldados que se le acercaron, el general Contreras lo invito a pasar a una de las oficinas ubicadas en lo profundo de aquella inmensa casona, pasando por un pasillo que podríamos considerar largo, entraron a una puerta a mano derecha que albergaba una pequeña oficina con un archivero, una vez ambos sentados en una pequeña silla y solo separados por un estrecho escritorio, lejos de cualquiera que pudiera dar razón sobre las palabras que podrían ser enunciadas en aquella reunión secreta, se dispuso el general a comentarle la razón de por qué estaba interesado en reunirse con Uslar en aquel lugar, tan alejados de la ciudad, donde solo podían escucharse algunos sapos, grillos y demás animales que pertenecían al zoológico que Gómez, hace muchas años, había fundado.       -Don Uslar, su presencia en este lugar tiene un propósito importantísimo para la estabilidad de nuestra democracia.       -Así me comento el general Medina, pero no me dijo mucho mas, usted comprenderá que el hecho de yo estar aquí implica muchas cosas, puede correr peligro hasta mi vida, la de mi seora y mis hijos.      -Claro, le comprendo perfectamente. Nosotros, yo, solamente necesito que usted tenga confianza y pueda al menos darme su palabra de que nada de lo que hoy se hablara aquí, saldrá de esta sala.      -No se preocupe general, le doy mi palabra, cuénteme en que puedo ayudarle.      -Perfecto, siendo así, entonces continuaré. Usted está aquí porque necesito contactarme con el embajador de nuestro país en Washington, el señor Diógenes Escalante, para poder que a través de este hombre de Acción Democrática pueda hacerme un puente o funcione como emisario al general Douglas MacArthur, Jefe del Estado Mayor.      -Pero… ¡lo que usted me está pidiendo es un suicidio político! –Exclama en voz alta, alterado por aquella petición–      -Entienda Don Uslar, estamos en una conspiración propiciada desde Colombia por un grupo disidente armado que busca, posiblemente, asesinar a ministros, al presidente, armar una sampablera aquí en el país.      -Claro –se calma un poco, llevándose la mano al nudo de su corbata– si usted me hubiera dicho eso, yo no hubiera reaccionado así, entiéndame.       -Si no me cree, aquí están los documentos –abre la gaveta derecha del escritorio, tomando un folio de informes militares y arrojándolos sobre la mesa–       -Bueno… –Dice, anonadado por el grosor de los archivos– está bien, les voy a ayudar, déjeme contactarle mañana temprano a través de mis fuentes.      -Usted comprenderá que cuando se haga el enlace, necesitare alguien allá que hable con MacArthur ¿No?      -Si, si…no se preocupe por eso, yo lo contactare con mi amigo. Pero ¿Cómo sabe que el estará a gusto en ayudarnos?      -No se preocupe por eso. El y yo tenemos una amistad desde hace años, pero nuestro enlace se distancio por el nuevo gobierno, entienda que ellos me tienen en el cargo por lo que yo soy para nuestro pueblo, no por lo que represento. Seremos de partidos distintos, pero nuestra amistad es de muchos años.      -Entonces… ¿Por qué yo para ayudarle a usted, si usted seguramente conoce a familiares y amigos más cercanos?      -Precisamente por eso, usted y yo nos conocemos desde hace años también, pero yo ayude a derrocar a Gómez, fui presidente, tengo una carrera política. Usted dejo esto hace años, nadie va a sospechar de alguien que ya no sopla ningún p**o en la cúpula política.       -Le entiendo. Bueno, no siendo más, creo que es momento de retirarme.      -Adelante. Pero antes, en apenas pocos días, habrá una sesión del Congreso de la Unión, muy importante, allí hablaré como senador vitalicio y hare unas declaraciones. Seguramente querrá que los diarios para los que escribe tengan una posición privilegiada. Mande algunas cámaras de sus amigos y periodistas, los recibirán mis edecanes y les darán lugares buenos.    -Seguro, allí estarán. –Se despide extendiendo su mano–      Aquella conversación finalizaba con una alianza que no tendría precedentes para el país, viejos conocidos, antiguos personajes muy allegados a Gómez, estaban comenzando una alianza para reestructurar la vía democrática para el país, protegerla de las personas que ocupaban las sombras y querían derrumbar lo que con tanto esfuerzo se había logrado. Para lograr llegar a los oídos de MacArthur, Contreras necesitaba aquellos enlaces, debido a que la inteligencia venezolana no llegaba a otras fronteras, era necesario que el gobierno americano, tan anticomunista, supiera de las narices que se asomaban en Venezuela, era la ayuda más cercana, debido a que sus aliados más fuertes, Alemania, se tardaría meses en hacer llegar un barco con implementos y equipo para hacer frente a la amenaza.       El joven Arturo se devolvía al automóvil que lo había traído hasta aquel precioso zoológico el cual tomo su rumbo de inmediato, sin embargo, a pesar del silencio de aquel personaje, en su mente pasaban muchísimos pensamientos sobre lo importante en lo que se resumía de aquella corta reunión, estaba convencido de que la amenaza era real y que podrían estar en juego las bases de aquella joven república. Una vez llegado a la capital, se dispuso a contactarse con otras personas que podrían hacerle un enlace indirecto con el embajador Escalante para no levantar sospechas, debido a que era una operación secreta del Estado, mientras menos personas supieran de aquellos movimientos, sería mejor para todos los involucrados. 
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